Destinos Rivales

Antes de la guerra

Me levanto de la cama como es usual, primero me estiro y después abro los ojos. Todo está tranquilo, como siempre las aves cantan a lo lejos y la ciudad empieza a despertar para llevar a cabo sus acciones diarias, pero hoy se siente un día más tranquilo de lo normal. No escucho ningún ruido que perturbe mí estancia, en las mañanas es normal lograr escucha las voces de mis padres al servir el desayuno, pero esta mañana solo se escucha un silencio, un silencio algo aterrador. Grito el nombre de mi madre para cerciorarme que existe alguien más en la casa haciéndome compañía, pero nadie contesta, enseguida hago lo mismo con el nombre de mi padre y ocurre lo mismo, ningún mensaje de vuelta que me indique que se encuentran debajo de mi habitación en la planta baja. Parece que mis padres no están. Bajo al primer piso para averiguar lo que sucede, la sala está vacía, el pasillo tiene ropa en el piso por alguna razón esta no llego al cesto del baño. Llego a la cocina y veo comida en la estufa, aún caliente, es raro ya que siempre están mis padres en la mañana. Sigo recorriendo mi casa en busca de alguna pista por la cual no me encuentro solo, volteo a ver el comedor y en la vieja mesa de madera veo papeles, me acerco lentamente tratando de analizar qué son y percibo que son cartas. Me siento mientras las sigo observando dudoso de tomarlas, no es muy común recibir cartas, usualmente son notificaciones de pagos y estados de cuenta, pero por algún motivo las cartas que yacen en la mesa son peculiares. Tomo una para verla y logro notar que no son las típicas cartas que recibimos, pienso en que alguna podría darme una pista, para mi sorpresa me encuentro con un sobre azul mientras buscaba entre ellas, ya estaba abierta así que sólo saque la carta y la observe detenidamente. En la parte superior tenía el logotipo del Reino, un águila con las alas extendidas y en sus plumas tenía una leyenda que no alcance a entender. Si es raro recibir cartas es aún más raro que recibamos una carta del Reino, ya que somos una familia humilde y sin nada que ofrecerles. En mi mente creía que pudo ser un error, que al cartero se le fue dentro de las cartas que tenía que entregarnos o que por accidente papá la encontró y la tomó para él, mientras la tenía en las manos la duda entró en mi como cuando un ladrón entra a tu casa por la noche, sin que te des cuenta de que algo le va a suceder a tus pertenencias, pero la curiosidad es fuerte así que empecé a leer sólo para saber porque nos había llegado a casa sin motivo aparente.

 

 

27 del mes séptimo, año 75

Desde la llegada a este pequeño planeta hemos tenido dificultades para sobrevivir en el terreno hostil que nos rodea. Pasamos hambre y guerra, nuestros hijos sufrieron muerte y así nuestro número bajo a casi estar extintos. Tantas tragedias llegaron una tras otra y no pudimos hacer nada por mucho tiempo. La esperanza estaba quebrantada.


El rey James creo una forma de vida diferente. Aquella donde podríamos ver la luz del día siguiente y las estrellas sobre nuestros mares. Setenta y cinco años después seguimos regidos bajo sus reglas. El rey murió, pero su reinado continúa y sus hijos han tomado el poder y gracias a ellos todos tenemos el bien, la paz y unión en nuestros hogares.


Eres afortunado el día de hoy, pues has sido seleccionado para asistir al evento que cambiará tu vida. Pocos tienen está oportunidad así que no la dejes escapar.

Recuerda que le debemos la vida al reino y por gratitud debes hacer honra y presentarte a participar.

La corte te proporcionará un vehículo para poder asistir, estará en tu domicilio está tarde al caer el sol. No es necesario que empaques demasiado no lo necesitaras en el evento.

Solo recuerda en caso de que no llegues iremos por ti.

La invitación está abierta lo esperamos Sr. Miguel D. no falte.

Y no se preocupe por su familia ellos estarán bien sin usted.

Atentamente:

Zara Villanueva
Voceros del Reino

 

Deje la carta en la mesa y me puse a pensar sobre que podría tratar dicho evento. Me quedé pensativo aun sentado en la mesa, con la mirada perdida en el papel tratando de asimilar lo que contenía hasta que un ruido rompió el silencio, era la puerta, al voltear vi a mi madre que entraba. Tenía una mirada triste como si hubiera pasado alguna desgracia en la familia, se me acercó me abrazo, me dio un beso en la frente y me dijo dulcemente – Te amo demasiado, eres un orgullo para mí – su voz era quebradiza pero aun así se sentía dulce, se notaba la bondad y el amor con el que lo decía. La abracé sin pensarlo mucho, como era más alto mi barbilla llegaba hasta su frente, le di un beso y sentí su amor por un momento, su piel era cálida como la de cualquier madre, me sentía protegido, aunque era mucho más grande y fuerte que ella, pero estar en sus brazos me tranquilizo. Ese abrazo fue hermoso, jamás lo olvidare, yo no entendía nada solo me deje llevar para poder disfrutar el momento. Cuando nos separamos ella tenía una lágrima corriendo por la mejilla, pero no era una lágrima normal en ella estaban los sentimientos de una madre que sufría porque su hijo tendría que irse y tal vez no lo volvería a ver en su vida, ya que la reina no era de fiar.

— Todo va a estar bien, no te preocupes. He aprendido mucho gracias a ti y me se cuidar. Pronto nos veremos y volveremos a estar juntos y ya nada nos separará, te amo mucho mami – dije tratando de ser fuerte por la noticia, no era fácil regresar una vez que pises el castillo, nadie sabe con certeza que ocurría ahí dentro, pero pocos regresaban con vida.



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En el texto hay: reyes, guerras, guerra

Editado: 23.04.2020

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