Destinos Rivales

Selección

Yacía recostado en la cama en un sueño profundo, se veía mal, perdió mucha sangre y estaba herido de gravedad. Le tome gran cariño a pesar de haberlo conocido hace poco tiempo, he estado pendiente de ambos, me duele verlos así, en la cama como muertos. Aun no muestran signos de mejoría. No soportaría perder a alguien más. Toda mi vida estuve sola, en casa vivía con mi madre quien trabajaba largas jornadas para darme una vida decente, jamás tuve un padre y jamás me importo. No sabía que se sentía ser protegida por un hombre que te llamé hija, jamás fui la princesa de papá y nunca fue necesario, no puedes necesitar de alguien que no está. Pero ellos me hicieron sentir como en casa, aquella que nunca tuve y ahora están en lucha por seguir con vida.

La noche fue difícil, si hubieran llegado unos minutos después no estaríamos vivos, lamentablemente uno de los policías desapareció, el padre de Karina está en la misma situación, luchando por su vida, solamente uno de los policías estuvo consciente durante el ataque, ahora ésta en casa descansando, aunque no sabemos si vuelva a caminar. Ese momento donde los tentáculos tomaron de Miguel parecía todo terminado, el pobre ya no podía más consigo mismo debido a esfuerzo de cargar los cuerpos. Karina lucho lo más que pudo por detener el ataque, aunque le fue difícil resistió hasta que por un milagro inesperado un carruaje real paso por el camino. No pasó mucho tiempo y ya los guardias habían liberado a Miguel de esa cosa que cada vez lo llevaba al interior de la hierba alta, nos revisaron y nos llevaron al reino. Ahora espero a que llegue la hora de la audiencia con la reina Kyana para tener los detalles del por qué fuimos llamados. He visto llegar a mucha gente con el paso de la noche, unos los traen como esclavos llenos de cadenas y otros vienen sonriendo sin tener algún preámbulo. Sólo espero que la razón no sea nada que atente contra nuestras vidas.

Estoy en un cuarto elegante, espacioso, tanto que mi casa completa es solo una cuarta parte, tiene una suave alfombra color carmín que hace que tus pies se enamoren de su suavidad, tiene cortinas de color rojo que dan un toque de seriedad, unas sillas de buena madera y con acabados artísticos, estoy sentada en una cama enorme donde podrían dormir cuatro personas sin problema alguno. El cobertor es muy lindo y suave, con su color carmín a juego con la habitación. Un paraíso reducido a una habitación, una que podría ser mi casa entera.

Paseo con los pies descalzos por el cuarto, dejando a mis pequeños pies disfrutar la suavidad de la alfombra mientras pienso en cual pudiera ser él motivo por lo que la reina nos mandó a traer. No puedo superar lo vivido la noche previa, parecía que todos terminaríamos muertos por aquel animal. Fue un milagro.

Abren la puerta del cuarto bruscamente sin llamar a ella, entra un hombre alto, con el cabello peinado hacia atrás, con nariz delgada pero larga, ojos rasgados. Me mira examinando como si fuera algún objeto, yo solo me quedo parada esperando a que me diga algo mientras camina alrededor de mí con su mirada penetrante.

— ¿Es ella? — pregunto al guardia que lo acompañaba.

— Si señor.

— Creí que sería diferente, la imaginé más alta y fuerte, creo que con esta no llegare a mucho, pero, en fin, lo importante es divertirnos — me volteo a ver con una sonrisa de oreja a oreja.

Salieron los dos de inmediato, la escena me asustó tanto que apenas salieron de la habitación caí sobre mis rodillas, con la respiración agitada, mis manos temblaban, en mi garganta tenía un nudo fuerte que no me dejaba hacer un ruido alguno. Mire al piso tratando de controlar mis sentimientos de odio. Me sentía impotente ellos harían conmigo lo que quisieran y yo no podría defenderme. No sabía lo que aquel hombre pretendía, pero solo de verlo sabía que no era nada bueno.

Abrí los ojos desconcertada y miré a la ventana, por Dios ya había caído la noche, debía saber cómo iba su progreso. Me levanté de inmediato y salí a toda velocidad a la sala trece del castillo, el hospital de especialidades. Mientras iba por los pasillos miraba mi entorno, entre sala y sala había diferencias muy notorias, como si avanzarás por la historia, en un pasillo caminaba por un castillo hecho con paredes de piedra y cuadros antiguos y la vuelta ya estabas en el siglo XXI con paredes lisas y con un color crema que no contrastaba con el lugar, al final del camino se veía un cuarto con una selva densa y se podían escuchar animales. Llegue a la sala trece a toda velocidad, era un lugar limpio, las paredes pintadas con un gris que hacía juego con unas puertas de cristal, por el pasillo se veían las cortinas blancas donde estaban las camas de los heridos. Llegue a la camilla donde estaban, esperaba encontrar mejorías. Cuando mi primer pie se asomo me percaté que sólo estaba Oscar en la camilla, la del costado estaba vacía y arreglada en espera de un nuevo inquilino.

Trate de controlarme, pero solté una lágrima, pase las yemas de mis dedos por la sábana blanca que cubría la cama. Sentí un vacío en mi corazón, estaba cansada de llorar, por el no salió más que una lágrima, pero si sentí como mis ojos quedaron rojos, mi corazón latía a un ritmo tranquilo pero mi cerebro me atacaba recordando lo poco que vivimos juntos. No tenía a nadie más, Oscar aún seguía conectado, me acerqué, lo miré, estaba tan tranquilo. Desde que entró no había reaccionado y no le dieron muchas esperanzas. Pero el seguía ahí con vida, recostado, luchando. No pude imaginarme en que momento le paso, debí estar cerca de ambos mientras se recuperaban y por eso ahora solo es uno quien lucha por su vida.



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En el texto hay: reyes, guerras, guerra

Editado: 23.04.2020

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