Destinos Vampíricos | 3

Tarea confidencial

Aer había recibido una carta del Zethee, una invitación a su despacho. No se sorprendió puesto que esperaba respuesta a la solicitud de apoyo a su proyecto.

–Sé bienvenido, toma asiento por favor– le señaló el líder al verle entrar al salón.

–No creí que estaría aquí tan pronto ¿Se evaluó de manera justa mi petición?

–Puedes estar tranquilo, lo aprobaré. Montemagno financiará lo que pides, pondré a tu alcance el equipo y las herramientas necesarias para que puedas concretar el trabajo que quieres hacer. Sin embargo Aer, tengo para ti una condición a cambio.

La sonrisa del genetista casi se desvaneció, su recelo hacia Daniel León le hacia saber en el fondo que tan buena disposición de su parte no podría venir gratis.

–¿Y de que condición hablamos?

–Estoy en medio de algo importante, muy delicado, así que necesitaré de tu total discreción... Si sabes a lo que me refiero– enarcó una ceja –Si crees que no puedes guardar silencio, preferiré tu honestidad en este instante.

Suspicaz, Aer frunció el ceño de manera casi imperceptible. Poco le gustaba mezclarse con Daniel más de lo necesario, pero aquella era tal vez la única vía que tenia para recibir de él la dádiva solicitada. Además, sabia bien que si el Zethee quería algo, lo tendría, fuera su voluntad o no.

–Sabes que puedes confiar en mí– respondió, consciente de lo que hacia.

Los labios de Daniel dibujaron una sonrisa, pero adoptó total seriedad antes de continuar.

–¿Alguna vez estudiaste acerca de los sivreugmos?

Aer sintió escalofríos en su columna.

–Sí...– habló contrariado, sorprendido por la naturaleza de la pregunta –Durante mi especialización. Una anomalía extinta.

–¿Qué tanto conocimiento manejas?

–Por razones obvias nunca participé en prácticas, pero la teoría que recibí fue bastante sólida. Personalmente me parece algo fascinante, desde el punto de vista médico, claro. Me dediqué a investigar poco más allá de lo que recibía en clases, siempre he sido curioso. Sé que de haber vivido para la época, hubiera podido trabajar con ellos sin problemas.

Aquello era lo que él quería escuchar.

–Entonces no me equivoqué al elegirte. Quiero, Aer, que redactes un informe completo para mi. Yo manejo buena información, pero me gustaría conocer tus opiniones e hipótesis. Dime ¿De qué manera crees que podría provocar la manifestación del alto poder?

–Daniel, la sangre sivreugma ya no existe, y aún cuando existiera...– ante la idea se horrorizó –No podrías hacer algo así. ¿Sabes lo peligroso que sería? ¿Todo lo que significaría e implicaría?

–Justamente porque lo sé es por lo que lo quiero hacer.

–¿Tienes a un sivreugmo aquí? ¿En Montemagno?– se atrevió a preguntar, incrédulo todavía y demasiado nervioso como para razonar bien.

–Los sivreugmos no existen– le imitó, burlándose –Y aún cuando existiera, tu sugerencia seria la misma que daban los antepasados: Sacrificio.

–¡No!– exclamó –Sabes bien que jamás apoyaría algo así.

–¿Qué propones entonces?– ladeó la cabeza, retador.

Aer meditó en silencio unos momentos, si el Zethee escondía algo como eso, él debía involucrarse, sería oro para su experiencia.

–A falta de un individuo vivo no pude comprobarlo, pero el año pasado, durante una conferencia zansvrika en Francia, planteé que anomalías de ese tipo podían bloquearse.

–¿Qué me dices de detenerlo en medio de un ataque? ¿Es posible?

–No comprobado– repitió –Pero creo firmemente en las propiedades de ciertas sustancias que, juntas, podrían hacer una droga poderosa capaz de... sedar al individuo.

–¿Aún con su alto poder en proceso? ¿Cómo te acercas a alguien así?

–Tendrías que hacerlo antes, el individuo no podría manifestarlo a libertad, cerca de él todos morirían pero a ciertas distancias el alto poder perdería eficacia. Lastimaría, sí, pero no asesinaría. En cierto intervalo de tiempo, el sivreugmo caería inactivo por completo– entornó sus ojos –Pero son hipótesis por supuesto.

–Es mejor que nada– Daniel se levantó. 

–¿Qué planeas hacer?...¿Y a quién?– Aer le imitó.

–Te recuerdo que esta conversación es confidencial, al igual que lo será el trabajo que harás para mi a partir de ahora– habló ignorándole –Quiero que estudies más a fondo esa teoría, algo que funcione aún bajo el peor de los escenarios. Si haces bien tu parte, te dejaré participar.

–Daniel– se aferró a su fe –Eres el Zethee, tus armas deben defender a los vampiros, no levantarse contra ellos. No conozco tus intenciones, pero puedo adivinarlas. Como miembro de la sociedad que gobiernas, te pido veles por los intereses de todos y no por el tuyo propio. Que tus acciones honren la visión que un día tuvo Minervino Montemagno.

–Eso es lo que voy hacer, Aer– le dijo con maliciosa sonrisa –Eso es precisamente lo que voy hacer.



#262 en Fantasía
#187 en Personajes sobrenaturales
#129 en Thriller
#60 en Misterio

En el texto hay: vampiros, romance, sangre

Editado: 11.01.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.