Destiny Games

1| Las cosas que eran no fueron suficientes.

New York sin duda era mi ciudad favorita, el ruido, las personas, la libertad, todo aquí me hacia sentir fresca y cómoda y mucho más la libertad que tenia para ser yo misma, mi tía Eda me crío y por ende me enseñó todo sus ideales, cuando era adolescente comenzó a hablarme de mis padres y hermanos, el como no fui deseada al saber que sería mujer, y sus ideales, sus anticuados ideales fueron la causa del porque estoy acá en Nueva York y no con ellos, pero lo agradezco, no se como habría sobrevivido en ese lugar de todos modos.

Papá de vez en cuando me llama para saber como estoy, y mamá, ella no. Recuerdo su rostro, su sonrisa, mi tía me dijo que mamá deseaba tener una hija, pero sabía que no era lo mejor, así que al no rechistar y opinar sobre mi envío a Nueva York me protegió, pues si me quedaba ella sabía lo que me esperaba, muchos dirían que al ser hija de un millonario tengo privilegios que otras jóvenes turcas no tienen pero no es verdad, si no, no estuviera viviendo en Nueva York permanentemente y sólo serían viajes por capricho.

No recuerdo el rostro de mis hermanos pero para eso existen las redes sociales, y por lo poco que publican de sus vidas privadas son hombres realizados y con sus esposas, solo por el menor de todos que aún estudia.

No se si ellos hayan olvidado que yo existo o solo no les interesan pero ninguno me llama o me envía un mensaje. Todos los días me repito que así estoy mejor, que mi vida es un privilegio del que muchas mujeres turcas no han podido escapar, bueno no todas, porque tengo fe en que no todas las chicas en mi país son tratadas de la misma manera en la que me esperaba si no se deshacían de mi. Soy feliz, tengo a mi tía quien me educó y me dio la libertad permitida, secretamente hemos marchado juntas en protestas feministas y es una fundadora de un club de feminismo, donde chicas se reúnen y cuentan sus historias, donde son escuchadas por otras mujeres.

Aquí estoy completa y de cierto modo feliz por serle inservible a mi familia.

Bajo las escaleras y escucho a mi tía cantando, la rutina de siempre, despertar y bajar a ayudar a preparar el desayuno a mi tía mientras ella canta, ella quería ser cantante profesional y viajar por el mundo exponiendo su hermosa voz y música pero mi abuelo y sus hermanos no la dejaron porque eso era un trabajo que solo una ramera hacia.

¿ Enserió le dijeron eso a una adolescente? Pues si, mi tía me contó cada detalle de como le destrozaron cada uno de sus sueños que conllevaban independencia y un nombre por si misma. Pues, “Todas las mujeres Arslan deben mantenerse bajo el manto seguro de su familia” según eso decía mi abuelo, pero no creo que la seguridad sea una larga tradición de matrimonios arreglados a edades tempranas para las mujeres Arslan, eso no es muy mantenerse bajo el manto seguro del apellido Arslan, más bien es alejarlas de ese manto.

La realidad es que eso no es un manto si no una red donde nos atrapan y nos oprimen, la mujer nunca hizo nada tan malo como para merecer este trato.

—¿Qué hay hoy?—me recargue en la encimera con una sonrisa.

Eda se voltea para contestarme pero es interrumpida por un golpe estruendoso en la entrada principal, las dos nos asustamos., Eda salió detrás de la encimera y camino lentamente hacia la entrada, iba a hacer lo mismo pero me detuvo con el rostro hecho un poema de miedo, como si hubiera visto al mismo diablo.

—¡Corre!

No entendí a que se refería, la observe confundida.

—¡Vete! ¡Huye!

—¿Tía?

—¡Lárgate de aquí!

Me sentí confundida y con miedo, di unos paso atrás sin saber que hacer, no quería dejarla sola pero su insistencia a que me fuera se estaba volviendo casi un alarma en mis oídos.

—¡Vete!

—¿Tía?

—Vete, por favor.—me suplicó.

El ruido se seguía escuchando, querían tirar la puerta, y Eda sabía quién eran por eso su insistencia a que me fuera. Salí corriendo hacia el balcón, la ventaja de nuestro departamento es que tenia una de las ventanas conectadas al departamento de una vecina que era mayor de edad, nosotras la cuidábamos todas las tardes mientras su hijo no estaba y algunas noches.

—Llévate el dinero que ahorramos.

¿Cómo podía? No podía hacer eso, no podía llevarme el dinero que ella había ahorrado con tanta dificultad y trabajo, no podía dejarla sola.

—Huye antes de que no lo puedas hacer nunca.

—Tía…

La observe, su miedo y suplica a que yo me fuera me estaban afectando, no quería dejarla sola y no saber que sucedería con ella, no sabía ni de quien debía escapar.

—Voy a estar bien.—contestó.

Derribaron la puerta y no tuve tiempo para decir más, corrí hacia las esquinas de la barandilla que conectaban con el departamento.

—¡Delilah! ¡Detente!

Cuando estaba cruzando hacia el otro lado volteé hacia adentro y vi como mi tía levantaba las manos en señal de rendición para que no le hicieran daño, eran hombres turcos, sus facciones y el idioma los delataba, y también mi hermano mayor, Kain. Lo mire incrédula casi olvidando que debía escapar pero me alerte cuando corrió hacia mi, entre al otro edificio y fui directo a la ventana de la vecina, quien siempre la tenía abierta.

Anna se asusto al verme y también su hijo.

—Aun esta mi hijo aquí.—dijo con voz cálida.

—¡Delilah!

Me alarme cuando escuche a mi hermano buscándome.

—¿Sucede algo Delilah? ¿querida?—preguntó el hijo de Anna.

Negué con la cabeza pero no me creyeron, no había tenido tiempo de tomar el dinero y no sabía a dónde ir, estaba por completo en pánico, los dos me observaban con confusión mientras yo me quedaba ahí sin poder moverme, presa del pánico.

—Podría adelantarme el pago de la semana.—pedí en un susurro.

El hijo de Anna asintió y sacó los quinientos dólares de su billetera, tal vez y se dieron cuenta de lo que me sucedía.

—¿Quieres que llame a la policía?




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