CHAPITRE 2...
El señor Gardner por las mañanas siempre tendía a hacer caminatas con su pipa en mano y saludaba a todo aquel que cerca suyo se hallaba, el portero del Hotel Castell recibía a las personas de sus largas jornadas y le hacia el favor de abrirles la puerta para que se sintieran en casa, siempre acompañado con una sonrisa.
En cuanto Dylan cruzó miradas conmigo sonrió y sacudió sus manos de un lado a otro.
- Alexa! Que sorpresa verte por aquí-
Indico con una vez le abrió la puerta a la señora Danville del apartamento 2D.
-Aquí vivo Dylan-
-cierto- rodo los ojos y volvió a sonreír.
- ¿Cómo han marchado las cosas? -
Le quite la importancia a su tema de amnesia y cruce el portón con él a mi espalda.
-todo bien, nada de delincuencia, todo libre y seguro-
Con el dedo pulgar levantado sonrió rectificando que lo que decía era cierto.
-Pero... hoy no estarías con Steven? Es su día libre- frunció ligeramente su ceño.
Suspiré aburridamente y negué con la cabeza.
- su madre esta hospitalizada al otro lado de la ciudad y hoy decidió ir a visitarla, pasar momentos madre e hijo-
-pobre mujer-
Se lamentó por lo bajo como por un minuto y luego hizo un ademán diciendo la típica frase: espero que se mejore.
Y volviendo a lo suyo.
A mi lado izquierdo la estación de correos se encontraba, siempre era Lady quien recibía aquellas y luego se las daba sus respectivos receptores.
- ¿Qué te cuentas Alexa? - sonreí de lado y me apoye a e mostrador dejando a un lado la carpeta de mi examen.
-Nada nuevo Lady-
Musite mirando con recelo aquella carpeta.
-alguna carta para mí? -
Cuestione después de un momento de silencio imperioso quitándole importancia a lo que había en esa carpeta.
-lo mismo de siempre Alexa, nada-
Sonreí complacida de ello y con un empujón, volví a mis pies.
-entonces, iré a mi cuarto-
Tomé mi carpeta y me despedí con una seña.
Sin embargo, teniendo esta carpeta en la mano sentía que era como la muñeca maldita, de aquel cuento espeluznante, pues como a esa familia le trajo desgracia a mi esta carpeta de igual forma, porque, debía, volver... volver... Dios esto no puede ser verdad.
Tenía que volver a ver a Ashton.
En mi edificio cada cinco semanas se realizaba mantenimiento a los elevadores y justamente ayer estos fueron revisados y limpiados, por eso el olor a frescura inundaba mis narices.
Y nuevamente como cada día que pasaba en esta ciudad era costumbre salir del elevador e ir directo a mi apartamento, sin interrupciones en el pasillo que por lo general estaba siempre vacío y sin señales de vida.
Tome la carpeta con mi mano derecha y con la otra busque las llaves dentro de mi bolsa, pero, al tratar de tomarlas la bolsa resbaló de mi hombro y cayó, obligándome a soltar mi carpeta y que también cayese esta.
-mierda-.
Masculle por lo bajo arrodillándome para encontrar las llaves y levantar las cosas que cayeron por causa de mi bolsa, pero, en cuanto mire la carpeta el rostro de Ashton apareció, la hoja de vida de Ashton sobresalía de la carpeta, su mirada fría y penetrante se encontraba en ella, pero, sus ojos tormentosos y brillantes demostraban las diversidades del espacio... o al menos así lo veía yo.
Su corbata roja y su camisa blanca no complementaban con su ser, pero, ese saco negro le caía a la perfección con su cabello miel.
Parecía el Empresario más guapo que alguna vez haya visto... pues ese empresario era Ashton Clark.
Abrí la puerta y tire la carpeta en la mesa tirando también con la maleta en el sillón, bufé desesperadamente y tome mi cabello entre mis manos, caminando directo hacia la ventana.
Lo bueno y agradable de este lugar era que la pared que daba a la ciudad era totalmente transparente, lo cual también era desesperante, porque todos los días veía todo el tiempo la misma escena, carros, tranque, ambulancia, bomberos, buses, personas transitando por el mismo lugar, uniformadas, otras en ropa normal y la noche descendiendo como todos los días de mi vida.
Encendí mi computadora y dejé que esta se conectara con el Wi-Fi esperando así poder relajarme con un poco de música en esta habitación, pero, un tintineo me llamó la atención y con el ceño levemente fruncido atendí la video llamada que estaba con transmitirse en la laptop.
Los rizos rojizos de Clarissa Blair me hizo corroborar que era ella quien me llamaba, me senté en la silla de mi escritorio y atendí su llamada.
- ¡Hola! –
Y lo que admiraba de Blair era que siempre sonreía, siempre, no importara si su día era normal o triste ella siempre sonreía.
Sonreí de lado y emití un: hola, apoyándome con una mano.
-oye ya has empezado con las preguntas para tu empresario? –
Sostenía en una mano una libreta en la cual escribía y luego me miraba, lo hizo como alrededor de tres veces.
Bufe y tome un mechón de mi cabello mirándolo detenidamente tratando de no sentirme nerviosa por su pregunta.