Detrás de la misma puerta.

Capitulo dos.

Como buenas estudiantes, las amigas de Agatha chillaban a su alrededor, sus voces llenando el aula vacía con una energía casi eléctrica. Saiko, siempre la más efusiva, daba pequeños saltitos mientras agitaba las manos en el aire. "¡Agatha, hermosa tonta!" exclamó, su tono agudo resonando como un eco. "¡Por fin podrías haber conseguido tu primer beso con un chico mayor! ¿Te das cuenta de lo épico que habría sido?"

Xiaomi, con una sonrisa traviesa, se inclinó hacia Agatha, sus ojos brillando con complicidad. "Exacto, Agatha. ¿Qué te costaba? Un acercamiento, una mirada más larga, algo. ¡Ethan es perfecto!"

Agatha las miraba con el cabello desordenado, su rostro una mezcla de incredulidad y ansiedad. ¿Cómo podían siquiera pensar algo así? ¿Cómo podían tomarlo tan a la ligera?

"¡Jamás daría mi primer beso al mejor amigo de mi hermano! ¡Jamás dije!" exclamó, levantándose de golpe. Sus manos golpearon la mesa con fuerza, haciendo que los cuadernos y lápices temblaran.

"¿Cómo se les puede ocurrir algo así?" continuó, su voz temblando mientras intentaba recuperar su habitual actitud calmada y madura. "Ustedes saben que el primer beso debe ser especial, no con cualquier chico, y menos con alguien que considero prácticamente parte de mi familia." Mientras hablaba, acomodó su corta melena con un gesto nervioso, intentando proyectar una seguridad que no sentía.

Pero, en el fondo, la verdad era mucho más complicada. Porque, aunque sus palabras eran firmes, su corazón latía con fuerza al pensar en Ethan. Moría por besarle, por sentir sus brazos rodeándola, por susurrarle todo lo que guardaba en su interior. Era un deseo que la consumía en silencio, un fuego que ardía en lo más profundo de su ser.

Sin embargo, sabía que era imposible. Ethan era más que un simple chico; era parte de su vida, de su historia. Habían crecido juntos, compartido risas, secretos y momentos que ahora parecían tan lejanos. Cruzar esa línea no solo sería un error, sino un desastre.

Además, ¿por qué Ethan se fijaría en ella? Era solo una niña a sus ojos, una adolescente de 15 años, mientras él tenía 19 y un mundo de posibilidades a su alcance. Había chicas más hermosas, más interesantes, más... todo. Y en unos meses, él y su hermano partirían a la universidad, dejándola atrás.

Agatha respiró hondo, intentando calmar el torbellino de emociones que la invadía. Pero las palabras de sus amigas seguían resonando en su mente, como un eco que no podía silenciar. ¿Y si...? No. No podía permitirse pensar en eso.

"De verdad, chicas, dejen de decir tonterías," dijo finalmente, su voz más suave pero cargada de una tristeza que no podía ocultar. "Ethan nunca se fijaría en alguien como yo. Y aunque lo hiciera... no sería correcto."

Saiko y Xiaomi intercambiaron miradas, pero no dijeron nada más. Sabían que Agatha estaba luchando con algo mucho más grande de lo que podían entender.

Mientras el día continuaba, Agatha no podía evitar sentirse atrapada entre dos mundos: el de la realidad, donde Ethan era inalcanzable, y el de sus sueños, donde todo era posible. Pero sabía que, tarde o temprano, tendría que elegir. Y esa elección podría cambiarlo todo.

Las palabras de sus amigas seguían resonando como un eco interminable en su cabeza mientras caminaba por los pasillos del colegio. La conversación de aquella mañana la había dejado con un remolino de emociones, cada una más intensa que la anterior. Por un lado, se sentía avergonzada por sus propias fantasías, por los secretos que había guardado durante años como si fueran un delito que nadie debía descubrir. Por otro lado, sus amigas, con su entusiasmo desmedido, habían abierto una puerta que Agatha intentaba desesperadamente cerrar.

Ethan. Solo pensar en él hacía que su respiración se acelerara y su piel se estremeciera. La culpa se mezclaba con el deseo, creando una confusión que la asfixiaba. Era el mejor amigo de su hermano, casi parte de la familia. Y sin embargo, cada mirada furtiva, cada sonrisa casual, cada encuentro inesperado, parecía romper las barreras que había construido a su alrededor.

Mientras se sentaba en su pupitre, los recuerdos de aquella mañana volvieron a invadir su mente. La forma en que Ethan había apartado la mirada después de que Bruno lo reprendiera. El leve rubor que había cruzado su rostro, tan imperceptible pero tan significativo. ¿Qué había sentido él? ¿Era simplemente vergüenza, o había algo más?

Agatha sacudió la cabeza, intentando concentrarse en la clase. Pero no podía. No cuando cada fibra de su ser clamaba por algo imposible. Lo quería. Lo deseaba. Pero sabía que nunca podría tenerlo. Porque incluso si Ethan sentía algo por ella, el peso de las consecuencias sería demasiado grande para soportarlo.

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Ethan no podía dejar de pensar en aquella mañana. Había intentado distraerse en clase, bromear con sus amigos, incluso hacer ejercicio para despejar su mente, pero nada funcionaba. La imagen de Agatha bajando las escaleras, su cabello castaño claro brillando bajo la luz, su uniforme perfectamente ajustado, seguía persiguiéndolo como un fantasma.

Estaba enfurecido consigo mismo. ¿Cómo había dejado que algo tan absurdo se apoderara de él? Era Agatha, la hermana menor de Bruno, una niña en comparación con él.... Y, aun así, no podía ignorar la forma en que su corazón latía más rápido cada vez que la veía, la forma en que sus pensamientos se nublaban con ideas que sabía que no debía tener.

"Es imposible, no debería ni pensarlo," se decía una y otra vez, pero la culpa no borraba el deseo que ardía en lo más profundo de su ser. Ethan sabía que lo que sentía estaba mal, pero también sabía que era real. Esa contradicción lo devoraba, empujándolo a un conflicto interno que no podía resolver.

Pero no era solo su mente la que lo atormentaba. La tensión con Bruno había crecido desde aquella mañana, y Ethan sentía que estaba caminando sobre una cuerda floja. Su amigo había notado algo, quizá más de lo que Ethan estaba dispuesto a admitir. Cada interacción entre ellos era un recordatorio del secreto que estaba intentando enterrar.




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