Agatha estaba sentada en el borde de su cama, el teléfono entre sus dedos temblorosos, la pantalla iluminando su rostro pálido.
Llamó otra vez.
El tono sonó.
Una.
Dos.
Tres veces.
Pero Ethan no contestó.
La opresión en su pecho se hizo más fuerte. La sensación de haber sido arrancada de su propio mundo se aferraba a su piel. Sus dedos resbalaron sobre el teclado mientras redactaba un nuevo mensaje.“Ethan, por favor, dime que esto no es cierto. Dime que volverás. Dime que no me odias…”
Su pulgar tembloroso presionó "enviar".
Nada.
El mensaje anterior aún sin responder.
Y el otro.
Y el otro.
Y todos los que había enviado desde la noche anterior, desde el momento en que Bruno había pronunciado aquella sentencia que había partido su mundo en dos.
Un grito ahogado se atoró en su garganta.
Se levantó de la cama de golpe, su cuerpo entero tensándose en una mezcla de rabia y desesperación. No podía dejarlo así. No podía perderlo.
Sin pensarlo, salió de la habitación y caminó con paso firme hacia la sala.
Bruno seguía allí.
El rostro hundido en su teléfono.
El mismo gesto de indiferencia que había tenido la última vez.
Pero Agatha no tenía fuerzas para soportarlo más. “¿Qué hiciste? “Su voz salió rota, cargada de ira y desesperación.
Bruno ni siquiera levantó la mirada. “No tengo tiempo para tus estupideces, Agatha.” El desprecio en sus palabras le encendió la sangre. “¡Dímelo! ¡Dime qué hiciste para que Ethan se fuera!”
Bruno soltó el teléfono con un golpe seco sobre la mesa y se levantó con brusquedad, su estatura imponiéndose sobre ella.
Sus ojos estaban llenos de furia. “! ¿De verdad eres tan estúpida? ¡Ethan se fue porque tú lo jodiste todo! ¡Tú, con tus jueguitos de niña mimada!” Las palabras fueron cuchillas que se clavaron en su piel.
Pero no retrocedió.
El dolor era grande, pero la rabia era mayor.
Agatha apretó los puños. “¿¡Qué te pasa!? ¡Es mi vida, Bruno! ¡Tú no tenías derecho a meter tus manos en esto!”
Bruno soltó una risa seca, sin alegría, sin piedad. “¿Tu vida? No eres más que una niña malcriada que cree que el mundo gira a su alrededor. Ethan lo entendió. Y por eso se fue.”
La ira explotó dentro de ella.”
Sin pensarlo, empujó a Bruno con fuerza.
Él se tambaleó, pero no cayó.
Su mirada se tornó oscura.
Y entonces, todo pasó demasiado rápido.
Bruno avanzó y la tomó del brazo con violencia, su agarre una mordaza de hierro.
—Eres patética, Agatha.
El dolor se abrió paso en su cuerpo, pero no gritó.
No le daría el placer.
Su corazón latía desbocado, sus pensamientos eran un caos.
—Suéltame.
—No hasta que entiendas. La apretó más fuerte.
Ella se revolvió, intentó liberarse.
Hasta que, de un tirón, logró escapar de su agarre.
Retrocedió, su respiración agitada, sus ojos llenos de rabia y dolor.
Bruno la miró con una mezcla de desprecio y frustración. "Eres una decepción." Las palabras la golpearon más fuerte que cualquier ataque físico.
Y sin más, Bruno se alejó, dejando a Agatha temblando en medio de la sala, el pecho en llamas, los ojos ardiendo con lágrimas que no permitiría caer.
Ethan no había respondido.
Bruno la odiaba.
Su mundo se estaba desmoronando y ella no podía detenerlo.
Pero aún no había terminado.
Aún no se rendiría.
Porque Ethan tenía que saber la verdad.
Porque esto no podía ser el final.