UNOS MESES ANTES
Elodie Hellens
—Ángela Beckett es una perra.
Entrecerré los párpados del cansancio, pero no pedí a Owen que detuviera la grabación. Estaba a mi lado con el mismo semblante agotado que el mío, sujetando la cámara que utilizábamos para las entrevistas de mi canal.
Ya era la sexta toma.
No dábamos para más. Estaba deseando acabar de una vez e ir a tomar un espresso doble en la cafetería de la universidad; pero yo no era de esas que dejaba las cosas a medias.
Tras ahogar un suspiro, agarre el micrófono y se lo extendí a nuestra entrevistada de ojos rasgados. Carraspeé antes de anunciar:
—Bienvenidos, fieles espectadores. Hoy tenemos a Olivia Jones, una estudiante de informática a la que le gustaría compartir una mala experiencia de instituto con nosotros.
Esta hizo una mueca, ofendida.
—¿Mala experiencia? Fue un infierno.
—Entiendo, lo comprendo. Sentimos mucho que así fuera. ¿Por qué no nos explicas lo que…?
—Esa arpía y sus secuaces, Yasmin Clinton y Diana McPhee, me hicieron la vida imposible hasta la graduación. Cada día al entrar por el portal me esperaban para que les diera mi almuerzo, y si no lo hacía me restregaban la comida en las mejillas… Delante de todos. A la hora del recreo me sacaban a rastras para darme palizas y escupitajos detrás del aula de biología. Los días que tenía suerte, solo abrían mi mochila y echaban mis cuadernos al contenedor residual. Los días que no, como cuando suspendían algún examen, me echaban a mí.
Y siguió mencionando más jugarretas que se vio obligada a soportar. Nos encontrábamos grabando detrás del cobertizo a unos pies del gimnasio, así que el poco bullicio estaba a nuestro favor. Pero el calor de los primeros días de septiembre eran insoportables. Echaba miradas a Owen de vez en cuando, el chico rubio y larguirucho que me ayudaba con el canal. Mi querido primo.
—¿Trataste de actuar alguna vez? —alcé el micrófono—. ¿Comentárselo a tus padres o profesores?
—En ese momento estaba aterrada, me preocupaba que me pasaría si lo revelaba. Pero ahora ya no tengo ningún miedo de ellas, es más, pienso exponer hasta la última tirada de pelo... Sobre todo hablo por Ángela.
—¿Puedo hacerte una última pregunta?
—Las que quieras, solo espero que queden bollos en la barra.
—¿Si tuvieras a Angela Beckett aquí, delante de ti, qué le dirías?
—Que el karma no perdona. A nadie —su voz retumbó tanto que sentí su dolor a primera mano—. Y que esto solo es el principio. Pienso hacerla añicos hasta que me suplique clemencia, empezaré pasiva y finalmente le daré dónde más le duele. Ahora que habéis visto cómo es la dulce Angela en realidad, vamos a acabar con ella.
Tragué saliva por instinto.
—Eso es todo. Gracias, Olivia.
Owen pulsó el botón rojo para concluir la grabación. Fue una entrevista corta a comparación de las otras, pero era imposible que pasara desapercibida. Me acerqué a Olivia mientras mi primo juntaba los pedazos de video, queríamos subirlo ya en la universidad para generar tensión al momento.
—Espero que esto le sirva de aviso para lo que le espera —renegó Olivia, retocándose el cabello carbón—. Gracias por la oportunidad, Elodie.
—Lo publicaremos de inmediato. Esas mujeres serán odiadas, ya lo verás.
Olivia asintió con un brillo malévolo y abandonó la parte trasera del cobertizo atravesando los matorrales. Owen editaba el vídeo con la rapidez que lo caracterizaba, me atrajo con la mano para que le echase un ojo.
—Mira. El video ya está preparado, solo he añadido texto en la miniatura —señaló la pantalla—. Te aseguro que habrá valido la pena. Buen trabajo, Elle.
«Elle» era el apodo que me dedicaba. Un día de nuestra infancia acortó mi nombre sin querer y no ha vuelto a decirlo completo.
—Espero que esta entrevista me sirva para recuperar los espectadores que he perdido. Cada vez es peor, no sé qué más hacer.
—Créeme, nadie en su sano juicio se aburrirá con este melodrama.
—Espero que sea así —resoplé—. Es un fastidio. Últimamente me resulta difícil encontrar a alguien interesante a quién entrevistar.
Owen me abrazó de los hombros para consolarme, divertido.
—Ya no es como en el instituto secundaria. Las personas aquí vienen en busca de futuro, no de chismorreos.
—¿Pero tú conoces a todos en la universidad, no? ¿No hay nadie intrigante? ¿Alguna polémica entre clases para entrevistar a los testimonios?
Fingió que se lo pensaba.
—He oído que la de recursos humanos se ha divorciado por tercera vez, podrías preguntarle cómo sigue aguantando a los hombres.
Gruñí y me liberé de sus brazos para darle un manotazo en la espalda.
—Bueno, ya puedes colgar la entrevista. Que el título sea «Olivia Jones, la estudiante que expone a sus bullies de secundaria».
Repiqueteó en el teclado y subió el video en MeTube, la plataforma de videos nacional. Como recompensa por ayudarme solía invitarlo a una cerveza tras salir de los estudios.
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Editado: 27.07.2025