Detrás de una Sonrisa.

3

Elizabeth.

Duele horrible. Parece que me bebí todo el bar cuando solamente bebí unos tragos. La luz del sol que entra por la ventana me molesta en los ojos y...

Un momento... por mi ventana nunca entra la luz del sol.

¿Cómo mierda es que llegue a casa?

Inmediatamente abro los ojos saltando de la cama, cosa que hace que me mareé más. No estoy en mi habitación, es evidente. Ni siquiera llevo el atuendo que llevaba el día anterior. Mi móvil esta en la mesita que hay a un lado de la cama.

Joder, no recuerdo absolutamente nada.

La habitación parece ser de una persona a pesar de que la cama es para dos, se nota que la habitación es de un chico, por las cosas que hay se que es de un chico, lo impresionante es que todo esté demasiado ordenado y limpio. La camiseta qué llevo también es de varón, y los chándal es más que obvio.

Rápido tomo el móvil para llamar a mi madre pero cuando intento encenderlo me marca que la batería se ha agotado, busco por toda la habitación mis cosas hasta que un sonido proveniente de fuera de la habitación me detiene.

No estoy sola.

Lentamente me pongo de pie, ya que estaba buscando bajo la cama donde solo había un bat de Baseball. Lo tomó y sin hacer ruido salgo; estoy en un segundo piso, me acerco para bajar las escaleras y otro ruido vuelve a escucharse.

Sigilosamente llego hasta lo que es una sala normal, a unos pasos esta una puerta que es de donde provienen los ruidos.

Me acerco y entro, alzó el bat de inmediato al ver a la persona de espaldas. Estoy a punto de golpearlo caldo voltea y se queda inmóvil soltando la sarten que lleva en la manos y alzandolas cuando ve que voy a atacarlo.

—Genial, tendre que prepararlo otra vez—se queja cuando la sarten choca con el suelo.

—¿Quién eres y por qué me trajiste aquí?—no bajo el bat lista para golpearlo.

—Tú me pediste que lo hiciera—responde sereno.

—Aja, ¿crees que soy tan idiota para creer que yo te pedí que me trajeras aquí, contigo, si eres un desconocido?

—No lo creas, pero es la verdad.

—¿Por qué no me acuerdo de nada? ¿Me drogaste acaso?

—Yo no, sería incapaz de hacer algo así, y menos a una chica—sigue tan tranquilo que eso me molesta aun más.

—¿Qué fue lo que me hiciste?

—Nada.

—Entonces, explicame porque mierda estoy aquí, y porque no recuerdo absolutamente nada.—espeto.

—Baja el bat, y con gusto lo hago ¿Vale?

No se porque lo obedezco. Bajo el pedazo de metal esperando que comienze a explicarse.

—¿Qué es lo último que recuerdas?—pregunta.

¿Que es lo último que recuerdo?

Por pasos; primero entramos al antro, después Jane se fue en busca de un tal Daniel, no apareció hasta como una media hora después y en ese tiempo hable con un chico. Después ella llegó con el tipo, me lo presentó y se fueron a su oficina. El chico y yo charlamos un poco, después Daniel me informo que Jane se había ido y el descarado me invitó a su oficina. Tome al chico del brazo para irme y...

—Comenze a sentirme mareada y, después todo es negro.

Asiente, su mirada azul no me pirede de vista. Me cuesta admitilo pero es lindo. 

—Perdiste la conciencia—lo observo, perpleja—. Casi te golpeas en la cabeza cuando ibas a caer al suelo pero logré sostenerte, me di cuenta que no estabas bien cuando intente despertarte. Luego me abrazaste y quise llevarte a tu casa pero te negaste.

—¿Entonces me drogaron?

—Sí, no se como ¿recuerdas que te enviaron un par de bebidas?—asiento—no las bebiste, solo bebiste lo que ordenabas al bartender.

—Ahí tienes la respuesta, Dios, ¿Cómo fui tan estúpida?—apartó el cabello de mi rostro, viendo mejor al chico—Tú eres el chico con el estuve hablando—deduzco y el me lo afirma.

Al final, quien se emborracho fuiste tú.

Si, si, ya lo se.

—Estuviste inconsciente por diez minutos, luego estabas entre dormida y despierta—continua—, el novio de tu amiga incluso quiso llevarte a su oficina, me dijo que ahí esperarías tu uber pero no cedí.

—Que imbécil—me mira ofendido.

—Auch.

—Daniel—le aclaro.

—Me costó sacarte de ahí, el de seguridad insistía en que te dejara con Daniel, que con el ibas a estar segura, luego de mucho rato pude llevarte hasta mi coche y traerte sana y salva hasta mi casa, antes de que vuelvas a preguntar, te traje conmigo porque tu me lo pediste, estabas asustada y no querías estar sola.

¿Estaba asustada? ¿Y por qué...?

Ahora lo recuerdo.

El tipo de los mensajes, por eso estaba asustada.

Enseguida intento encender de nuevo mi móvil, pero sigue marcando me que la batería se agotó.

—Tome tu movil para llamar a un familiar tuyo o alguien que fuera por ti—informa—no tenias batería suficiente.

No contesto.

Se agacha a recojer la sarten que tiro por mi culpa, le ayudo a limpiar el desastre que se hizo en el piso por la comida, me hace saber que mi ropa se está lavando porque la noche anterior la vómite y me deja darme una ducha mientras que ordena algo para comer.

Cuándo salgo del baño me presta otra camiseta suya, para no molestarlo me coloco los mismos pants que me puso mientras estaba inconsciente.

Deduzco que el tipo de los mensajes es quien me hizo eso. ¿Quien mas podria ser? No sé de qué manera lo lograría pero sin duda su plan fracaso. 

Bajo de nuevo y lo que pidió ya esta servido. Ambos nos sentamos en la mesa, a mi se me revuelve el estómago con solo ver la comida.

—¿No te gusta?—indaga cuando ve que no he probado nada—Puedo pedir otra cosa, el restaurante está cerca no tardarán en traerlo.

—No, es... es que, tengo náuseas.—explique.

—Debes ser aun los efectos del alcohol—se levanta a buscar algo.

—No bebí demasiado—rebato.

—Pero, a eso sumale una sustancias que no sabemos ni siquiera que es lo que era—me entrega dos pastilla—Hable con mi madre y me dijo que debías tomar esto para el dolor de cabeza, hará que te sientas mejor. Esta contrarrestara el efecto de las drogas. 




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