Detrás de una Sonrisa.

10

Cameron,

Aviso de embargo.

Estimado cliente: Hanna Johnson F.

El banco central del estado le informa a través de este medio, que a su deuda de más de 60,000 dólares le ha aumentado la tasa de interés a 30% debido al retraso de su pago,

Sr le avisa con anticipación qué si no cumple con su deuda tomaremos medidas extremas. Si su pago mensual no es reflejado en los próximos días se le realizará un embargo de bienes a la persona correspondiente a la deuda para saldar la deuda pendiente que tiene con nosotros.

Se espera el pago correspondiente al adeudo a nombre de la señora Hanna Johnson...

Dejo la carta en la barra de la cocina. Mi madre llora desconsoladamente del otro lado de esta y me apresuro a rodearla y abrazarla.

—Tranquila, resolveré esto lo más pronto posible—le digo pero aún así no deja de llorar.

—Está deuda es mía, tú no tienes nada que pagar porque no debes nada—responde entre el llanto.

—Déjame ayudarte, eres mi madre y yo como tu hijo debo hacerlo. Tu me has dado mucho y ahora es mi turno de apoyarte.

—Hijo, no es necesario...

—Lo haré, y no importa cuanto me insistas, no me harás cambiar de opinión.

Se tranquiliza un poco, pero se que estará pensando en eso todo el día.

—¿Crees que debería contactar a Gale...?—inicia pero no la dejo terminar.

—No. Ese señor y su familia te dieron la espalda hace años, no quisieron saber nada de ti y tú deberías hacer lo mismo.

Gale Fernsby y su familia no quisieron saber nada de mi madre cuando contrajo matrimonio con mi padre. Dorian Jonhson, un millonario que aparentaba lo que no era, tenía un adeudo muy grande con el banco, jamás fue capaz de informarle de esto a mi madre y después de su muerte esa deuda pasó a manos de mi madre por ser la persona aval de él.

Dorian dejó una carta que años después de su muerte mi madre encontró, donde confesaba tener esta deuda, le dijo que no tenía que preocuparse por que al morir, el banco perdonaría esa deuda y mi madre no tendría que pagarla pero no fue así. También confesó que a raíz de esto la empresa familiar que había heredado de mi abuelo quebró, ya no podía mantenerla a flote y debido a esto tomó la decisión de atentar contra su vida, creyendo que así saldaría y podríamos vivir libres de deudas pero no.

Logro calmar a mamá hasta que deja de llorar y le vuelvo a prometer encargarme de esto. Se que ella sola no podrá encargarse, así que debo apoyarla en todo.

Mi movil suena anunciado un nuevo mensaje, es mi mejor amigo Sam, recordándome los planes que tenemos para hoy. Dudo en si debería cancelarle, pero cuando mamá me alienta a que vaya no lo hago. Igual me haría bien distraerme un momento del problema que tenemos encima.

Salgo de casa de mi madre rumbo la casa de Sam. No es que esté muy lejos, pero aún así llevo mi auto.

Cuando llego me abre Emily, la madre de mi amigo, como siempre me saluda preguntando por mamá y miento diciendo que se encuentra bien.

Emily y mi madre se conocieron cuando Sam y yo éramos unos niños. Estábamos en el mismo salón y constantemente nos peleábamos, qué ironía de la vida que ahora sea mi mejor amigo.

Entro a la antigua habitación de Sam, donde se encuentra reparando el soporte de la televisión, le ofrezco mi ayuda pero la niega. Comenzamos a hablar sobre nuestros planes y alguien regresa a mi mente durante la charla.

—No me habías dicho que tenia novio—le reclamo a Sam de la nada.

Hace unos días le conté que quería invitar a salir a Elizabeth, su prima. Me pareció un lindo detalle que se disculpara por como me trato hace semanas, aunque lo cierto era que tenía razón. Yo era un completo desconocido para ella, era lógico que actuará de esa manera.

—¿Quién?—se hace el desentendido.

—Elizabeth.

—Ah, Lizzy. Sinceramente, creo que sería más fácil que yo tuviera una novia estable en este momento a que Lizzy tenga un novio.

—Entonces ¿quien era ese chico?—esa pregunta rondaba en mi cabeza.

—¿Qué chico?—entró Saúl a la habitación.

Un día después a que Elizabeth se fue corriendo de aqui, el día que tenía que regresar a con mis padres Sam llegó con el a mi casa, se podría decir que charlamos un rato y me cayó bien.

—Uno del cual Cameron está celoso—se burlo mi amigo.

—No estoy celoso.

En realidad un poco si. Pero no tanto.

—No, no lo estás.—ironizó, pausó lo que estaba haciendo para mirarme con una ceja enarcada—. Por favor Cam, te conozco, cuando estás celoso te molestas contigo mismo como ahora, te cruzas los brazos, mueves tu pie derecho y arrugas las cejas.

—No estoy celoso—reitero.

Odio que me conozca demasiado bien.

—¿Entonces de que te quejas?

—Solo quiero entender por qué le hablo de esa manera, como si fuera su novio reclamándole cosas.

Sam iba a decir algo pero Saúl se adelantó.

—Espera, ¿Era un chico castaño, un poco más bajo que yo de ojos color miel?

—Si—confuso afirmo.

—¿Qué fue lo que les dijo?—preguntó un poco molesto.

—Dijo algo sobre qué lo dejó plantado, que sus actos  tienen consecuencias y después me corrio directamente a mi—recuerdo el mal momento—. También le dijo que no quería verla junto a mi de nuevo.

—No se que tiene en la cabeza ese tipo, a veces creo que esta obsesionado con Ellie.

—¿Lo conozco?—preguntó Sam terminando de colocar la televisión.

—Es el chico del restaurante, Dave—le respondió su amigo—¿Recuerdas?

—Cierto, el ratito que se enceló de mi.

—¿No es la primera vez que lo hace?—arrugo el entrecejo.

—No, es la segunda vez—responde Saúl.

Eso me deja aún más confundido.

—¿Qué más le dijo?

—Cuando salimos comenzó a gritarle para que se es detuviera.




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