Detrás de una Sonrisa.

29

Elizabeth.

A pesar de llevar varias sesiones ya, aún no me acostumbraba a la terapia. Seguía resultando extraño sentarme en este sofá, a intertar exteriorizar mis traumas. Sin embargo, uno de las razones por las que seguía intentandolo era Cameron. Sin duda, no quería perderlo.

Me costaba admitirlo también, pero se había vuelto importante para mi.

La psicóloga frente a mi, me observaba sin expresión alguna. Analizando lo que acabo de relatarle. Básicamente le he dicho que de alguna manera siempre termino tratando mal a las personas que quiero. Como lo hice con Cameron al principio.

—Usas tu mal humor como un escudo—sentenció.

—¿A que se refiere?

—Temes ser vulnerable por las heridas causadas por familia.

—No comprendo su punto.

—Al mostrarte vulnerable con tus padres, lo que esperas es sentirte protegida. No recibiste eso, sino lo contrario. Señalamientos, culpabilidad. Conforme pasó el tiempo, después del abuso, fuiste creando una coraza para protejerte a ti misma—explica con más claridad—Debajo de tu frialdad y actitud hostil, se esconde esta parte vulnerable de ti que teme a ser lastimada y culpada otra vez, que solo has demostrado con la familia de tu mejor amiga.

—¿Y eso a qué se debe?

—Se debe a las reacciones que ha tenido tu familia respecto a lo que te pasó. Falta de comprensión, cariño, amor. Algo que los padres de Jane te han brindado. ¿Les contaste sobre el abuso?

—Sí..., por ellos es que estoy aquí.

—¿Jane lo sabía?

—No. No..., se lo conté cuando comencé a venir aquí. Ella también me ha apoyado mucho, la verdad. No me deja sola, a pesar..., a pesar de todo.

La psicóloga anota algo en su cuaderno, da un pequeño asentimiento, y vuelve a alzar la mirada hacia mi.

—¿Por qué no me cuentas de tu relación con Jane?

—Es algo extraña.

—¿Por qué lo dices?

—Somos amigas desde los cinco años. Desde entonces hasta antes de..., eso...

—El abuso.

—Me aleje de ella y la lastime con eso.

—¿Y después?

—Después tomó una actitud grosera conmigo—hago una pequeña pausa—Hace unos días hablamos, creo que fui muy indiferente con ella.

—El primer paso para sanar y mantener los lazos es reconocer el problema. Por lo que me dijiste en la primera sesión, estas aquí por ella.

—Y por sus padres. Ellos me motivaron a venir.

—Eso es bueno. A veces, contarle a alguien lo que nos pasa aligera el peso de las cargas que llevamos. Por lo que veo, Jane y sus padre te apoyan, y no van a dejarte sola en tu proceso.

Sonreí al escucharlo.

—Los padres de Jane te han brindado el amor paternal que no has tenido de tus padres.

—Puedo confiar en ellos. Contarles lo que sucede sin sentirme juzgada.

Vuelve a anotar algo.

—¿Saben con exactitud lo que te pasó, y lo que sucedió después?

—Sí.

—¿Y lo que te pasó en el ojo?

—También.

—¿Quieres contarme?

Tome una gran respiración. Ese día todo se salió de control. Y no quisiera recordarlo, pero tampoco he dejado de pensar en eso desde entonces.

—Fue durante la cena, estábamos en "familia"—dibuje las comillas con los dedos—cuando comenzaron a discutir.

—¿Quienes?

—Mitch y Leo.

—Tus hermanos mayores.

—Correcto.

—¿Y como es que llegaste a tener esa hematoma?

—Mitchell comenzó a discutir con Leo por... no recuerdo porqué. Mi madre les pidió que pararan, y lo hicieron. Luego, al terminar la cena retomaron su discusión.

—¿Qué se reclamaron?

—No lo sé. Cosas del pasado, supongo. Estaba un poco ebrio. Su discusión escaló tanto qué Mitch menciono lo qué...

—Lo que te sucedió—asiento—Continúa.

Tome una gran bocanada de aire. No estaba siendo fácil relatarlo. Ya sentía el nufk en la garganta, quiero evitar llorar.

—Dijo que no era posible que siguiera creyendo que mentí sobre eso. Y leo dijo... —me miró seriamente, esperando a que continuara—dijo que en caso de que haya sido real yo me lo busque.

Asiente sin expresión.

—Tomate tu tiempo.

Lo hice. Sobre todo porque las lágrimas amenazaron con salir. Tarde un poco, pero una vez logre controlar mi impulso por llorar, continúe.

—Mi madre siempre decía lo mismo. Que yo mentía. Y si no, que había sido mi culpa.

—¿Quien de tu familia sabe sobre tu abuso?

—Solo mis hermanos y mis padres. Sam no lo sabe, ni Emily. La tía Dará, hermana de mi madre tampoco. Mamá no quiso involucrarla.

—¿Tu padre esta de acuerdo con tu madre?

—No.

—¿Puedes terminar de contarme lo que pasó?

Suspiré.

—Sam estuvo con nosotros en la cena, pero cuando comenzó la discusión otra vez ha ia salido a hacer una llamada.

—El no presenció el momento del golpe.

—No. Yo..., había quedado atonita por lo que dijo Leonardo. Siempre había dicho que mentía, pero jamás me había culpado. Comencé a discutir con él, que repitió lo que había dicho. Y finalmente le di una bofetada. Eso lo hizo enojar, pero mi madre se enfado mucho más.

—Ella fue la que agredió—concluyó.

—Mjm. No era la primera vez que lo hacía, pero creo que esta vez fue más fuerte.

—Elizabeth—la mire a los ojos por primera vez desde que había comenzado a relatar lo que pasó—Tal vez lo que voy a decir sonara difícil. Pero tu eres la única que puede frenar la violencia que sufres por parte de tu familia. Tienes que ponerles un alto.

—No es fácil.

—Lo sé. Ya eres mayor de edad. Y lo más importante de todo es que no estas sola. Tienes a personas que te apoyan y que no te van a abandonar.

—No quiero ser una carga para ellos.

—Pedir ayuda no está mal. Si ellos te ofrecen su apoyo, no serás una carga. Te aprecian, por lo tanto querrán tu bienestar a toda costa. Incluso si eso significa alejarte de tu familia.

No digo nada. Si hasta ahora no había pedido ayuda, no era porque creía que yo pidiera sola con mis problemas, sino porque siempre he dicho que cada persona tiene sus propios problemas como para cargar con asuntos que no les pertenece.




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