Detrás del Internet

11: El desafío

Emma respiró hondo antes de empujar la puerta del salón de arte. Llegaba quince minutos tarde y, para colmo, también se estaba incorporando tres semanas más tarde que los demás. Había estado esquivando la inscripción a una clase para puntos extras escondiéndose en la biblioteca, pero su suerte había llegado a su fin.

Al abrir la puerta, un aroma a pintura acrílica, acuarelas, arcilla y un toque de café recién hecho la envolvió. Las paredes estaban decoradas con obras de arte en diferentes etapas de creación; algunas aún estaban incompletas, con colores vibrantes que parecían saltar del lienzo.

Sus ojos recorrieron el aula hasta que se detuvieron en un hombre de unos cuarenta años que se encontraba frente a una pizarra blanca. Llevaba un mostacho grueso y divertido que se movía ligeramente cada vez que hablaba, dándole un aire bohemio. Vestía una chaqueta de pana marrón que parecía haber vivido ya sus mejores días y tenía un pañuelo rojo atado descuidadamente alrededor del cuello.

—¡Ah, tú debes ser Emma! —dijo con una voz cálida y acogedora, notando su presencia—. Soy el profesor Emmet Harrison, pero por favor, llámame Emmet; todos lo hacen.

Emma asintió, un poco cohibida, mientras avanzaba unos pasos hacia el centro del aula. Sentía las miradas curiosas de algunos estudiantes ya sentados; algunos sostenían pinceles, otros simplemente observaban en silencio. Emmet se acercó a ella con una sonrisa amistosa.

—Sé que te unes a nosotros un poco tarde, pero no te preocupes por eso. Aquí, cada uno sigue su propio ritmo. Lo que más me importa es que encuentres tu propia voz artística. No vamos a obligarte a seguir un camino específico; quiero que todos sean libres de explorar y mostrar su arte de la manera que más los inspire —explicó, haciendo un gesto amplio con las manos, como si estuviera abriendo un mundo de posibilidades ante ella—. ¿Te parece bien?

—Sí, eso suena bien para mí —respondió Emma, con una media sonrisa.

—Perfecto. Busca un lugar donde sentarte y ponte cómoda.

Emma se dirigió a un asiento vacío cerca del fondo de la clase. Justo cuando estaba a punto de sentarse, escuchó una voz familiar a su lado.

—Siéntate conmigo —dijo Iván, un compañero de otras clases y hermano menor de Carlos—. Pensé que me iba a librar de compartir asiento, pero si tiene que ser con alguien, mejor contigo.

—Me siento halagada de entrar en tu selecto círculo de interacción —respondió Emma con un tono sarcástico. Dejó su mochila en el suelo y se giró para mirar mejor a Iván—. ¿Qué haces en esta clase? No te veía como alguien que quisiera pasar sus horas oliendo a acrílico.

—Llegué tarde para inscribirme en Informática, así que solo quedaban jardinería, costura y esta. No pienso pasarme el día al aire libre cuidando una planta ni lidiar con agujas, así que esta era la mejor opción. Además, a Emmet no le importa si me quedo con mi laptop después de hacer un par de actividades —explicó Iván, ajustando los lentes sobre el puente de su nariz—. ¿Y tú? ¿Te escondías en el baño para evitar socializar?

—Casi. Me refugiaba en la biblioteca. Pero la consejera escolar me pilló y, como mis calificaciones no son las mejores, me convenció -o más bien me obligó- a inscribirme en esta clase —respondió Emma con un bufido—. Por cierto, en la clase de costura está Claire. —Una sonrisa maliciosa apareció en su rostro.

—Ya lo sabía. Otro motivo para no inscribirme. Tu amiga es un fastidio; habla hasta por los codos —replicó Iván, fingiendo desinterés.

—Ay, te encanta demasiado.

—Pero no pienso dejar que se entere, Emma.

—Tranquilo, no saldrá de mí —dijo Emma, haciendo el gesto de cerrar sus labios con una cremallera imaginaria.

Aquí tienes la versión mejorada y más fluida del fragmento:

Emma sintió su teléfono vibrar en el bolsillo de su chaqueta. Lo sacó y vio que se trataba de un mensaje de Luke. Ya se estaba volviendo habitual comenzar el día así, intercambiando fotos de lo que cada uno estuviera haciendo. A veces era una imagen de su desayuno, otras, de algún lugar interesante en el que se encontraran.

Miró la foto que Luke le había enviado: mostraba un estudio de grabación, con la consola y los equipos de sonido en primer plano. Una semana antes, él ya le había explicado que estaban trabajando en doble turno durante la gira porque querían empezar a producir un par de canciones nuevas, con la idea de lanzarlas al mercado en unos meses. Según él, esto les permitiría tener un poco de tiempo libre después de la gira.

Luke:

Informe del día: mi cerebro se está derritiendo. Empezamos a trabajar con un sueco, la mayor parte del tiempo no entiendo qué dice.

11:30 am

Una pequeña risa se le escapó a Emma. Levantó su teléfono y tomó una foto rápida del pizarrón donde Emmet explicaba algo apasionadamente sobre el arte renacentista.

Emma:

Tengo un profesor parece sacado de los 70s y casi todos aquí lucen un poco hippies.

11:32am

Mientras esperaba la respuesta de Luke, Emma trató de concentrarse en lo que hablaba Emmet, pero su mente seguía volviendo a la conversación. El teléfono vibró suavemente en su mano con una nueva notificación.

Luke:

Debí suponer que tú eras del tipo hippie, tienes cierta vibra que me lo dicen.

11:35am

Emma:

¿Yo? Claramente no me conoces lo suficiente, Lucas.

11:39am

La respuesta de Luke llegó casi de inmediato.

Luke:

Es verdad, no te conozco lo suficiente.

11:39am

Iba a empezar a escribir una respuesta, cuando llegó otro mensaje.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.