6
—¡Hará Boom! ¡Hará Boom!
Aquel claro del parque tenía ciertas irregularidades que Lily no tardó en notar cuando se detenía algunas veces para pedir indicaciones a las mismas aves que buscaban alimentos en la tierra mojada. Los árboles se tornaban grises y el suelo tenía malezas chamuscadas por el fuego, según las aves, era la razón por la que sus nidos estaban en los grandes edificios.
Boris saltaba entre las ruinas que se confundían con las rocas, aunque estas últimas no eran lisas y bien formadas. En ese punto faltaba la vegetación que fundía el mayor terreno que había pisado y pensó que Walt o Vero podrían haber pasado por allí.
En los cielos sobrevolaba un ave, no era de extrañar, pero esta no dejaba de dar vueltas sin perderse de vista cuando no había ramas que cubrieran la visión. Lily comprendió que no se alejaba del parque, como si estuviera buscando a alguien en particular. También tenía algo de culpa los murmullos que nombró Vero. Los animales hablaban entre sí y no le parecía raro, pero lo que se escapaba a su comprensión era un dialecto que no provenía de una criatura de los bosques. Ahí había algo, algo maligno, y lo que fuera estaba trayendo la ruina al parque siempre que no veía más que tierra seca.
—¿Oíste eso? —preguntó Lily a Boris.
El conejo burlón levantó las orejas. Sí, alguien hablaba en voz baja y no se mantenía quieto. Subió al hombro de Lily y esta caminó despacio tratando de no chocar con el origen del sonido.
Falta poco…
Ahora la escuchó con claridad, al menos algunas palabras que escapaban a los susurros para convertirse en gritos.
¿Qué dijeron eh? ¡No te los lleves Jack!
Lily descendió una pequeña cuesta y estuvo a punto de tropezar si no se hubiera sostenido de una rama que se quebró en el acto. Ya no podía pasar desapercibida, y no le sorprendería si Walt y Vero acudieran a la fuente.
Se sacudió la tierra de las rodillas y por el rabillo del ojo divisó otro par de ojos a su lado izquierdo que se mantenían fijos esperando un movimiento de su parte. Era una persona en cuclillas que no tardó en encaramarse alerta por su presencia. Lily pensó en hacer la vista gorda y esperar a que fuera descubierta, pero ya había iniciado el primer contacto, uno que prefería evitar a toda costa.
Volteó el rostro observando el antebrazo derecho faltante de aquel hombre, su reemplazo era una especie de cuchilla manchada de sangre en la punta. Vestía igual que El Cazador y el rey, lo cual la llevó a creer que esa debía ser la vestimenta de los guerreros. Este podría ser uno en toda regla, la cicatriz que cruzaba su nariz se unía a la comisura de su boca mostrando unos dientes que jamás verían la oscuridad en el día. En su cinto cargaba un tubo aferrado a su pierna derecha y alrededor de su cintura colgaban unas esferas verdes que resonaban al avanzar, Lily sabía que los guerreros llevaban pociones, pero estas eran extrañas.
—¡Mira, mira! Tenemos a una espectadora bastante peculiar, ¿vienes a ver nuestro show? —dijo el hombre elevando el codo izquierdo.
Casi como una orden, del cielo bajó un ave con rapidez irguiéndose majestuosa en su brazo. El águila observaba fascinado a la recién llegada, y aún más a su pequeño amigo.
—Al fin espectadores en primera fila Gunner, ¡saluda vamos!
El águila elevó sus alas.
—Es un placer amiguitos —canturreó Gunner.
Boris se posó detrás de Lily, la cual sonrió sin responder. El hombre la observó desafiante, sin embargo, hizo una sonrisa desagradable y continuó su charla.
—No pueden quedarse ahí, vengan, vengan. Me gustaría que me ayudaran con una cosa, necesito una tercera opinión.
Lily avanzó unos pasos limitándose a quedar a distancia del hombre, el cual le dio la espalda rebuscando detrás de un árbol. Creyó que sacaría la misma arma que empuñó el Cazador, sin embargo, descubrió que se trataba de una pequeña caja marrón.
—Aún la estoy decorando usando tintes naturales —dijo el hombre extendiéndola a Lily—. ¿Qué dices? ¿Crees que es llamativa?
La joven observó la cajita. Estaba manchada de colores azules y verdes, aunque sin un patrón definido. Al moverla un poco sintió un golpe en su interior y un sonido agudo que le resultaba familiar.
Levantó la vista. El hombre carcomía con su mirada la caja y su emoción se reflejaba en el movimiento de sus dedos que no paraban de retorcerse esperando sostenerla de nuevo.
Lily se la ofreció de nuevo, siendo negada por el hombre.
—No, no, por favor. Tenla un rato mientras busco otros tintes. —Retrocedió sin darse la vuelta. La sonrisa se le ensanchó mirando a Gunner—. Bueno, bueno, creo que puedes quedarte aquí a esperarme pequeña, ¿o no Gunner?
El águila miró a los invitados.
—¡Hará Boom! ¡Hará Boom! —canturreó.
El hombre hizo una mueca y estrelló la cuchilla de su brazo en el pecho del animal. Las aves posadas en las ramas se alzaron en vuelo mientras la sangre brotaba manchando el verdor del parque. Gunner se retorció en un intento de comprender lo que había pasado antes de detenerse por completo. Tanto Lily como Boris apretaron los dientes, pero no se atrevieron a hacer ruido alguno o correr despavoridos. No confiaba en sus capacidades y menos cuando aquel hombre no tardó dirigirse a ellos.
—Lo siento por eso, ya lleva haciéndolo tres veces desde que estamos aquí y casi arruinó nuestra última presentación. —Limpió la sangre de la cuchilla y miró un objeto de su muñeca—. Uy mira la hora, tranquila niña. Volveré pronto.
El hombre retrocedió perdiéndose de vista y dejando anonada a Lily, quien seguía sosteniendo la cajita en sus brazos.
Podía ser efecto de que el ruido cesó tras el ataque a Gunner, o tal vez que la escena le despejó la mente para pensar con más profundidad, pero ahora si escuchaba el interior de aquel extraño artefacto.
#22810 en Otros
#6775 en Relatos cortos
#16607 en Fantasía
#3534 en Magia
maldiciones, magia fantasia, aventura magia oscuridad guerra reinos
Editado: 23.06.2020