Devuélveme el corazón

Capítulo 2:

Pasaban los días y veía como cada día me alejaba más de Paul y acercaba más a Lucy hacia él, no pasó mucho tiempo hasta que supe por terceras personas que ellos dos estaban de novios, ese día mi corazón termino de romperse, grandes lágrimas caían por mis ojos, mis amigas intentaban consolarme, pero el llanto no cesaba, había hecho feliz a mi amigo, pero yo me había destrozado el corazón, cada vez que debía entrar al salón y los veía juntos intentaba sonreír para que Paul no sospechara de mis sentimientos hacia él, en cambio Lucy cambio radicalmente su actitud hacia mí, me miraba con indiferencia, ya no era la amistosa jovencita que ansiaba ser mi amiga, recién ahora comprendo el porqué de su simpatía, siempre quiso estar cerca de Paul y lo consiguió , me lo arrebato.

Pasaron los días y mi único refugio fueron los libros, salía del colegio y me iba directo a la biblioteca, mis amigas se iban a una plaza cercana a conversar y yo me escabullía hasta la biblioteca, comencé a leer “Besar a un ángel”, cada día tenía una cita con ese libro, lloré, reí, experimente muchas emociones, fue tanto así que comencé a ver la vida de otra forma, me comenzó a importar poco lo que Paul hiciera con su vida, ya no hablábamos, Lucy le prohibió hablarme, si quiera mirarme y sonreír, yo solo seguí adelante con mi frente en alto, yo no había hecho nada malo, aparte de quererlo.

Al cabo de un tiempo comencé a tener problemas en mi casa, mi madre no me creía que al salir del colegio pasaba a la biblioteca, pero era la verdad, deje de visitar la biblioteca a causa de eso.

Comencé a asistir a juntas motivacionales y espirituales que se impartían en un centro, allí también asistían primos, amigos y varias personas más, allí también asistía una ex conocida del colegio, que debió dejar sus estudios a causa de su embarazo, hablaba con ella y me contaba que las cosas no iban bien con su pareja y que solo su hijo los unía a ambos, yo no le conocía, había oído hablar de él desde hacía unos 3 años atrás, pero nunca lo había visto en persona.

Ian era la persona que aún no podía conocer, un hombre de 28 años, alto, con unos ojos marrón y pestañas largas y atrayentes que le daban un efecto dormilón, dientes blancos y parejos, o eso es lo que decía Maira, estaba completamente enamorada de él, tenían una vida juntos con su pequeño hijo Dan, pero al parecer algo extraño pasaba entre ellos, me decía que lo amaba, pero no quería estar con Ian y él por su parte ya le había perdido el cariño.

La primera vez que lo vi fue en una de éstas reuniones espirituales, lo vi llegar y noté de inmediato que era Ian, era exactamente como Maira lo describía, lo que no dijo fue lo especial de su risa, ése sonido peculiar que no se encuentra en todos lados, saludó a todos y a cada uno, al pasar por mi lado me sonrió y siguió saludando, cosa que aquí era totalmente normal, al cabo de un rato cuando terminó la reunión Maira me lo presentó más formalmente.

Mientras caminaba a mi casa no dejaba de pensar en la risa de Ian, "Pero ¿qué va? él no es de mi gusto, no tiene ni la mínima característica física en la que yo me intereso, sus ojos son de un marrón oscuro, a mí me gustan con los ojos claros, más guapos" entre mis pensamientos seguí caminando, subiendo los escalones que me conducían a mi amado hogar, al llegar no podía quitarme la sonrisa de la cara, obviamente mi madre notó que algo me sucedía.

  • ¿Por qué tan feliz Sally? - me observaba sonriendo de lado
  • Nada especial - miento negando entre sonrisas - lo mismo de siempre
  • ¿Segura? - arregla mi cabello que cae por mi cara - te conozco hija
  • Hoy fue Ian, la pareja de Maira - tuerzo el gesto - no tiene nada especial - arrugo la nariz
  • No te creo, a decir verdad - acaricia mi mejilla - no olvides que él ya tiene su vida, tiene su hijo y a Maira.
  • Lo sé má - asiento con pesar y claro que lo sabía, me lo había recordado todo el camino a casa.

Luego de la animosa conversación, me fui a mi habitación, me quité la ropa y me puse el pijama, al tirarme sobre la cama comencé a repasar mi día, pero no podía quitarme su risa de la mente, ése sonido tan peculiar retumbaba en mis oídos.

Al despertar al siguiente día todo fue normal, me vestí, lavé mi rostro, dientes y demás, luego tomé mi bolso y salí camino al colegio.




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