Capítulo 12:
- Te ves preciosa hija
- Gracias abuelo – le sonrío – tengo que verme bien, por algo soy su nieta – suelto una risita
- Claro – suelta una carcajada – debemos vernos tan frescos como una lechuga recién regada
- Así es – río y camino a la camioneta, mi padre conduce y después de unos minutos llegamos a un tipo sede, entramos, mucha gente me saluda y me mira de forma curiosa, aunque había pasado las vacaciones aquí, no había tratado con la personas de la zona – buenas noches – saludo a todos, en su mayoría gente mayor, habían un par de jóvenes y adolescentes.
- Eres la nieta de don Alfredo verdad – me dice un joven acercándose a mí
- Sí, soy Sally – lo miro extrañada – y tú eres…
- Soy Camilo – me sonríe amplio, tiene una linda sonrisa a decir verdad – aquí no hay mucha gente joven, así que si llega alguien nuevo, se nota – suelta una risita – ¿has conocido a alguien nuevo?
- No – niego – la mayoría de las personas solo me miran, pero no me saludan
- Entonces, ¿soy el primero? – asiento – interesante
Sigo conversando con Camilo por un rato, es un chico muy simpático y amigable
- Entonces no estudias acá – me mira a los ojos
- Así es – sonrío amplio – solo vengo por el fin de semana
- Eso es un pena – sonríe de lado – me hubiera encantado que te quedaras más tiempo en este lugar
- Me gustaría decirte que opino lo mismo – miro hacia arriba y después a él – pero no me gusta este lugar, no logro acostumbrarme a decir que mi hogar está acá, para mí siempre mi hogar va a estar en donde nací
- Te entiendo, yo tampoco podría adecuarme a un lugar distinto a este – mira a su alrededor – este es mi lugar
- Aquí es lindo – miro mi alrededor – y la gente parece simpática
- La mayoría somos simpáticos – sonríe – pero mejor no hablemos de los demás – mira mis ojos y luego mi boca, miro para otro lado, fingiendo que no vi eso – cuando quieras salir a caminar o conocer, solo háblame, te dejaré mi número
- Muchas gracias – sonrío amplio y luego miro a mis hermanos, mi hermana me pregunta si estoy bien con los ojos, niego leve, veo que se acerca – ¿me vienes a buscar?
- Sí, la mamá te está buscando – dice mi pequeña hermana y mira a Camilo – hola
- Hola pequeña – le sonríe amplio – no te lleves a tu hermana, dile a tu mamá que no la encontraste
- No – le dice firme y luego me mira – vamos, te van a retar si no vas
- Claro que voy – lo miro – fue un gusto Camilo, pero debo irme
- Está bien – asiente sonriendo – pero aún no me das tu número
- En este momento no recuerdo mi número, es que cambié de móvil – miro a mi hermana – vamos – lo miro otra vez – la próxima vez que nos veamos te lo doy – camino junto a mi hermana de prisa hasta nuestro hermano
- Que insistente – me dice mi pequeña hermana cuando llegamos – si te quiere conquistar no debe ser así
- No creo que quiera conquistarme – río bajo – solo está siendo simpático, amable
- Yo soy mucho menor y veo que te mira raro – ríe – que eres tonta
- Aunque fuera así – muevo la mano quitándole importancia – yo ya estoy con alguien
- ¿Con quién? – me pregunta mi hermano – ¿alguien del colegio?
- No, no es del colegio – sonrío amplio – es alguien que ustedes no conocen y no creo que conozcan realmente
- Y ¿cómo se llama el ser misterioso? – me sonríe mi hermana – ¿edad?, todo
- Se llama Ian y tiene 28 años – sonrío amplio
- ¿28? – me miran ambos – creo que es demasiado mayor para ti – comenta mi hermano – diez años mayor de hecho
- Pero casi no se nota – desvío el tema – y me quiere y cuida bastante
- Al menos es soltero – mi hermana eleva una ceja – es soltero ¿verdad?
- Sí, es soltero, pero tiene un hijo – sonrío amplio – no considero que eso sea malo… o ¿sí?
- Malo no es, pero tú aún estás estudiando – me reprende mi hermano – todavía tienes que ir a la universidad, porque dijiste que irías a la universidad
- Claro que iré – ruedo los ojos – recuerden que en un par de meses estaré aquí, con ustedes
- Este lugar es horrible – mi hermana mira alrededor – solo hay tierra y animales, ojalá te fueras a una ciudad y nos llevaras contigo
- Lo haría si pudiera – suspiro – ojalá pudiera irme a una ciudad y llevármelos
- Pero mamá quedaría sola – Andrés mira a Elisabet – creo que uno de nosotros debería quedarse
- Pero eso ya lo veremos después – sonrío amplio, se lo estaban tomando muy en serio – quizás podríamos irnos todos
- Eso sería mejor – dice mi pequeña hermana con una enorme sonrisa
- Claro que sí – busco mi móvil – ahora si me perdonan, debo llamar a alguien