Capítulo 18:
Narra Ian:
Dos meses después de la huida de Sally:
Me encontraba en mi oficina tratando de sacar adelante algunos proyectos cuando escucho el comunicador de mi secretaria.
- Señor, lo busca una señorita – espera a mi respuesta, “Sally”, es el único nombre que se me viene a la mente, viene a pedir que volvamos, estoy seguro
- Hazla pasar – corto la comunicación y al instante veo la puerta abrirse, pero no era Sally
- Pensé que no me recibirías Ian – sonríe de lado – o pensabas que era mi primita Sally – dice con sarcasmo
- Mía – cierro la carpeta que estaba revisando – ¿qué haces aquí?
- Vine a verte – camina y se sienta en la silla frente a mí – pensé que me extrañarías
- No tengo razón para extrañarte
- No te creo – suelta un risita – por lo que sé, no estás con Maira, te alejaste de ella, al igual que de mi prima – pasa su dedo por sobre unos papeles – o ¿me equivoco?
- No te equivocas, pero no quiere decir que quiera estar contigo – niego y quito los papeles, no quería mirarla, porque me dolía recordar que Sally se había ido, fui tras ella, pero no la encontré, nadie quiso darme su dirección y su teléfono nunca más funcionó – estoy muy ocupado en este momento, así que te voy a rogar que te vayas
- No me iré – se acomoda en la silla y sonríe “coqueta” – no me importa si me utilizas para olvidarla Ian, sabes que llevo tiempo esperando por ti – mira sus uñas – además ella siguió con su vida, no pasó mucho tiempo de que fue que supimos que está con alguien más
- Eso es mentira – gruño – sabes que no es verdad Mía
- Cree lo que quieras, pero la Sally que tú conociste no es la misma que vive ahora con sus padres – me mira y sonríe de lado – ¿acaso me vas a decir que no le abriste los ojos a su sexualidad?, seguro no fuiste ni el primero ni el último con el que estuvo
- Cállate – le grito levantándome de mi silla – ella no es así – me acerco y hago que se levante de la silla – no vuelvas aquí Mía
- Te duele porque sabes que es verdad – ríe – ella ya no te quiere, eres el pasado Ian, solo me tienes a mí en este momento
- Cállate – la tomo del cuello – no digas nada más
- Bésame Ian – dice en un hilo de voz – solo hazme tuya – los recuerdos llegan a mi mente, ese día, Sally entregada a mí, su piel suave, sus besos embriagadores – por favor – no lo pienso más y la beso, suelto su cuello y la atraigo a mí, sé que no es Sally, pero su recuerdo me embriaga, quiero poseerla nuevamente y así, bailando con el recuerdo de Sally en esa oficina poseí a Mía, su piel no es la misma, sus gemidos tampoco, pero en parte saciaba la necesidad de tener a Sally entre mis brazos, cuando terminé me volví a vestir, ella hizo lo mismo
- Puedes irte – digo mientras me meto a mi baño personal – afuera hay unos baños
- Gracias – dice arreglándose la ropa – no me importa que me utilices Ian, solo quiero que seas mío
- Te llamaré cuando te necesite – le muestro la puerta y veo que se va – ¿en qué me acabo de meter? – pongo mi cara entre mis manos – esto se está saliendo de control
Al terminar mi día laboral me voy a mi hogar, hoy debo ir por Dan a casa de Maira, no siento ánimos de hacer nada desde que Sally se fue, ya pasaron dos meses, no regresó, solo se fue, el vacío que siento no hay quien lo llene, no pude seguir con Maira, amo a nuestro hijo, pero realmente nuestra relación no iba a volver a funcionar, no puedo sentir más que desanimo, los planes que tengo para la empresa también se han visto empañados por mi culpa, Sally tenía razón, solo soy un inmaduro.
Los días siguen pasando, Mía me visita algunas veces en la semana y me aprovecho de sus sentimientos y la poseo, ella parece no importarle, pero con cada beso, cada caricia que pongo sobre su piel, una parte de mí se va muriendo, al llegar los dos meses de ésta extraña relación, Mía me pide que le pongamos un nombre a lo que sucede, porque siente que no la tomo en serio, cosa que no estaba tan alejada de la realidad, pero para que deje de insistir le digo que ahora estamos en una relación formal, le compro un anillo y así deja de hacer preguntas y se entrega a mí con más facilidad, lo sé, soy un patán, pero ya no voy a volver atrás.