Capítulo 23:
Narrador:
Sally y Paul se movían armoniosamente por la nueva casa, llenando cada rincón con amor y risas. La luz del sol entraba por las ventanas, iluminando sus sonrisas.
- Este es el lugar perfecto para Theo – dijo Sally, acariciando la pared de la habitación del bebé, Paul sonrió, colocando una estantería para los juguetes
- Nuestro pequeño campeón merece lo mejor.
Sally se acercó a Paul, y juntos miraron la habitación. La cuna, el cambiador y los juguetes coloridos creaban un ambiente acogedor.
- Me encanta cómo queda – susurró Sally, emocionada, Paul la abrazó.
- Tú y Theo son mi hogar – besa su frente – Donde estén ustedes, estoy yo.
Sally se sintió envuelta en amor y seguridad. La sensación de comenzar una nueva vida juntos era emocionante.
- ¿Qué crees que diría Ian si viera esto? —preguntó Sally, una pizca de melancolía en su voz, Paul la miró con ternura.
- Ian querría que estuvieras bien – dice tratando de animarla – aunque no comprenda lo que sucede, sé que quiere lo mejor para ti
- Eso es lo que quiero creer amigo – lo abraza y suspira – Theo va a crecer muy bien aquí
- Claro que va a ser así – besa la frente de Sally – nos vamos a asegurar de que todo sea ideal para el pequeño
Narra Ian:
Las preguntas me asaltan, han pasado semanas y no he sabido nada de Sally, lo único que sé es que Paul regresó, porque el día que intenté ir a verla, lo vi entrando a la casa de la abuela, una gran ira inundó mi ser y me fui.
Hoy invité a Mía a tomar un café, sé que aunque no se lo consulte, ella me dirá lo que sucede con su prima, se sentó frente a mí en un café exclusivo que encontré hace poco, su sonrisa astuta delataba sus intenciones, sabía que diría algo.
- Ian, debes saber qué pasa con Sally – dijo Mía, su voz llena de veneno.
- ¿Qué pasa? – digo aún sin saber realmente lo que quiero escuchar
- Sally y Paul están juntos, decorando su nueva casa, están emocionados con el bebé – informó Mía, disfrutando del dolor que esas palabras me provocaban
- No puede ser – niego sintiendo una punzada en el corazón – Sally me ama – Mía se encogió de hombros
- Parece que ha seguido adelante – no podía creerlo, mi mente se negaba a creer que Sally me hubiera reemplazado – además no creo que el bebé sea tuyo, o sea, está haciendo su propio hogar con Paul, quizás ellos se reencontraron antes y al fin estuvieron juntos y de ahí se concibió el bebé que Sally carga en la panza
- No es cierto – grito golpeando la mesa, veo que Mía se asustó, pero siguió sembrando dudas.
- Sally está feliz con Paul. Olvídala, Ian.
- Nunca la olvidaré, ella es de mi propiedad – siento que mi ego es el que habla, pero saber eso e imaginar a Paul tocando su cuerpo hace que mi sangre me queme por dentro
Me voy del lugar dejando un par de billetes sobre la mesa, me subo a mi auto y mi destino es solo uno, mi mente no piensa en nada más que en ver a Sally.
Narra Sally:
Los días que siguieron fueron iguales, pintar y renovar la casa, al pasar una semana comienzo a sentirme con un malestar y decido quedarme en casa de mi abuela, hacer un día de cama no me haría mal.
Estaba descansando cuando siento fuertes golpes en la puerta, me levanto como puedo y voy a abrir, al ver a quien estaba tras ella mi corazón se detiene, esperaba a cualquier persona, menos a Ian.
- Hola Sally – dice como si intentara mantenerse tranquilo, pero sus ojos se ven furiosos – necesito que hablemos
- Ian – susurro, mi garganta se niega a dejar pasar el aire necesario para hablar – no, no puedo en este momento
- Estás con alguien, ¿verdad? – dice entrando sin detenerse un segundo, comienza a buscar por los sillones, en la cocina, abriendo las puertas, no comprendo qué sucede
- ¿Qué haces Ian? – digo con una cuota de decepción en mi voz – estoy sola
- Es que me dijeron que estabas con alguien y no podía aceptarlo – camina de vuelta y luego vuelve a caminar por la casa – Sally es que debes entenderme, me siento traicionado
- ¿Traicionado?, ¿tú? – no puedo creer lo que escucho – me dejaste y luego me entero de que estás con Mía, mi prima y ¿el traicionado eres tú?
- Es que eso no tiene relevancia ahora – medio grita – estás con Paul, ya lo supe
- ¿Lo supiste? – grito - ¿Quién te lo dijo?, ¿Mía?
- Que no importa quién me lo dijo – grita pasando las manos por su cabello – me mentiste, estás con él, eres mía Sally, nadie más te puede tocar – camina como loco por el comedor – no me quisiste lo suficiente, cuando te viste libre de mí te fuiste con otra persona que te habló bonito, no me amas realmente, solo dices mentiras y ése bebé que cargas, estoy seguro que no es mío
- La verdad es que verte me quita las ganas de vivir – digo sentándome en el sillón – el solo pensar en tu existencia me llena de angustia, ganas de irme lejos, de empezar todo de cero, de tener amnesia si es posible, olvidarte sería lo mejor que me podría pasar en este momento, el pensar que si tú no hubieras aparecido en mi vida todo sería tan distinto, quizás hubiera sido todo más tranquilo, no tendría que estar contando los segundos, minutos y horas para poder volver a verte o saber de ti, porque siento la necesidad de saber de ti, eso causas en mí, que me preocupe tanto de ti y a final de cuentas al parecer yo simplemente no te intereso, solo me utilizaste y te llevaste parte importante de mi vida y sabes ¿qué es lo peor?, yo te permití que me dañaras de ésta forma, yo autoricé que me dañaras, porque te creí todas las mentiras que me dijiste, aun sabiendo que esto no iba a ningún lado, te entregué mi cuerpo y más que eso, mi corazón, pero no supiste qué hacer con tanto en tus manos. Ahora me dices que no te quise lo suficiente – suelto una risa irónica mientras mis ojos se llenan de lágrimas – si no te hubiera amado como lo hice, no me sentiría tan destruida en este momento, no buscaría día a día una razón para levantarme de esa cama, porque créeme que cada día es una batalla para poder seguir adelante sin ti.
- Es que no te entiendo Sally – se sienta a mi lado – yo quiero que lo volvamos a intentar, ésta vez va a ser diferente
- Ya no te quiero ver Ian – me levanto con dificultad del sillón, el dolor en mi zona baja había aumentado con la llegada de Ian, camino a la puerta. Él intenta ayudarme y le quito la mano, abro la puerta – vete, ya no te quiero verte nunca más, no eres bueno para mí y para nuestro hijo – suelto una sonrisa melancólica – perdón, mi hijo, ya que dudas ser el padre y la verdad es que sí, no eres el padre y nunca lo serás
- No me hagas esto, por favor – se queda parado en la puerta – Sally yo te amo, no quiero perderte, no así
- Vete – miro sus ojos – por favor vete, no te quiero ver, me hace mal verte y saber de ti
- Pero…
- Te pidió que te vayas – veo a Caterin – aparte de tonto, ¿eres sordo?
- No me voy a ir – dice agarrándose al marco de la puerta – has lo que quieras, no me iré
- Vete o llamaré a la policía – dice sacando su móvil – sabes que lo haré – marca el número – no tienes nada que hacer en éste lugar Ian, tú ya no formas parte de la vida de Sally
- Es que tienen que entender que yo no voy a perder a Sally, ella es mía – se cruza de brazos – nada va a hacer que me vaya de aquí
- Lárgate Ian – escucho a Paul llegar – Si no te vas ahora, seré yo quien te saque
- No tienes nada que hacer aquí Paul – veo a Ian que se acerca y lo empuja – solo eres un niño
- Créeme que ya no es así – sonríe de lado – Cat, ¿llamaste a la policía? – mira a mi amiga y ésta asiente – ya lo viste, puedes retirarte a la buena o a la mala
- Me voy, pero tú te vas conmigo, necesito que hablemos – apunta a Paul
- Está bien – asiente y me mira – volveré en un rato, pidan algo rico de comer, me dejan un poco o pedimos otra cosa – saca algo de su billetera y me lo entrega – es mi tarjeta, ya te sabes la clave
- Te esperamos – sonrío, no me había dado cuenta de lo mucho que quiero a Paul, después de mucho tiempo me siento protegida y cuidada por alguien – te adoro – susurro y mis ojos se llenan de lágrimas – cuídate, cualquier cosa me avisas
- No te preocupes – me guiña un ojo – ya regreso