Día Z: Apocalíptico I

Interludio-I

Todo mundo se estaba preparando para marcharse.
Los soldados pasaban de un lado a otro corriendo, con maletines en las manos y mochilas en la espalda. Los científicos iban cubiertos de la cara con una máscara para que nadie viera sus rostros mientras "Trabajaban", y los administradores pasaban con ritmo normal de un lado a otro.
La verdad es que nunca pasaban mucho tiempo asentados en un sólo lugar, siempre cambiaban de asentamiento una vez al año o incluso más de dos veces, no podían quedarse quietos pues entonces los lograrían rastrear y en consecuencia, los exterminarían.
Era un escándalo siempre que eso pasaba, y su cuerpo ya se había acostumbrado al frío de la región sur de Groenlandia, aunque abajo, donde lo tenían, nunca solía llegar la nieve, pero de igual manera siempre hacía un frío que congelaba hasta los huesos del más fuerte.
Aunque esta vez él no se iría con ellos, claro que no, él sabía perfectamente lo que le querían hacer y cómo pensaban terminar con su vida, después de tanto trabajo arduo para salvar a su familia, iba a ser correspondido con ser asesinado con su propia obra maestra, con su propia creación, con su Bacteria Z, y eso al parecer, era lo que más le dolía en el corazón.
Había sido capturado a principios del mes de Octubre en el año 2026 mientras salía de su trabajo que estaba en una Universidad privada en el estado de Minnesota, los hombres encapuchados tan sólo le permitieron sacar las llaves de su auto del bolsillo antes de que le taparan la boca con un pañuelo empapado de cloroformo y, tras dormirlo, subirlo a una furgoneta que los enviaría directamente hasta Nueva Jersey, donde en una embarcación llegarían hasta Groenlandia. Casi tres días sin comer hasta que se dignaron en lanzarle pan y agua al contenedor donde se encontraba metido abordo del barco carguero. Una celda mal oliente de metal, donde dormía, comía y bebía en el mismo lugar que defecaba, orinaba y vomitaba, ya que no estaba acostumbrado a navegar en barcos y su estómago no paró de purgar oralmente todo lo que consumía y no consumía.
Tras varios días de navegación, la verdad no sabría decir cuántos ya que lo tenían encapuchado siempre que estaba fuera del contenedor, arribaron a un puerto donde sin la menor delicadeza lo arrastraron de nuevo a una furgoneta que lo llevó al cuartel donde se encontraba actualmente.
Todo eso lo sabe ya que se las ingenió para sacarles información a los soldados que lo tenían resguardado en su pequeño laboratorio, Praga y Jhonsson, ya que sin ellos, ni siquiera sabría que estaba en Groenlandia.
Los días de arduo trabajo habían terminado tres días atrás, cuando terminó la bacteria.
Al principio, trabajaba llorando, con amenazas cada diez segundos y obviamente con la mente totalmente bloqueada por el miedo y la desesperación. Le habían dicho que su familia estaba bajo vigilancia y que a la más mínima provocación, equivocación o negación de su parte, serían asesinados, eso era motivo suficiente para no dejar de trabajar ni el día ni la noche. Después de que se fue acostumbrando, ya no era tan pesado trabajar, aunque, de cierta manera cada movimiento era una tonelada más de culpa, ya que estaba creando literalmente un monstruo, una criatura tan diminuta e invisible a simple vista, una aberración que acabaría con la vida en la tierra como todo mundo la conocía.
Hubo veces en las que pensó si valía la pena sacrificar a toda la humanidad tan sólo por mantener a salvo a su familia, y siempre que lo pensaba terminaba donde mismo; Lo valía.
Su trabajo no era simplemente crear la bacteria, sino, también hacer que esta misma no atacara ni hiciera efecto en todos los miembros de la organización terrorista.
Las especificaciones del señor Collen habían sido claras; "Que reviva a los muertos y asesine a los vivos".
Y al parecer así era.
Entre murmuros de Praga y Jhonsson escuchó que la bacteria había sido todo un éxito, había sembrado el caos en todo el mundo y los resultados eran aterradores y asombrosos.
Él sabía lo que harían con él.
Según el reloj de su habitación-celda era el día dos de Noviembre.
Los ruidos, las pisadas y los gritos habían cesado ya una hora atrás.
Tan sólo gobernaba el silencio, un silencio que penetraba los oídos y lo hacía escarmentar, era todo tan poco creíble.
Se acercó lentamente a la puerta que siempre estaba cerrada y intentó abrirla.
Cedió.
Después de un año por fin podría ver qué había afuera de la habitación donde estuvo encerrado todo el tiempo. Con paso tembloroso salió y se topó con un pasillo que daba a la izquierda y a la derecha, continuó su camino por ésta última, todo estaba repleto de puertas, todas con números y nombres distintos, escuchó unos pasos detrás de él, lentos y pesados, por lo que comenzó a correr esperando llegar a una salida.
Al final del pasillo se topó con unas escaleras en espiral que subían, decidió subirlas, deprisa, y siempre teniendo en mente que el peligro acechaba.
Una vez que llegó a la cima se encontró con otro pasillo, recto y sin fin, continuó corriendo pero tras unos pasos algo lo detuvo, un sonido espantoso, un rugido infernal que pareció provenir de donde él venía. Lamentó haberse detenido y comenzó a correr de nuevo lo más deprisa que sus entumidos pies le permitían, hace mucho que no corría. Llegó al final del pasillo y miró unas escaleras de metal que subían para salir por lo que parecía la entrada de un pozo.
Al subirlas se encontró en una sala enorme, había sofás, televisiones, refrigeradores y mesas, caminó entre los sillones y miró en un extremo unas puertas de metal que decían "Salón Principal", entró por ellas y se topó con un salón que tenía una mesa redonda y varias sillas desordenadas, pero sin otra salida. Regresó a la gran sala y buscó otra puerta.
Todo estaba completamente simétrico, cada sillón estaba colocado a una distancia exacta del otro, cada silla, cada mesa, y los refrigeradores, excepto uno, que estaba más alejado del resto y pegado a la pared. Se acercó y comenzó a moverlo hacia la derecha, efectivamente estaba tapando una puerta de madera. La abrió y se topó con un pasillo más pequeño que los demás donde al final había otras puertas de metal, pero éstas decían "Salida" en la parte superior.
El frío cada vez era mayor, se le estaban congelando los huesos y exhalaba vapor tras cada inhalación.
Justo cuando iba a comenzar a correr a la salida, entre lágrimas y sollozos, vio que se abría una de las puertas laterales del pasillo, se detuvo en seco y el corazón le comenzó a latir a una velocidad inimaginable.
De la habitación salió una persona, tambaleándose, no era un humano normal, era un infectado de su Bacteria.
Sintió que la sangre se le bajó a los pies, eran horribles, era algo repugnante y terrorífico, sintió la culpa como nunca sintió nada.
El infectado lo miró, y tras un rugido que le puso la piel de gallina, comenzó a correr hacia él.




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