Recolecté tantas almas como pude, el día había transcurrido de manera normal; me encontré con algunos demonios, pero ellos sólo me miraban y se iban, otros me insultaban incluso por haberles ganado algunas almas; nunca me atacaron ya que es significaría iniciar una guerra.
Al caer la noche me sentía realmente cansada, porque tal y como había dicho recolecté suficientes almas para Miguel. Al cabo de un ato decidí sentarme sobre una roca la cual estaba frente un lago para descansar un poco, en ese momento me puse a pensar sobre lo que me dijo Rafael respecto a mi herida “si él no fue quien me vendó” pensé “¿quién fue? El ángel que estaba conmigo no pudo haber sido ya que él estaba peor que yo” el ángel de la enfermería me dijo que Rafael fue el primero en llegar, aunque la preguntarle me dijo que no sabía nada “eso me deja con sólo un opción, pero es completamente imposible; él nunca haría algo así por un simple ángel que no conoce de nada. Él nunca me salvaría por que le caigo bien, incluso dijo que me ayudó para evitar una guerra” millones de pensamientos rondaban en mi cabeza hasta que fueron interrumpidos por una voz.
-Apuesto a que pensabas en mí- me sobresalté e inmediatamente sentí l presencia de un demonio, lo cuál me pareció realmente raro, era como si hubiera ocultado su presencia; saqué mi arma mientras me levantaba dando la espalda a la roca -tranquila- al verlo de frente pude ver que era un demonio con el cabello corto, le llegaba a los hombros, era de color negro; la ropa que tenía era simplemente unas botas color negro; en el pecho tenía un peto de armadura de colores negro y rojo, era tan delgado y pequeño que fácilmente se podría confundir con alguna playera; el pantalón era también una armadura como la del pecho. Tenía las manos arriba, indicando que no tenía armas.
- ¿Quién eres? – su voz me es familiar.
-Cierto, no me habías visto con esta armadura- se acercó lentamente a mí, pero se detuvo al ver que levantaba mi espada un poco más -soy yo, Shin – al escuchar ese nombre sentía cómo mis hombro se relajaban, tenía sentido ya que la voz era la misma y el aura que tía también, a pesar de eso no bajé mi espada del todo, tan sólo fue un poco -tranquila- se empezó acercar a mí poco a poco; estaba alrededor de 4 metros de mí - ¿es que caso no podemos encontrarnos sin que me amenaces a muerte? – seguía viéndolo por alguna extraña razón, era como si mi cabeza se desconectara de mi cuerpo e hiciera lo que quisiera -lo sé- dijo mientras alzaba los hombros con un gesto de burla -soy hermoso, pero si me sigues viendo así me vas a gastar- no pude evita esboza una sonrisa ante su comentario -hasta que al fin te veo sonreír- exclamó casi en un grito de manera sarcástica.
- ¿Qué pasa Shin? – pregunté mientras volvía a tomar asiento en la roca sin guardar mi espada, la puse junto a mí por si la llegaba a necesitar.
- ¿Acaso tiene que pasar algo para poder verte? – se acercó y tomó asiento a un par de metros, asía que no lo dejaría acercarse mucho -sólo pasaba por aquí y decidí venir a saludar, es todo. –
Su comentario me hizo sentir rara, por una parte me sentía casi feliz de que se intentara acercar a mí, pero por otro, según yo mi lado inteligente me decía que no confiara en él -por cierto- me levanté ignorando esa parte que me pedía a gritos que me alejara y me coloqué justo frente a Shin; demasiado cerca diría yo, pero no bajé la guardia ya que tenía un cuchillo escondido por si algo pasaba; además no era renegado así que era poco probable que me atacara.
- ¿Qué pasa? – preguntó algo confundido.
-Es que no te agradecí que me hayas ayudado con el demonio de la otra vez. –
-Sobre eso… -
-Descuida- dije interrumpiéndolo mientras levantaba las manos en señal de que se detuviera -sé que te viste obligado para detener una guerra, pero pudiste deja que me matara y nadie se habría enterado; incluso Adirael pudo decir que me mató para así evitar problemas así que… Gracias- dije alegremente, porque era cierto, simplemente se pudo hacer a un lado y pretender que nada pasó.
Sin se quedó en silencio por unos segundos, se levantó quedando frente a mí, estábamos tan cerca que con tan sólo levantar nuestras manos y estirarlas un poco nos podríamos tocar -no lo hice sólo por eso- comenzó a decir mientras me veía a los ojos -también fue porque no podía permitir que un ángel como tú muriera.
Me quedé perpleja ante las palabras del demonio, nunca pensé que alguien como él fuera capaz de decir tales palabras. Mientras lo miraba a los ojos me percaté de que eran de color naranja, pero alrededor eran color rojo, era una combinación realmente extraña.
-Lo que me recuerda- dijo Shin sacándome de mis pensamientos mientras se alejaba y apartaba la vista hacia el lago que estaba a mis espaldas - ¿cómo está tu herida? –
-Bien, gracias- dije tocándome la herida por encima de mi blanca armadura, la cual era tan ligera como el papel, pero resistente como el hierro, no podía seguir más con la duda así que decidí preguntarle directamente - ¿tú me vendaste? – la pregunta lo tomó por sorpresa ya que se me quedó viendo un momento y después se cruzó de brazos.
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Editado: 31.05.2019