Diario de una perdedora

Capitulo 1

El viaje en carretera ha sido pesado, ya ha empezado el verano, hoy decidí regresar a California, iré a visitar a Hana y mis sobrinas, supe que son igual de hermosas que ella, antes de ir a su casa decidí pasar a dejarte unas rosas “tus favoritas para ser exactos”, tenía un debate entre hacerlo o no hacerlo.

Como sabrás me he casado con Dana y por respeto a ella sé que no debería hacerlo, pero por el amor que alguna vez te tuve decidí hacerlo, Dana lo entendió, ella te ha perdonado al igual que los demás.

“Ya has madurado” no sé, pero te imagine diciendo eso con una sonrisa, siempre que miro el mar me acuerdo de ti y las veces que te revolcaron las olas (perdón, pero no puedo evitar reírme), creí que nuestra historia seria como la de las películas de romance juvenil.

Vengo caminando por el verde césped, me dirijo a la playa, haya me está esperando Dana y mi bebe, ¿No te había contado?, hace un año nació el amor de mi vida “Aníbal”, es hermoso se parece a su madre, aunque de carácter se parece a mí, sé que suena egoísta contarle, pero quiero que sepas…Que ya te he superado.

Ojalá te pudiera olvidar, pero eres y serás la daga que siempre llevare enterrada en el corazón, solo espero que con el tiempo deje de doler.

—Nos vamos, amor — le digo a la persona que se encuentra mirando el mar.

Está sentada en una banca, dándole mamila a Aníbal, supongo que don gruñón ya le dio hambre, le está hablando mimado a Aníbal y Aníbal la mira confundido.

—Pero que niño más berrinchudo — le digo y empieza a patear.

—Al parecer no le gusta que le digas así — me dice Dana mirándome

—Y a mí no me gusta que se roben la atención de mi esposa — reclamo y Dana voltea los ojos

—Mejor vámonos — dice poniéndose de pie con Aníbal.

En el camino Aníbal se queda dormido “Que bueno que trajimos la carriola” tener un hijo no es nada fácil, como la casa estaba “cerca” de nuestro hotel decidimos venirnos caminando y fue la peor decisión que pudimos a ver tenido.

Toco el timbre a la espera de que nos abran la puerta, unos minutos después la abre una pequeña, debe de ser “Celeste”, ya esta enorme y esta igual que su madre, tiene dos hijas una de 6 años y otra de 3 y son unos diablillos, una vez me toco cuidarlas y quede traumado.

—Pasa tío Basil — me dice con su tierna voz.

Pasamos y nos dirige al comedor donde esta Hana con su esposo y otra hija.

—Tío Basil — grita la pequeña candace, corre abrazarme — hola tía Dana.

—Hola nena — le decimos al unísono.

La tarde recurre tranquila, entre hablar, jugar un rato con las niñas, hacerle mimos a Aníbal, ver películas infantiles, se llega la noche me empiezo a despedir de todos, Dana sale primero que yo y antes de que yo pueda alcanzarla Hana me detiene.

—Quiere verte — me dice con preocupación “se de quien habla” — ha llamado tantas veces a la casa, que empiezo a tener miedo por las niñas.

—Sabes dónde puedo encontrarlo sin que Dana se entere — le pregunto

—Esta con la mamá de ella — me dice y y asiento.

“Te fuiste y dejaste un gran hoyo al que tengo que tapar para no hundirnos en tu mierda”




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