Diario de una perdedora

Extra. Un poco de la vida de Alondra

Alondra

 

Shorts azules, camiseta negra, botines de tacón negro, un chongo, lentes de sol, una buena cerveza bien fría, lejos de tus captores, si CAPTORES, desde que tengo memoria mis padres siempre que yo sea su sombra, no puedo poner este tipo de ropa porque ellos a mi edad no la usaban, no puedo maquillarme de esta manera porque mi mamá no lo hacía, no puedo comer esto porque puedo ganar grasa, me tienen harta.

Sé que hay que ser agradecida con los padres, pero los míos no me dejan ser libre, solo soy libre cuando estoy con mi gemelo, bueno en realidad no tengo hermanos soy hija única, Kilian es mi primo, nacimos el mismo día, 24 de abril, el nació una hora antes que yo, desde entonces éramos inseparables.

Hasta los 5 años que mis padres decidieron mudarse y alejarme de mi compañero de travesuras, nos veíamos solamente en las vacaciones y claramente las aprovechábamos al cien, cuando nuestros padres decidieron asociarse y construir un hospital de rehabilitación volvimos a vivir juntos, mamá estaba decidida a que estudiara para ser psicóloga, realmente no era mi sueño, mi sueño es ser cantante, pero papá dijo que esas eran estupideces y bueno tuve que acoplarme a lo que ellos decidieron si no me mandaban a un internado.

Kilian fue lo contrario, sus papas le dijeron que tenía que ser doctor y el en cambio huyo de su casa a los doce años y se fue a vivir con la abuela, duro dos años viviendo con ella, solo hasta que sus papas le dijeron que él podía ser lo que quisiera solo que regresara a la casa, de ahí se decidió por ser Abogado, ya que según él le encanta el chisme.

Ahora mismo nos hemos ido de pinta del colegio, vamos a casa de la abuela que está en california, está un sol que hace que me quiera desnudar ahora mismo.

—Démonos prisa, llegaremos en 30 minutos — menciona Kilian metiéndose a la camioneta

Tal y como lo dijo llegamos en 30 minutos, nos estacionamos frente a la casa de la abuela, quien nos está esperando en la puerta.

—¡Mis niños! Sus padres se han vuelto locos, me han estado llamando, gracias que me enseñaron a bloquear los números — le resta importancia

—Abu — corro a abrazarla, los abrazos de la abuela son tan cálidos

—Abuela — Kilian solo le da un apretón de manos haciendo que la abuela lo reprenda

—Quien te crees que soy, soy tu abuela no uno de tus amigos — Kilian sonríe y la abraza

—Iré al súper — les digo y ambos voltean a verme

—Deberían ir ambos en lo que está la comida — le hacemos caso y vamos

Caminar por las calles de california es hermoso, quisiera ir al mar, pero ahora no puedo, si voy sin comer la abuela es capaz de ir y sacarme de las orejas.

Al doblar la esquina chocamos con una chica, de mi misma estatura, pelinegra, ojos cafés, nos mira a ambos como bichos raros.

—L-lo siento — dice y se va a toda prisa

Tiene una sudadera puesta con este calor, chica loca.

Llegamos al súper y Kilian se va directo a la licorería, yo claro que al refrié, busco mi helado favorito, llevo tres helados de diferente sabor y Kilian tres bebidas alcohólicas diferentes, ambos nos miramos con una ceja enarcada.

—No comparto — decimos al mismo tiempo

Pagamos y nos vamos a casa, cenamos, vemos una película, más o menos como a la media noche ya cuando todos están dormidos, salgo directo al mar, camino por la suave arena, hay una brisa refrescante y el sonido del mar son llenos de paz.

Una vez la psicóloga me dijo que gritar algunas veces alivia nuestro dolor, camino hacia el mar, cuando el agua me llega a las rodillas grito tan fuerte que me arde la garganta, grito tanto que siento que me quedare sin voz, al darme cuenta que tengo las mejillas empapadas de lágrimas ¿estoy llorando? Eso ocasione que llore con más fuerza.

Después de tranquilizarme me voy a la orilla, donde solo llega un poco del agua, miro a la nada, siento que me quite un gran peso de encima y eso me alivia, mañana regresaremos a la rutina de siempre y eso me cansa, como quisiera algún día irme lejos, ser libre.

Tres años después…

Así que la chica con la que chocamos era Greta, que pequeño es el mundo, miro a través de la ventana a la chica que esta con sus padres. Sonrió y volteo a ver a Kilian, quien está de brazos cruzados, me mira y también sonríe.

—¿Debería ir a saludar a mis suegros? — pregunta y yo me carcajeo.




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