Días

Día 15

 

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DOMINGO
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—¿Por qué estamos aquí? —pregunta Olivia mientras mira atenta al menú. 

Tanteo las opciones con el presupuesto impuesto y creo saber cuál plato degustar. —Se me antojó venir a comer aquí. —Levanto un dedo para llamar al camarero. 

Olivia cierra el menú al ver que no preguntaré su opinión. —¿A Plaza Mayor? Venga, no me digas que Nathaniel aparecerá por allí. 

Presiono los labios en una fina línea y alzo las manos en un ademán de no saber si viene o no. Técnicamente es verdad, no sé si aparecerá. Antes de contestar, el camarero llega a nuestra mesa. —Una Paella y un refresco de Coca-Cola de un litro por favor. —Sonrío y le entrego el menú. Cruzo los brazos sobre la mesa y miro a Olivia. —Bien, ¿recuerdas el plan con Nathaniel? Lo cité a este restaurante.

Olivia arquea una ceja con una mueca seria negando con la cabeza. —¿Por qué sigues con eso? Ya te habló una vez. 

El tintineo de la puerta hace que gire la cabeza varias veces a ese punto. Pero me desilusiono al ver que no es la persona que busco. —Lo sé. Pero todavía tengo temor, ¿sí?

Ella recarga su cabeza en una palma de su mano. —¿De qué exactamente? 

—Ve. —Me descruzo y coloco ambas palmas sobre el mantel, inclinándome un poco hacia ella. —Lo pensé anoche. Ajá, me conoció. Todo bien allí, pero ahora vengo yo, le digo, hey Nath, ¿sabes la chica con la que hablas por mensajes? ¿Zafiro? Esa soy yo. —E imito una sonrisa inocente. La cual borro al instante y la reemplazo por un pequeño puchero. —¿Que pasa si le caí bien en la primera impresión, pero al descubrir esto, se borra y ahora me ve diferente? —Zarandeo un poco mi cabello.

—¿Y qué tal si lo entiende diferente? Si le explicas porqué optaste por ese método, comprenderá. No se ve como un chico irracional. 

—¿Y si luego de eso me pide que ya no le escriba o hable? 

Noto que voltea los ojos. —Entonces haz caso y ya. Quiere decir que al final no está interesado en conocerte y no deberías perder el tiempo en él si ese fuera el caso.

Termino haciendo un puchero pronunciado y recargo el mentón en la unión de las dos manos con los codos sobre la mesa. —Lo tengo en la mira desde hace un año. Si al final resulta que debo mudarme, entonces no querría llevarme el pesar del "¿Y si...?".

—Y te felicito por eso, pero no te dejes arrastrar por el chico. Solo te lo digo por si acaso. 

Asiento con la mirada triste. Pero aparto las manos cuando recuerdo la última pregunta de Nath. —¿Al final como obtuviste el número de él? 

Olivia sonríe ladina y suelta una pequeña risa nasal al recordar quizás su hazaña. —La segunda vez que Jack vino a mi, hice el truco de pedir prestado el celular por una llamada. Lo memoricé y te lo pasé. Así de fácil. 

Doy aplausos lentos y suaves incrédula. —No por nada estás estudiando contabilidad. Besaría a esa cabeza tuya, pero estamos en público. 

—Sí bueno, pero pensé que lo llamarías, no que crearías todo este anonimato. 

—¡Lo iba a hacer! —mi entonación fue un poco elevada a la normal, así que carraspee—. Pero me acobardé y le mandé tres holas.

—¿Tres? —Arruga la nariz y las cejas. Cierra los ojos ahora y alza una mano para cubrir los párpados. —No me digas que... No, espera. ¿Cuándo te respondió Nath?

Aparto la vista y hago un pequeño silbido. Luego la regreso con una sonrisa de bebé con los ojos cerrados y la nariz fruncida. Sin contestar, elevo la mano con cuatro dedos arriba. —En mi defensa, iba a renunciar al quinto. 

—No puedo creerlo. 

—¡Pero salió bien! ¡Me respondió!

—¿A qué costo Rebeca? 

—Ya, ya, sabes que no suelo hacer estas cosas. Esta es mi primera y última vez en que tomo la iniciativa con un chico de esta manera.

Olivia niega varias veces con la cabeza. Nuestra plática continúa alrededor de cuarenta y cinco minutos, que luego es interrumpida por la comida. Ese es nuestro almuerzo del día. Una paella con camarón principalmente.

La verdad, disfruté el platillo. Pero en algún punto me supo amargo porque en ningún momento Nathaniel hizo acto de presencia. 

Olivia y yo dimos unas cuantas vueltas alrededor del Centro Comercial y volví a casa un tanto desanimada. De todas maneras no esperaba verlo. 

 

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¿Y disfrutaste de la comida?

Enviado a las 4:25 pm.

 

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«Nada me cuesta hacer la pregunta. Quizás fue cuando yo no estaba».

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No fui. 

Enviado a las 4:30 pm.

 

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«Oh, es una pena».

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En el texto hay: amorjuvenil, universidad, mensajes

Editado: 31.08.2021

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