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VIERNES
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Ya vienes?
Enviado a las 4:29 pm.
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«¿No les pasa que se emocionan más por la persona que verán que la misma festividad que se celebrará?».
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Me estoy montando en el carro, ya vamos para allá.
Enviado a las 4:33 pm.
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Suspiro y abandono el celular. Me acerco al espejo de cuerpo completo y me doy una última revisada. Opté para esa fiesta, unos pantalones negros de cintura alta y un suéter de lana holgada de color rosa pálido. Con mi cabello no tengo tantas opciones más que alisarlo y que no se me quede en punta. Y lo que llamaría la atención de mí serían mis ojos con el delineado negro de punta fina y sombras claras. A mis labios solo le cubría una capa de brillo.
Admito que me veo encantadora.
Sonrío satisfecha con el resultado y salgo de mi cuarto para ver a Olivia que la había dejado en la sala de estar.
La encuentro charlando con mi mamá.
—Y bueno, ya sabes la condición para Rebeca de ir a fiestas, si se torna tarde, que no me venga borracha. Porque es un susto y dolor de cabeza aguantar a un borracho en la madrugada. —Junta las manos provocando un sonoro aplauso. —¡Ah! Y si ves que se queda a dormir con un chico, ve si tiene el cuidado necesario, no la veo ahorita con un bebé.
—Mamá, siempre dices que soy responsable, ¿acaso crees que me iré de boca a pasarla bien con un chico? —Mamá se sobresalta cuando me oye y coloca una mano en el centro de su pecho. Se gira un poco siguiendo mi andar con la mirada. Me cruzo de brazos cerca del sofá donde están ella y Oli.
Mamá entorna los ojos y hace un ademán. —No con cualquier chico por supuesto. Pero me dijiste que irá ese muchachito. —Y apoya su mejilla en la palma de su mano. —¿Podrás resistirte si surge una oportunidad?
Me cubro la cara avergonzada. —¡Mamá! Él y yo no tenemos ese tipo de relación.
Entonces la miro entre los dedos cuando la escucho carcajearse. —Ay mi cielo, la juventud de ahora está más desatada que en mis tiempos y eso que hay que tenerle ojo cuando tenía tu edad. Así empezamos tú papá y yo. —Se reclina en el sofá e imita una voz más chillona. —Ah, somos amigos, jiji, jaja, pum. Una noche de pasión y no volvimos a ser los mismos. —Niega con la cabeza con un mohín y se cruza de piernas colocando las manos en las rodillas.
Hice un puchero con el ceño fruncido. —Nath y yo solamente somos amigos.
—Esa careta de amigos no les va a durar mucho —escucho que murmura Olivia.
—¡Olivia! —Y mamá se ríe más fuerte.
—Me gustaría ver a mi futuro yerno —comenta en broma mamá para añadir más sazón.
—¡Mami! —exclamo mortificada. Resoplo ofuscada e intento buscar cambiar el tema. —Dime mamá, ¿a donde dijiste que irías con papá?
Mamá se calma y permanece con una sencilla sonrisa. —Ah, a visitar a la suegra. Ella es un amor, pero necesito mentalidad de hierro por las hermanas de tu papá. Cuando quieren, pueden ser una fieras con esa lengua que le dieron. —E imita el siseo de las serpientes.
—¿No se llevarán a Laura? —pregunto con preocupación, miro a donde se supone que está la habitación de ella.
Mamá suspira. —Tiene diarrea y está en su periodo. No quiere salir a ninguna parte.
Arqueo una ceja. —¿No está fingiendo, verdad?
Ella niega con la cabeza. —No lo está. Así que permanecerá en casa.
Suspiro nuevamente y en mi pecho se instala un mal presentimiento.
Mi celular vibra y la pantalla se ilumina.
Estoy aquí
Enviado a las 4:50 pm.
Mi bobo corazón comienza a latir de forma rápida y me mareo levemente. No me acostumbro a verlo en persona.
—Oli, los chicos están aquí. —Ella asiente y se levanta con la mirada clavada en el celular.
—¡Llegó el yerno! ¡Quiero verlo! —Mamá se levanta apresuradamente y no puedo hacer nada para detenerla, solo pedir en mi interior que no diga nada vergonzoso frente a los chicos.
Ella sale con nosotras y camina a pasos levemente apresurados al carro. —Oh, bonito carrito. —La oigo murmurar.
Ruedo los ojos y resoplo. Miro entonces que la ventanilla del copiloto empieza a bajar.
Olivia abre la puerta trasera y se mete en silencio. Mientras que yo debo esperar a que mi mamá dé sus respectivos saludos. Ella se inclina y coloca las manos en el bordillo de la ventanilla.
—Oh, pero que guapetones muchachos. Hola jóvenes, paso a verles las caras para ver quién se lleva a mis niñas.
—Ah, un gusto señora Aguilera, soy Nathaniel Millán. —Entreveo que Nath ofrece su mano para estrecharla con la de mi mamá. Ella lo hace con gusto.