Dijiste que me amabas y que duraría toda una vida,
pero no pasaron ni bien tres días
y era yo quien sobraba en la habitación,
era yo quien tenía el corazón roto, quien lo había perdido todo.
Dijiste "te amo" con todas las letras,
pero al final no me quedé con ninguna,
ni contigo, ni con los sueños que tuve;
menos aún con el fantasma de tu alma...
Me quedé sin nada, congelada en un lugar,
retraída en un rincón con mi corazón roto,
con mi alma partida y con un vacío en mi alma
que lleva las seis letras de tu nombre.