Diez razones para estar contigo.

Capitulo 11.

31 de Diciembre.

4:00 A.M

Había despertado con un horrible dolor de estómago, hacia esos sonidos como de dinosaurio, la noche anterior no había comido nada porque por un momento había olvidado que tenía que alimentar al bebé que crecía en mi vientre. Así que hoy me había levantado con muchas ganas de comer, así que me había levantado a las cuatro de la mañana a comenzar a comer lo que había en el refri, y gracias a Dios había quedado comida de Navidad, el delicioso pollo y el puré de mamá, abuse de todo y calenté tres piezas de pollo y un montón de puré. Ya había superado el hecho de que tenía que dejar Voleibol así que me daba menos remordimiento comer en exceso, había durado seis años sin comer como loca, pero este bebé me estaba dando unas perfectas excusas.

El olor a pollo se estaba expandiendo por toda la cocina y se me hizo agua la boca. Agradecía que mis padres durmieran con la puerta cerrada porque si no probablemente se hubieran despertado con el delicioso olor a gloria. Saque mi plato del microondas y comencé a… ¿Desayunar? ¿Almorzar?

Me senté enfrente del televisor y puse el canal de Disney, tenía gustos de niña pequeña, pero definitivamente Disney era el mejor canal del mundo, estaba una serie completamente estúpida de una niña que arreglaba muñecos, pero era raramente entretenido. Es niña si cuidaba bien a sus juguetes.

Mi plan se vio arruinado porque mi padre bajo las escaleras con el ceño fruncido y los ojos entrecerrados. Le di una mordida a mi pollo y le sonreí.

-¿Qué haces Megan?-Se sentó en el sillón, yo estaba sentada en el piso.-Son las cuatro de la mañana.

-Es que tenía hambre.-Sonreí señalándole el plato.-Mi estómago rugía como mamá cuando se enoja.

-¿Tanto?-Solté una risita y papá acaricio mi melena enmarañada.-Te pareces tanto a tu madre.-Sus ojos brillaron ante la mención de mamá. Papá siempre ha estado muy enamorado de mamá. No se veía como esos casados infelices, mis padres seguían profundamente enamorados.-Cuando estaba embarazada de ti, se despertaba siempre en la madrugada a comer.-Él rio pero yo simplemente me puse incomoda. ¿Tan pronto me había descubierto?-Megan, sabes que yo te apoyare con lo que sea que te esté pasando, eres mi hija y te amo, nunca me sentiría decepcionado o enojado contigo, quiero tu felicidad y quiero ser parte de ella, así que, ¿Hay algo que me quieras contar?

Me quede un callada viendo mi pollo, o bueno, lo que quedaba de él. Estaba más que claro que papá ya sabía, y si él lo había notado ¿Ya lo noto mamá? Porque era obvio que era más que claro, papá era muy observador, y mamá un poco más lenta para notar eso. Comencé a llorar levantándome del piso me senté junto a papá y lo abrace.

-No quiero que se sientan decepcionados de mi.-Dije murmurando en su cuello, papá sobaba mi espalda tratando de tranquilizarme, funcionaba un poco.-No sé qué hacer papá…

-Cariño, si sabes que hacer.-Me miro a los ojos, me miraba como cuando era niña y rompía o hacia algo malo, siempre me miraba con esos ojos de compasión.-Tu madre y yo estamos orgullosos de todo lo que hagas, y no importa lo que pase, nunca dejaremos de quererte.

 

12:18 P.M

Extrañamente mi humor había cambiado desde que hable con papá en la madrugada, incluso me sentía más liguera, y es que mi conciencia estaba en su límite, era como un vaso lleno de agua, y estaba segura de que ese vaso comenzaría a derramar agua. Y por agua quería decir que todo terminaría explotando como una bomba, y era lo último que quería, así que al decirle a papá sobre mi embarazo el vaso estaba menos lleno.

Durante estas seis horas que había estado despierta, si, como lo escuchan, no me había vuelto a dormir desde que me desperté, había descubierto que definitivamente los pepinillos habían pasado de gustarme a darme nauseas horrendas, y era algo que no me gustaba, ya que los pepinillos eran básicamente lo que merendaba en la tarde cuando no quería comer algo grasoso. Necesitaba encontrar algo mejor para monchear.

Como toda persona normal el no haber dormido seis horas menos de lo que duermo comenzaba a darme sueño, lo peor era que supuestamente yo tendría que estar bañándome, pero solamente estaba en la tina tratando de no quedarme profundamente dormida y morir ahogada. Cuando estaba cerrando de nuevo mis ojos una notificación de mi celular me salvo de quedarme dormida, era una llamada de Chase, algo raro, porque desde navidad que no hablábamos tanto, solo lo normal.

-¿Bueno?

-Pregunta Jack que si vas a venir hoy.-Mordí mi labio al escuchar su varonil y sexy voz, era un maldito con mucha suerte de tener esa condenada voz que hizo que quedara embarazada.- ¿Megan?

-Sí, si iré.-Deje el celular en la tapa del baño y salí de la tina envolviéndome en una toalla, mientras me vestía puse el teléfono en altavoz.

-También pregunta que si quieres galletas.




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