Sus ojos me repasaron de arriba abajo mientras se acercaba haciendo un trabajo espectacular para alejar cada resquicio de frío que la noche escocesa había dejado dentro de mí. Su sonrisa creció y cuando sus hoyuelos aparecieron dándome la sonrisa que por tanto tiempo yo recordé como mía, en mi mente se fue cualquier pensamiento racional.
Porque por un segundo, mientras él me sonreía de esa manera, a mí no me importaba en lo absoluto que fuese un hombre comprometido ni que su prometida en realidad, me cayera bien.
—Por un momento dudé de que fueras tú. No sabía que estabas aquí —Aiden saludó cuando se acercó quedándose a unos respetables centímetros de distancia.
Miré a nuestro alrededor sintiéndome un poco cohibido por las miradas curiosas y me encogí de hombros
—Y yo no sabía que tú tocabas aquí. —respondí.
—Lo hago de vez en cuando. Me ayuda a relajarme.
—Eso he escuchado —moví mi peso de un pie al otro e intenté ignorar las miradas en mí— Estuviste excelente, no se compara en nada a los vídeos de tus conciertos.
Aiden ladeó su cabeza y su sonrisa se suavizó.
—¿Veías videos de mis conciertos?
Juro que intenté que mis mejillas no se sonrojaran pero fallé en el intento
—Claro, mi hermana es tu fan. —y eso no era una mentira, a veces pensaba que Aiden era el primer amor de Alicia.
Aiden soltó una suave risa y asintió
—Me la voy a llevar muy bien con ella cuando venga.
—No le des muchas alas porque luego no podrás sacártela de encima.
—¿Por qué querría sacármela de encima? Me gusta tu hermana —él se encogió de hombros— y soy bueno con los niños, no me molestaría.
Abrí mi boca y la cerré porque cuando este hombre decía las cosas correctas yo ni sabía que decir. Me dejaba muda y desarmada.
—¡Aiden! —un grito chilló en mis oídos y dos chicas, tan arregladas y maquilladas que parecían parte del Clan Kardashian, se acercaron a nosotros en sus zapatos de tacón alto logrando que yo luciera incluso más pequeña de lo que ya era— Este show que acabas de dar ha sido uno de los mejores.
—¿Cómo haces para dejarnos siempre sin aliento? —una de ellas colocó su mano en el brazo de Aiden con completa confianza y mis cejas se alzaron por su osadía.
—Qué bueno que les haya gustado —dijo Aiden con educación alzando su brazo para fingir acomodarse el cabello y de esa manera alejar la mano de la chica en su brazo amablemente
—¡Nos encantó! —chilló la otra— pero no más que tú
Bueno, estas chicas de verdad no estaban disimulando para nada. Una de ellas se colocó al frente de Aiden, dándome su espalda y fingiendo que yo no estaba ahí.
—Haremos una fiesta en nuestra casa. ¿Vienes con nosotras?
Aiden sonrió sin mostrar los dientes y sacudió su cabeza.
—Lo siento pero mi prometida está esperándome en casa.
Mierda. No era conmigo y me dolió.
Una de las chicas río
—Ella de seguro ya está durmiendo. ¿Qué importa que llegues un poco más tarde?
La sonrisa de Aiden murió
—A mí me importa. Y si me disculpan, estaba en medio de una conversación. —Aiden se apartó de las chicas y colocando su mano en la parte baja de mi espalda me susurró— vamos a una parte más privada
Y en lo único que yo podía pensar era en que esa era la primera vez en tres años en que Aiden y yo compartíamos un contacto. Y la sensación de la calidez de su mano en mi espalda ardía, tanto, que no presté atención hacia donde me llevaba solo dejé que me guiara mientras tomaba todo de mi mantener mi respiración calmada.
¿Por qué estaba llevándome a una parte más privada?
Subimos unas escaleras de servicio que estaban vacías, la música de la discoteca resonaba entre las paredes llegando de lejos hasta llegar a una puerta que decía "solo personal autorizado"
—¿Estás seguro de que podemos estar aquí? —pregunté con fingida calma porque por primera vez en tres años, estaba a solas con Aiden.
Y su mano aún se presionaba en mi espalda.
¡Que calor!
—Por supuesto. Tengo beneficios
Aiden abrió la puerta y un soplo de viento me recibió desordenando todo mi cabello.
—¿Tienen una terraza? —estaba sorprendida y asombrada.
Caminé hacia el borde, había una baranda de vidrio que separaba la terraza del precipicio. Abajo, se podían ver las luces de la ciudad y las personas caminando hacia su próximo bar como destino.
—Sí. —fue su simple respuesta.
—¿Y por qué no la tienen abierta al público?
Aiden se encogió de hombros
—Hay cosas que es mejor guardar para nosotros solos.
Miré hacia arriba, hacia el cielo, Aiden estaba en lo cierto, las estrellas brillaban con fuerza hoy a la luz de la medialuna.