Dime que te Iras (amor a lo Escoces #2)

Capitulo 10

—Te diré lo mismo que le dije a Bodric. Necesito volver a la oficina.

Cuando entré a la casa, Nancy y Rupert estaban sentados en el sofá de la sala, ambos miraron hacia mí cuando entré.

—Hola. —saludé acercándome a ellos.

—¿Cómo estas, Fabiola? —Rupert me sonrió levemente y volvió su atención a Nancy—. Escucha, Nancy, tienes que permanecer en casa, no autorizaré que regreses a la oficina así que deja de ser testaruda.

—Rupert, ¿tienes algún tipo de consideración conmigo?

Rupert parpadeó pareciendo sorprendido con la pregunta, miró hacia mí, carraspeó y volvió a mirar a Nancy. Tuve una especie de Deja Vu con la expresión de Aiden de hace unos instantes. Ellos dos eran tan increíblemente parecidos físicamente.

—¿Cómo? —preguntó

—¡Me estoy volviendo loca! ¿Sabes que no le conviene a La Editorial? Una editora loca porque si estoy loca, no podré editar libros con sensatez. ¿No te parece?

Rupert soltó un suspiro y sacudió su cabeza.

—No estás loca y llegado al caso, prefiero tener una editora loca a ninguna editora en absoluto.

—Pues renunciaré.

—Nancy —Rupert mencionó su nombre con severidad— Tu salud y la del bebé no es un juego. ¿Tan difícil es entender que lo único que queremos es cuidarlos?

Para mi sorpresa Nancy no rechistó ni se quejó, solo se hundió en el sofá, luciendo vencida.

—Está bien, me quedaré en casa.

Mi boca casi se desencaja de mi mandíbula.

—Vaya. —Dije, sentándome al lado de mi tía— parece que eres la única persona que ella escucha.

Rupert era el nuevo encantador de mujeres locas embarazadas.

Él sonrió levemente y unas adorables arrugas se formaron en las esquinas de sus ojos.

—¿Cómo te fue con Aiden e Hilka? —Nancy preguntó y luego añadió para Rupert— Fabiola fue hoy con ellos a conocer la casa de las colinas.

Rupert alzó sus cejas con un poco de sorpresa

—¿Ah sí? ¿Si la vas a decorar?

—Sí, en eso quedamos.

El mayor de los Strachan asintió lentamente con el ceño fruncido pero no dijo nada.

—¿Qué tal es? ¿Es bonita? —Nancy preguntó— ¿Tú has ido antes, cierto Rupert?

—He estado unas cuantas veces y sí, es bonita. El espacio es amplio

—La vista es fenomenal. —añadí cuando mi tía me miró, esperando mi opinión.

—¿Te gustó la vista? —preguntó Rupert con toda su atención en mí y sentí como si fuese capaz de leer y sentir mis pensamientos.

—¿A quién no?

—¿Tomaste fotos? —Nancy lucia feliz

—No pude pero otro día tomaré y te las muestro.

—¿Fuiste con los dos? —Rupert quiso saber y asentí

—Me acaban de dejar abajo.

—Fabiola te dije que tomaras fotos, no puede ser que seas así

Rupert rio suavemente

—Ya la conocerás…

—Oh —Nancy hizo un sonido y sus ojos se quedaron abiertos.

—¿Estas bien? —Rupert preguntó acercándose a ella y mi tía volvió a dar un gemido.

—El bebé. ¡El bebé! —Sus ojos se abrieron aún más llenándome de terror

—¡¿Qué pasa?!

— El bebé se está moviendo. ¡Habla! Habla otra vez —le dijo, o más bien le exigió, a Rupert.

—¿Qué quieres que diga? —preguntó pareciendo consternado.

—Creo que al gusanito le gusta tu voz.

—¿Mi voz? —Sus ojos se abrieron como dos pelotas con una especie de brillo en ellos

—¡Está pataleando! Está pataleando por primera vez —Nancy puso una mano en su vientre con una gran sonrisa. Nos miró a los dos con alegría— Será un chico, patea fuerte.

—¿En serio? —puse una mano en su vientre para sentir el pataleo y cuando lo sentí, creí que me pondría a llorar. Transmitía tanta energía, tanta vida.

Mi sobrino o sobrina.

—¿Quieres sentirlo? —Nancy le preguntó a Rupert y él se quedó tieso por un segundo, era un poco adorable, sobretodo porque no estaba acostumbrada a verlo tan fuera de balance y mostrando tantas emociones, él siempre lucía tan centrado, sereno y en paz.

—¿Puedo? —preguntó con timidez y Nancy asintió justo cuando el bebé pataleó otra vez ante la voz de Rupert.

—Claro, si eres tú quien lo hace moverse.

—Le gustas —dije, confirmando la teoría de Nancy

—Toca, toca. —Mi tía insistió y Rupert colocó una mano en su vientre— Ahora, habla.

—Hola pequeñín —Rupert habló con una voz suave y dulce que nunca le había escuchado. Nada pasó, entonces volvió a hablar— Soy… soy tu tío Rupert.

Cuando por fin, el bebé volvió a patalear creí que Rupert se pondría a llorar en ese instante. Nancy estaba llorando y yo estaba a segundos de hacerlo.



#907 en Novela romántica

En el texto hay: humor, drama, amor

Editado: 19.04.2022

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