Dime que te Iras (amor a lo Escoces #2)

Capítulo 35

"El aeropuerto otra vez"
 

— ¿Qué harás hoy? —Hans me preguntó en el camino hacia mi casa luego de la Universidad

Me recosté del asiento con un sueño de los mil caminos

— ¿Qué día es hoy?

Hans soltó un suspiró de disgusto

— ¿Cómo que, qué día es hoy? ¡Es viernes! Viernes

Hans golpeó el volante como si fuese un tambor al ritmo de la música inexistente

—Pues nada, ver películas de Disney con mi hermana

Hans me miró de reojo

— ¿Alguna vez te he dicho que tu vida es aburrida?

No consideraba que mi vida haya sido lo que se dice precisamente aburrida estas últimas semanas, lo definiría más como subir una montaña rusa en medio de la peor nevada de la historia

— Ojalá fuese tan aburrida como piensas que es

— El punto es que Katia dice que tiene semanas sin verte, que si ya no te cae bien o ya no quieres ser su amiga

Estaba segura de que la última parte fue exagerada por Hans pero no le quitaba razón, desde hace semanas no iba a ningún lado que no fuese mi casa, la universidad o el hospital.

Patético

— ¿Qué planes tienen para esta noche?

— Disfrutar de nuestra juventud

— Pues apúntame, que estoy dentro.

Cuando llegué a casa mi madre y Nancy estaba en la cocina teniendo, lo que supuse, una conversación seria.

— Hola — saludé dejando mi cartera en el sofá y acercándome a ellas.

— ¿Cómo te fue hoy?

Le di un beso a mi madre y luego a mi tía

— Bien. Saldré más tarde con Hans y Katia, ¿ustedes en que andan?

— Estábamos hablando que debemos empezar de nuevo el proceso de ver algún apartamento o una casa que se amolde a nosotras, este apartamento ya nos está quedando chico.

Mi tía hizo una mueca, lo que no decía pero lo que yo notaba era que también debía ser difícil seguir durmiendo en la misma cama que compartió con Bodric ahora que él no estaba.

La cama debía sentirse muy fría y vacía

— Recuerdo que hace unas semanas me enseñaste una apartamento espacioso —dijo Nancy— ¿crees que todavía esté disponible?

— ¿Cuál departamento? — preguntó mamá

— Uno que Hans me recomendó

Busqué por mi celular y le mostré el video, luego de tanto ajetreo se me olvidó enseñárselo a mi madre.

— Es bonito — contestó con simpleza.

—Esta noche le preguntaré si cree que siga libre pero eso fue hace casi un mes, así que no lo sé.

Mi madre se llevó una mano a la sien, pensativa

— Me gustaría tener todo este asunto listo cuando comience a trabajar y Alicia regrese al colegio, una mudanza requiere mucho esfuerzo y tiempo.

Me coloqué a su lado y le di un abrazo

— Tranquila mamá, ya verás que encontraremos uno pronto. ¿Cómo está mi ahijado?

— Dormido

Bodric Junior era tan silencioso y tranquilo que muchas veces nos quedábamos horas mirándolo dormir solo para asegurarnos que seguía respirando y estaba en efecto, vivo.

Llámanos paranoicas

El timbre de la puerta sonó y me aparté de mi madre para ir a abrir.

Afuera, un hombre que debía rondar los cuarenta, con pelo negro grisáceo y una mirada que te hacía pensar en cada uno de los crímenes que has hecho en tu vida.

Y si no, también te hacia dudar de la honestidad de tus acciones.

Intenso.

— Tu debes ser Fabiola — dijo el hombre de traje y corbata cuando abrí la puerta.

En otra situación yo estaría cerrándole la puerta a este extraño desconocido

— ¿Usted es? — pregunté mirando el maletín oscuro que traía en su mano.

Parecía ser un abogado. Me cortaba una mano a que era un abogado.

— ¡Mitch! — La voz de mi madre llegó detrás de mí — que sorpresa.

¿Mitch?

¿Mitch como el amigo de Aiden? ¿Este era ese Mitch?

— Señora Pardo, que gusto volver a verla.

Observé al hombre con nuevos ojos, nunca me formé una imagen de él en mi cabeza pero ahora que lo conocía, su perfil encajaba bastante bien.

¿Qué hacía aquí?

Miré de nuevo a ese maletín con desconfianza, tampoco entendía mi desconfianza a esta visita.

Me hice a un lado permitiéndole la entrada, él ingresó al departamento, nos dio la mano en modo de saludo y de inmediato se fue a la mesa a depositar su costoso maletín ahí.

— ¿Quieres un café? ¿Un té? — mi madre preguntó con cordialidad

Nancy lo veía curiosa pero Mitch sacudió su cabeza

— Muchas gracias pero no vengo para una visita social, vengo por asuntos de trabajo

Mi madre ladeó la cabeza confundida

— ¿Trabajo?

— Sí, vine a entregarle unos documentos a la señorita Fabiola.

Nancy y mi madre me miraron con la misma cara de confusión que yo debía de tener.

— ¿A mí? ¿Qué documentos?

Mitch no respondió, en cambio abrió su maletín y de ahí sacó una serie de papeles que no me inspiraban nada bueno.

— El Señor Strachan, mi representado, me indicó que le entregara estos papeles, solo hace falta su firma para poder llevarlos a la notaria a registrarlo y la casa pase a ser oficialmente suya.

Ehmmmm. ¿Qué?

En los papeles que me tendía se apreciaba una firma clara y elegante que pertenecía a Aiden. En otro papel, mi nombre estaba escrito debajo de un espacio vacío

— No entiendo — respondí con los papeles en mis manos temblorosas

Pero en realidad sí entendía. Lo entendía pero no lo procesaba.

— Estos son los papeles de propiedad de la Casa de las Colinas que el Señor Aiden Strachan está cediéndole a usted. —Mitch me tendió uno de esos bolígrafos dorados y costosos que debían valer más que mi Master— Usted solo debe firmar en los espacios donde su nombre aparece, luego de que esté debidamente notariado le traeré una copia con el título original de propiedad de la casa.

Un sillazo se escuchó desde la cocina donde Nancy estaba

— ¿Aiden está regalándole la casa de las colinas a Fabiola? — preguntó con sus ojos bien abiertos



#907 en Novela romántica

En el texto hay: humor, drama, amor

Editado: 19.04.2022

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