Dime que te Iras (amor a lo Escoces #2)

Capítulo 42

Tres meses después

 

— Alicia, ¡no corras tan cerca de la piscina! —Nancy le gritó a la niña que en pies descalzos y su traje de baño jugaba y corría por los bordes de la piscina con sus nuevas amigas del colegio.

— ¡Max! —Lisseth grito también — No persigas a las niñas

Alicia dejó de correr y miró sobre su hombro con sonrisa alegre antes de tomar la mano de una de sus amigas y lanzarse a la piscina de nuevo.

Max, el hijo de Lisseth, también dejó de correr pero no se lanzó a la piscina, se quedó de brazos cruzados mirando a las niñas jugar con su pelota.

— Ellas me quitaron mi pelota —se quejó el pequeño.

Las niñas rieron y siguieron jugando

—Tienes que compartir tus cosas, Max —le dijo Lisseth

—Esa niña se cree sirena —murmuró mi madre soltando un suspiro.

Los niños parecían estar pasándolo en grande dentro de la alberca.

— ¿Y por qué no entras y juegas con ellas? —preguntó Rupert, sentado al lado de Nancy uniéndose al conflicto de los niños.

Max frunció el ceño como si esa idea fuese tonta

— Son niñas. No juego con niñas y las niñas no saben jugar con las pelotas.

Entre las mujeres, hubo un sentimiento unánime de ofensa y gracia ante el comentario del hijo de Lisseth.

— Mira, —empezó Nancy, meciendo el carrito donde el gusanito dormía — las niñas pueden jugar con lo que quieran, y una pelota es un juego para niños y niñas. Así que deja de hacer el tonto y juega con las niñas.

— ¿Y por qué no hay más niños aquí? —preguntó Max, aun de brazos cruzados.

Ethan se sentó en el brazo de mi asiento, con su copa de vino en mano y pasó su brazo por mi hombro

— Eso mismo pienso yo. ¿Por qué no hay más niños, pero creciditos, por aquí?

Candice chistó lanzándole una mirada de esas a Ethan, mientras mecía a su niña, Amaranta en sus brazos

—Ethan por dios. — murmuró

— Eso dices ahora, Max —dijo Damián sonriendo —pero cuando seas grande, vas a querer estar rodeado siempre de niñas.

— O niños —susurró Ethan en mi oído haciéndome reír.

— ¡Damián! —Candice volvió a chistar causando risa entre nosotros. — Esas no son cosas que se le dicen a un niño.

Damián alzó sus manos haciéndose el inocente y sonrió.

— Era broma, amor. Era broma —se defendió.

—No dejes que te peguen, hombre —dijo Rupert sonriendo hacia Damián— que somos minoría.

Max seguía observando con los brazos cruzados. Los niños eran tan tercos a veces

— Si no te vas a seguir bañando entonces anda a cambiarte que te puedes resfriar —le advirtió Lisseth.

El niño, ante la mención de dejar de disfrutar de la alberca, se lanzó de nuevo y se puso a jugar con mi hermana y sus amigas.

—Y así, ha sido doblegada la voluntad de un hombre —suspiro Ethan con dramatismo a mi lado.

—Déjalo, es un niño.

— Así empiezan.

Ethan se levantó de nuevo y fue hasta la mesa que colocamos afuera, con algunos aperitivos.

—¿Qué es este invento del demonio? —preguntó Ethan regresando a mi lado con un Tequeño.

— Se llama Tequeño. —respondí.

Ethan dio otro mordisco soltando un gemido de gusto

— ¿Por qué yo no conocía esto antes? —sacudió su cabeza y se regresó a la mesa refunfuñando — primero las arepas y ahora esto. Engordaré

Nancy miró a Ethan alejarse y su vista se quedó en la mesa con los aperitivos.

— Creo que me acabo de antojar de uno —anunció, inclinándose para levantarse, pero Rupert la detuvo.

— Quédate aquí. Yo te busco unos

Nancy sonrió en agradecimiento y se volvió a recostar del espaldar.

— Gracias.

Rupert se levantó y se fue detrás de Ethan. El gusanito seguía durmiendo dentro del coche, en estos tres meses el bebé logró engordar un poco y también creció algunos centímetros, seguía siendo pequeño, pero por lo menos no tan pequeño a cuando nació.

Nancy lo llevaba regularmente a su consulta y cuando el doctor le dio de alta para que pudiese estar en el exterior, fue una alegría grupal. Para todos, ésta, en realidad, era la primera vez que el gusanito salía de casa para otro lugar que no fuese el doctor.

Y esta era una ocasión especial porque Aiden y yo estábamos inaugurando nuestra casa.

La casa de las colinas ahora estaba lista para ser usada luego de tanto tiempo. Aiden y yo ya teníamos todas nuestras coas aquí y desde hoy, empezaríamos a vivir en esta casa.

Los últimos meses fueron una locura que se derivaba en un solo nombre: Mudanzas.

Mi madre, mi hermana y mi tía también se mudaron, el apartamento que vi con Hans les encantó y en una sola visita decidieron que ese sería su nuevo hogar. Sacar todo del antiguo apartamento no fue muy difícil, lo difícil fue hacerse cargo de las cosas de Bodric.

Fue terrible.

Sacar sus cosas, empacarlas, decidir con que se quedaría Nancy que cosas donaría, los padres de Bodric vinieron y ayudaron en esa decisión, su madre se quedó con algunas cosas pero en su mayoría, todo se donó. Sacar sus cosas fue como volver a decirle adiós, volver a despedirse de él. La ausencia de Bodric seguía siendo un peso enorme entre nosotros, pero poco a poco íbamos aprendiendo a vivir con ese peso.

Decorar el apartamento fue divertido, y especial, significaba un inicio en la vida de ellas tres y el gusanito. Alicia me ayudó un montón y yo di lo mejor de mi para que Nancy también pensara en ese nuevo apartamento como un nuevo hogar.

Mi tiempo fue escaso, entre el postgrado, la decoración del apartamento, la decoración de la casa de las colinas y la decoración de la casa de los padres de Anthony, apenas tuve tiempo para otras cosas pero Aiden y yo siempre intentábamos planificar nuestro tiempo para estar juntos, para pasar tiempo de calidad y no solo encontrarnos en casa en las noches a comer y dormir.

Aiden también estuvo atareadísimo entre Evanna's Place, Medialuna y el nuevo local que inauguró en Glasgow. Estuvo días afuera mientras finiquitaba los detalles para la apertura, pero la distancia, para nosotros, ya no era un impedimento.



#907 en Novela romántica

En el texto hay: humor, drama, amor

Editado: 19.04.2022

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