Dime "¡sí!"

CAPÍTULO 23. Nuevo régimen diario

CAPÍTULO 23. Nuevo régimen diario

—¿Por qué están cerradas las ventanas?

—Así lo ordenó el sanador real —intentó detenerme la Sombra Dianea, ya comprendiendo lo que quería hacer.

—Pero soy yo quien está tratando a la princesa, ¿no es así?

—Sí, pero…

Abrí de par en par las cortinas, y una ráfaga de luz solar iluminó la habitación clara, con sus muebles bellos y luminosos, que en la penumbra parecían grises y sin vida. Con mi movimiento, las velas del alféizar se apagaron, saturando aún más el aire con su humo. Solté el pestillo y abrí la ventana de par en par: el canto de los pájaros, el susurro de los árboles, las voces lejanas de la gente irrumpieron en la habitación junto con el aire fresco de primavera.

—Las habitaciones deben ventilarse por la mañana y antes de dormir —dije con severidad, mirando a la Sombra Dianea, que apretó los labios, pero no dijo nada ni me detuvo.

Eso estaba bien. Lo que menos necesitaba era que discutiéramos y ella empezara a hacer preguntas sobre mí o, peor aún, me echara.

Rozía me miraba asustada… y fascinada. Me acerqué a la siguiente ventana y también empecé a abrirla. La capucha que había llevado todo ese tiempo se deslizó de mi cabeza.

—¡Ay! —escuché de pronto el grito asombrado de Rozía—. ¡Te vi en un sueño! Entonces es verdad, ¡has venido a salvarme! Soñé con mi madre, que me dijo que pronto mi vida cambiaría. Y luego me mostró a ti. ¡Ibas montada en un dragón! Había alguien más, pero no vi su rostro. A ti sí te recordé… tu cabello rojo.

Eso sí que me sacudió. ¿Un don de profecía o lectura del pasado? Existen magos así, pero son raros. Nuestra misión con Barmuto corría peligro de ser descubierta. Tenía que detener esa conversación de inmediato.

—Princesa Rozía —me volví hacia ella—, ¿cuánto tiempo llevas encerrada en esta habitación sin salir?

—Dos años —respondió la muchacha.

Casi me desmayé. Dioses, ¡dos años torturando a una persona entre cuatro paredes! Así sí que se puede enfermar de verdad.

—¿Sabes? En sanación existe un concepto llamado “existencia imaginaria”. Cuando no tienes ninguna impresión o emoción por mucho tiempo, el cerebro empieza a crearlas por sí mismo. Quizá soñaste algo, y ahora te pareció que era yo —esperaba que me creyera.

Porque la Sombra Dianea, seguramente no lo hacía; la forma en que me miraba lo dejaba claro.

—Así que —resumí—, desde hoy vivirás bajo el régimen que yo establezco. Primero: prepárate para el baile. Ropa, adornos, maquillaje, todo lo necesario te será entregado —miré interrogante a la Sombra Dianea, que asintió—. Segundo: paseos por el parque todos los días, al menos una hora, mejor dos. Y tercero: piensa en una actividad que te guste hacer solo por placer, sin obligación. ¿Hay algo así?

—Sí, me encanta cantar y tocar el arpa.

—¿Y dónde está el arpa? —miré alrededor.

—Se la traerán —chirrío la Sombra Dianea como un cuchillo contra el vidrio. Uf, presiento que aún tendremos una charla seria.

—Y empieza a seguir mis prescripciones desde ahora mismo.

—Está bien, sanadora Mara —aceptó Rozía, y vi cómo sus ojos se iluminaban ante la expectativa de nuevas emociones.

—Sombra Dianea, me gustaría pedirle permiso para salir a la ciudad. Mis seres queridos no saben que he sido contratada aquí y me esperan esta noche en casa.

—Está bien, ven conmigo. Te entregaré un pase permanente —dijo la mujer, y luego se dirigió a la princesa—. Rozía, en breve llegará Janía. Ella se encargará de todo. Por favor, almuerza tranquila.

—Sí, tía Di, está bien. ¡Y que Janía me traiga mi tarta favorita de cereza, tengo hambre! —nos gritó Rozía cuando ya estábamos cerca de la puerta.

El rostro de la Sombra Dianea se alargó de la sorpresa. Caminamos en silencio hasta su habitación. Ya con el pase firmado en la mano, la mujer de repente me dijo:

—Gracias, Mara. No esperaba que lo lograras. Pero Rozía… ha pedido tarta de cereza. Solo la come cuando está de muy buen humor —a los ojos de la Sombra Dianea le brotaron lágrimas—. Su madre, la reina Apería, era mi amiga. Soy responsable de la sombra Zoria y de Rozía porque le prometí a mi amiga que cuidaría de ellas. El sanador real ordenó que Rozía permaneciera en su habitación porque detectó algunas anomalías tras el ritual de desdoblamiento. Espero que sepas lo que haces al dejarla volver a estar entre la gente. He esperado mucho este momento. Y Rozía también. La amo con todo mi corazón.

—¡Estoy segura de ello! —aseguré a la Sombra Dianea, aunque por dentro… ay, qué inquietud, como diría Janía.

Tomé el pase y me apresuré hacia el hotel, donde nos esperaba la reunión con Barmuto.



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En el texto hay: verdadero amor, magia, aventuras

Editado: 23.06.2025

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