Seis meses habían pasado desde ese violento enfrentamiento al suroeste de Firetown. Seis meses donde aquella batalla sin precedentes marcó un antes y un después en el futuro de los tres mundos; o así lo proclamaba el rey de Aekris, quien juraba que su despertar inminente estaba cada vez más cerca, y que solo lo postergaba para complacer a su adorada Brigith, quien pedía al menos un año junto a su pequeña, a quien tuvo que dar por muerta para que la propia muerte no la encontrase; pero que ahora, habiendo caído en su manto oscuro, era inevitable que las sombras se esparcieran hasta límites inmencionables. Aunque la realidad era que el rey de las sombras aún no tenía todas las herramientas antes de derramar la sangre de un Amkíe y hacer llorar a la Nefyte.
Balior estaba tan convencido con el destino que él mismo había impuesto por sobre las marcadas profecías, que se estaba dando el placer de tentar a su propia suerte; pero él no sabía lo que la ex reina de Firetown conocía y que le había ocultado durante los últimos seis meses. Y mientras el dios de la muerte hacía a su hijo crecer y fortalecerse, buscando él mismo adquirir poder y nitidez; dentro de los muros de Cidris alguien se preparaba para la venganza, venganza que traería mucha penumbra, dolor y más muerte. Pero dicen que cuando la noche se vuelve más oscura, es porque está a punto de salir el sol…
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Editado: 30.10.2024