Suéh se despertó por un insistente golpeteo metálico, su brazo derecho se había dormido bajo su cabeza y otro brazo que estaba segura no le pertenecía la rodeaba en la cintura.
La noche anterior se habían acomodado a los lados de la chimenea, Rewn y Loryen a la derecha y las chicas a la izquierda. En algún momento, cuando la leña se había consumido, sintió cómo todos se reportaban. A su derecha estaba Kena y a su izquierda Loryen. Juzgando por el peso ese brazo no podía ser de Kena.
Apartó a Loryen y se sentó como pudo, el golpeteo había parada pero alguien se asomaba por la ventanas. Vió la sonrisa burlona de Timo y se puso de pie, caminó hacia la ventana sintiendo el cuerpo adolorido y el calor que ya comenzaba a hacer.
—Cuánto ha crecido la confianza desde mi ausencia —comentó Timo.
—No es lo que parece —dijo ella mirando cómo Pawla y Kena se abrazaban y Rewn y Loryen estaban espalda con espalda, tapados con las capas de ambos.
—¿No? Pues parece que alguien los encerró aquí y por eso se vieron obligados a compartir el calor ante las bajas temperaturas de la noche aquí.
Suéh se rió —Bueno, sí es lo que parece entonces. Ayer…
—No tienes que contarme, ya lo sé.
—Claro, es que me siento como si mi padre me hubiera encontrado haciendo cosas indebidas.
—¿Tú padre? —sonrió divertido— ¿Cuántos años crees que tengo?
—¿Cincuenta y ocho? —bromeó ella, esa sería la edad de su papá si siguiera vivo.
—Casi —le respondió—. Solo te pasaste por treinta y cuatro.
Ambos se rieron, pero un ruido hizo que Timo volviera la cabeza, alguien venía.
—Regresaré en cuanto pueda —le dijo a Suéh—. Ya tengo a las mulas y dos caballos, no hagan enojar a esta gente y todo estará bien.
En un segundo Suéh se encontraba acostada otra vez en el piso, casi se estaba acostumbrado a lo que fuera que hiciera Timo con su sombra. La puerta se abrió pero la reja continuó cerrada. Henna la saludó desde ahí, tenía un vestido y huaraches nada más. Percibió por el rabillo como Rewn se ponía de pie y se acercaba a la chica. Ella lo imitó.
—Ya sé que están confundidos, mi mamá cree que es mejor que ustedes no sepan lo que pasa, pero yo pienso que es mejor morir sabiendo. Ella prefiere la ignorancia, la verdad es algo que no puede soportar; yo soy fuerte, sé que hay cosas que se deben enfrentar, ya que lo esperes o no vendrán.
—¿Van a matarnos? —preguntó Rewn.
—A ti probablemente sí, ya que en tu futuro está abrir una puerta a este mundo. Al elegido también; es un lástima, es muy guapo, me habría gustado como esposo. En cuanto a los demás no lo sé. Tal vez Gonzo les vacíe la cabeza y se adapten por aquí. Pero a nadie le gustaría, así que lo más probable es que mueran hoy.
—¿Por qué hacen esto? —Suéh no lo entendía.
—Porque la profecía no debe cumplirse. No pueden abrir esas puertas, si lo hacen los dioses vendrán.
—Ese es el punto.
—Tú no lo entiendes —Henna negó con la cabeza, como para darle más fuerza a sus palabras.
—Entonces explícame —al ver la duda en su ojos Suéh se dió cuenta que ella tampoco lo sabía—. Solo repites lo que dice tu mamá, no tienes idea de por qué. Escúchame, Henna, nosotros somos los buenos, queremos abrir las puertas por el bien del mundo; si nos dejas salir…
—No puedo, no lo entienden.
—Tu madre está loca —le dijo Rewn—. Dice que perdió su sombra, pero eso es imposible. No puedes creerle a alguien como ella.
—Mi mamá sí renunció a su sombra.
—¿Cómo…?
—¡HENNA! —la voz de Patry le llamaba a su hija. La chica salió corriendo en dirección a ella, dejándolos otra vez con la duda en la boca.
Rewn se caminó con frustración de una pared a otra, se deshizo del chaleco de cuero y se sacó la camisa del pantalón, luego se quitó también las botas (todos habían dormido con los zapatos puestos) y se deshizo del cinturón. Suéh estaba tranquila, se dedicó solo a mirar al joven, se había colocado a un lado de la ventana para que el aire la refrescara: esa zona era bastante calurosa.
Aunque seguía sin pensar que Timo fuera la persona más confiable del grupo, ella estaba segura de que regresaría.
—¿Vas a mirarme todo el día? —le preguntó Rewn, que aunque lo intentó decir a juego su voz tenía un rastro de molestia.
—Solo hasta que te desvistas —a Suéh le salió mejor la broma. Ambos sonrieron, pero enseguida continuaron con lo suyo, Rewn frustrado por cómo saldrían y ella observando a cada uno de sus compañeros.
Kena era una mujer bonita y agradable, de sus acompañantes femeninas la prefería a ella antes que al carácter agrio de Mille o la seriedad implacable de Rhin. A Pawla no la conocía, pero había visto que era emocional y por lo que había escuchado también noble; Añu era un mundo aparte, hablar de Añu era hablar también de Sett, y para el caso, con ninguno de los dos hablaba o había llegado a interactuar.
De los chicos Josu y Yian le agradaban, ellos conversaban tranquilos cuando estaban cerca de ella, a diferencia de Rewn y Mille que bajaban la voz cuando la veían. Pouhl siempre estaba con su esposa, Kena, pero al igual que ella era alguien amable. Ollem siempre cerraba la marcha junto con Rhin, así que pocas veces le veía, además era bastante reservado. Goutem le caía bien, cuando no estaba con Rewn y Mille estaba con ella sacando conversación.