Dioses en guerra: el elegido

A medio camino

—Creo que es un asunto entre ellos —repitió Mille por décima vez—. No me importa, ni nos involucra su decisión.

—Pero es que no es cosa de ellos —le respondió de nuevo Yian.

—Yo estoy de acuerdo en que se hable el tema ahora mismo —dijo Kena—, con todos nosotros. Porque no solo estamos hablando de nuestra comodidad o la suya, se trata también de Pawla.

La aludida ya había imaginado que sacarían el tema de su presencia ahí, buscó la cercanía de Yian sin conseguirla: los habían dejado en extremos opuestos.

—Yo estoy de acuerdo con Kena —apoyó Rhin—. Si Josu y Pouhl deciden irse, Pawla debería acompañarlos. En principio no debería estar aquí.

—Que no me hayan convocado como a ustedes no significa que no pueda hacer el trabajo —se defendió Pawla, aunque sabía que el comentario de Rhin no iba con mala intención—. Muchos otros, mejores que ustedes, también están fuera de la misión.

—No estamos hablando de eso —intervino Yian. Quería evitar un problema a Pawla, aunque todos ahí sabían que tenía razón.

Guardaron silencio. Estaban parados en círculo cerca de los caballos, todo estaba listo para que continuaran el viaje. Sin embargo, Pouhl había interrumpido diciendo que tanto él como Josu estaban planeando regresar a su alianza. Solo Loryen y Suéh no se encontraban ahí, habían ido a alimentar a las mulas.

—Creo que las cosas están muy claras —habló Rewn—.  No podemos manejar un grupo con más tensiones internas, que ya hay suficientes. Seguimos siendo un grupo numeroso y se ha demostrado que la cantidad no nos da ventaja.

—Entonces que se vayan los tres —sentenció Mille, cansada de la conversación.  No veía por qué Pouhl y Kena necesitaban alejarse, ni siquiera tenían tanto tiempo de casados o hijos a los que procurar. No entendía que aquel rompimiento no se trataba solo de un matrimonio, era también una amistad de casi veinte años la que se veía afectada, la seguridad de Kena con respecto a los sentimientos que creía que Pouhl tenía y la incomodidad de él por haber hecho creer a su mejor amiga que le gustaba cuando la cosa no era así.

Habían intentado llevar toda la normalidad posible, cuando hablaron sobre lo que pasó entre Josu y Pouhl, lo que creía Kena y todos aclararon y expresaron abiertamente sus sentimientos la tensión e incomodidad se redujo bastante, pero no lo suficiente. Josu no podía llevarse bien con Kena, Pouhl no sentía la bonita amistad de antes entre él y ella, Kena no quería estar a solas con él… Ninguno sentía correcto sonreír a cualquiera de los dos, Kena pensaba que si sonreía a Pouhl este pensaría que no lo había superado (que no lo hacía aún, pero lo que menos quería era incomodarlo) y si le sonreía a Josu no sería genuina (en cierto modo su corazón le tenía envidia); si Pouhl le sonreía a Kena creía que ella lo malinterpretaría y si le dedicaba el gesto a su novio temía lastimar a su amiga; Josu tampoco sentía simpatía por Kena, había nacido una parte rencorosa en su ser cuando se enteró de la verdad, y desde que Pouhl le aclaró que sí lo quería no había sentido ninguna muestra de afecto de éste hacia él, así que no le salía una sonrisa al verlo sino muchas dudas.

En fin, habían aguantado una semana en la que el camino era lo que menos les preocupaba. El grupo también se veía incómodo por su situación.

—No pueden irse solo tres personas.

Todos voltearon en dirección a Loryen, él y Suéh acababan de llegar con las mulas. Se acercaron al grupo y todos miraron al joven con diferentes emociones en los ojos, desde la molestia hasta el interés.

—Estoy de acuerdo —agregó Yian—. Seremos cuatro. No voy a dejar a Pawla sola.

—Entonces está decidido. Saldrán los cinco en dirección al este, continuarán hasta el mar y luego subirán con la corriente por tres días. Después pueden continuar a pie.

—¿Cinco? —se interesó Josu, no sabía a qué otra persona se refería.

—Rhin irá con ustedes.

La mujer hizo saber su sorpresa con el rostro. Varios miraron igual de confundidos a Loryen.

—Sé que has recibido un mensaje —la miró con fijeza mientras hablaba y caminó hasta ella—. Fredik no es el único al que los cuervos le cuentan cosas —le dijo más bajo, luego agregó en tono confidencial—. Tu familia necesita que vuelvas cuanto antes.

✧️✧️

El ruido de una cascada acompañaba el trote de los caballos. La gran variedad de plantas, árboles y flores les indicaba su cercanía con lo más profundo del bosque, en unos cuantos kilómetros entrarían a la zona selvática.

Lo que menos le preocupaba a Loryen eran los animales, ni hubo tenía la malicia para entorpecer su camino si él les pedía que no lo hicieran. Con la gran mayoría de las criaturas tenía pactos de por vida, ninguna se atrevería a atacarlo a él (ni a sus acompañantes). Las bestias serían lo único que tendrían que enfrentar; quizá a otro ser humano o a algo que le fuera desconocido.

El canto de una guacamaya interrumpió el pensamiento de Suéh, seguido de la voz de Loryen.

—¿Crees que alguien más debió acompañarlos? 

Suéh volteó a verlo, por un momento creyó que lo que tenía al lado era un niño pequeño con una responsabilidad demasiado grande. La preocupación llenaba el ámbar de su pupila, su cabello estaba muy desordenado a comparación de aquel lejano día en que lo conoció, nueve semanas atrás.



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En el texto hay: elegido, una aventura, amor contra la muerte

Editado: 22.03.2020

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