1 - Alara - 1

El mes había sido largo sin noticias de su prometido y había sido alargado un poco más por la falta de información sobre sus amigos en Unyr. Alara estaba caminando de un lado al otro frente a la barra de Mara. Toda la posada estaba mirándola con curiosidad, cosa que llamó la atención de su suegra. La mujer apretó sus manos para sentarla en la barra y servirle algo para tomar.
“Tranquilízate, Ali.” Dijo sonriente la mujer.
“Perdón, Mara… estoy…” Dijo al aire Alara.
“Entiendo…” Interrumpió con cuidado. “Vitti debe estar por llegar.”
“Ya no puedo estar sin hacer nada…” Dijo ofuscada la gris.
Alara había estado ocupada con misiones para el SIS y protegiendo a la gente de la República de incursiones sith mientras esperaba por Mirabella. Su amiga había tenido una misión de emergencia y no había podido visitarla todavía.
“Estás haciendo algo, estás protegiendo a la galaxia, estás ayudando los refugiados y estás guiando a los Grises…” Dijo sin cuidado Mara.
Shintou apareció de la cocina para mirarla con curiosidad.
“Tuviste suerte con esos mensajes, Alara.” Dijo con seriedad. “Por lo que nos explicó Vitti es prácticamente un milagro que hayas sabido algo de él.”
Mara estaba reprobando sus palabras con la mirada.
“Lo que quiero decir es que tienes que aprovechar lo que ya sabes, ya sabes que está vivo, ya sabes que tiene amigos y ya sabes que está cumpliendo con su misión…” Agregó con prestancia el hombre. “Shin volvió de la muerte para llegar a tus brazos. No creo que un par de robots puedan detenerlo…”
“Lo sé, Shintou… eso no cambia como me siento.” Dijo al aire Alara mientras miraba su vaso.
Vitti entró por la puerta junto a Tori para desabrigarse y sentarse a su lado, rodeándola por completo.
“Buenas tardes.” Dijo contenta la twi’lek. “Gracias por ir a buscarme, Tori.”
“No hay problema, el speeder de Shin es fácil de maniobrar y me encanta pasear por la nieve.” Respondió sonriente la padawan. “Juna estaba comprando lo que faltaba, maestra.”
“Gracias, Tori…” Dijo apenada Alara.
“¿Sigue quejona?” Dijo con malicia Vitti. “Yo tuve un día largo, encontramos una vena nueva y conseguí algunos trabajos para los refugiados.”
“Escuché las noticias…” Dijo al aire Shintou. “Alara, tienes que estar presentable para cuando vuelva, recuerda eso. No creo que lo haga feliz verte de esta manera.”
Shintou se perdió en la cocina mientras Mara acariciaba sus manos.
“Mi esposo es un poco directo, pero tiene razón, Ali. Debes mantenerte fuete hasta que vuelva…” Dijo sonriente.
“Me gustaría escuchar de las chicas…” Dijo al aire Alara mientras su holo empezaba a sonar. “¿Puedo pasar a atender esto?”
“Ya te dije que no pidas permiso, Ali. Todos saben que eres prácticamente mi hija.” Respondió divertida Mara.
Alara y sus amigas pusieron el holo sobre la mesa de los Karadin para encontrarse con la férrea mirada de Artrisa. A su lado estaba Vatse, que estaba revisando algo en un lado de la imagen.
“Aquí están, tenemos unos minutos todavía.” Dijo con seriedad Artrisa.
“Artrisa, Vatse… por fin aparecen.” Dijo contenta Alara.
“Buenos días, Alara. Tenemos problemas… te estoy enviando una lista de holocrons que necesito para terminar de entender lo que está pasando en este planeta.” Dijo con prestancia Vatse. “Yo voy a hablarte de la Fuerza y Artrisa te hablará de los asuntos militares. Esto es evidentemente una shadowstorm, pero no hemos podido encontrar su origen.”
Alara sintió a Eridia, Kaisa y Juna detenerse detrás de ellas.
“Por otro lado, hemos estado ocupados con las fuerzas siths en el planeta, Artemios estaba feliz de haber traído a Umbra y Xaos…” Dijo pensante el rodian. “Estamos bien y hemos encontrado a la tripulación de Cen, los tenemos con nosotros.”
“Me agradan esas noticias, Vatse… Ya envié la lista al templo.” Dijo pensante Alara. “¿Necesitan algo más?”
“Nosotros volveremos a comunicarnos cuando tengamos un plan de ataque y un objetivo marcado…” Dijo pensante Vatse. “Hemos encontrado algunos rituales, pero solo han sido distracciones.”
“Deben estar haciendo espadas…” Dijo al aire Kaisa. “Xania las prohibió en su momento, porque mataban esclavos y civiles sin medirse…”
Vatse la estaba mirando con seriedad.
“No había pensado en eso, gracias por el detalle Kaisa…” Dijo pensante el rodian. “Artrisa, es tu turno.”
“Alara, necesito que envíes a Cen a Narsh.” Dijo con seriedad la tiradora. “Dile que vaya a su sala de apuestas favorita.”
“Entendido.” Dijo pensante Alara.
“Hemos estado ayudando a la milicia del planeta a combatir al Imperio, pero… Tenemos problemas con las provisiones y la biosfera del planeta no va a poder resistir mucho.” Dijo pensante Artrisa. “Hemos estado preparando hidropónicas y cultivos especiales para alimentar a todos…”
“Yo… ¿Puedo ir con ellas? Creo que podría ayudarlas…” Dijo pensante Vitti.
“Serías de gran ayuda, Vitti. Shia dice ser mecánica, pero solo puede reparar instrumentos de guerra…” Dijo al aire Artrisa. “Tenemos que movernos. Recuerda, Alara. Narsh, sala de apuestas favorita, sus tripulantes son… extraños.”
“Gracias por cuidarlos, Artrisa. Ahí estarán.” Dijo pensante Alara. “Tengan cuidado y no duden en comunicarse.”
“Ahí vienen, Artrisa…” Dijo preocupado Vatse.
“No te preocupes, Vatse. Recuerda que solía ser una cipher.” Dijo con tranquilidad Artrisa. “Hasta luego, Alara. Saluda al resto de mi parte.”
Alara necesitaba escuchar la voz de alguna de sus amigas, pero ahora solo quería escuchar la voz de su prometido. Sin dudarlo por un segundo, la gris tomó a sus amigas para marcharse luego de saludar a sus suegros. Cuando estaban por salir se encontraron con la espía y Cen.
“Aquí estabas, Ali.” Dijo pensante Mirabella mientras miraba al capitán.
“Recién volvemos del templo, dejamos un par de espías con los científicos…” Dijo divertido Cen.
Mirabella se sonrojó un poco. Alara entendió sus miradas por primera vez, parecía que eran una pareja no tan secreta.
“Eh, Mirabella quería un Karadin y tuvo que conformarse con Cen.” Dijo con malicia Vitti.
Cen se cruzó de brazos en forma de defensa.
“Cierra la boca, Vitti. Estamos aquí por trabajo.” Dijo ofuscada la espía.
“No tienes nada que ocultar, Mirabella…” Dijo sin cuidado Alara. “Cen, tenemos a tus amigos fuera de Unyr.”
“¿De verdad?” Preguntó asombrado el capitán, cambiando su postura por completo.
“Estarán esperándote en Narsh, en tu sala de apuestas favorita…” Dijo al aire la gris. “Supongo que sabrás donde es.”
“Perfecto, Bella, te encargo a los grises, tengo que ir a buscar a mi tripulación.” Dijo entusiasmado Cen. “No sabes lo buenas que son esas noticias, Ali. ¿Escuchaste algo de mi sobrino?”
“Todavía no…” Dijo divertida Alara. “¿Bella?”
Mirabella estaba sonrojada.
“Tienes que llevar a Vitti contigo, ella vuelve con Vatse y Artrisa a Unyr.” Agregó con prestancia.
“Solo necesito algunas cosas del templo, Cen. Puedes contarme todo sobre tu relación con Bella en el camino.” Dijo divertida Vitti mientras lo empujaba hacia afuera.
“Nosotras preparamos el Cóndor, maestra.” Dijo pensante Juna.
Mirabella se sentó en la barra mientras ella miraba a sus alumnas partir.
“¿Por qué la cara larga, Bella?” Dijo pensante la gris.
“Nada importante, parece que mi secreto no duró demasiado…” Dijo al aire la espía.
“No hay nada de malo, Cen es una gran persona.” Dijo divertida Alara. “¿Cómo estás?”
“No lo sé, estoy más ocupada que nunca y… no sé, me gusta la manera de vivir la vida de este hombre.” Dijo pensante Mirabella. “Para ser un traficante tiene códigos y escrúpulos… Sin nombrar que es tan cabeza dura como su sobrino…”
“Me imagino…” Dijo divertida Alara. “Deberías ser feliz, aprendí que todo es más difícil si uno no está contento consigo mismo.”
La espía la miró con curiosidad.
“Shin me ha dicho eso un par de veces…” Dijo al aire.
“Yo lo aprendí de él, mira a nuestros grises. La mayoría de ellos está empezando a vivir la vida gracias este tipo de situaciones.” Dijo pensante Alara. “A ti te falta lo mismo, no puedes vivir peleando por la República sin disfrutar de ella.”
“Estoy dándole una oportunidad…” Dijo al aire Mirabella. “Quiero una sopa…”
“Estás en el lugar correcto…” Dijo divertida Alara. “Voy a buscar a Mara.”
Alara estaba feliz por su amiga.