✂ Capítulo 1 | Sufir por dentro.
Grito con fuerza al sentir el punzante cuchillo en su brazo, el mismo fue sacado con brusquedad para actuar también este mismo atravesar su estómago haciendo escupir por la boca y sentir el sabor metálico en ella.
Aullar de dolor era su única opción.
Escucho voces, pero no logró asimilar lo que pasaba a su alrededor, el dolor en su estómago era intenso y se le dificultaba respirar.
Miro hacia donde se encontraba su padre tumbado en el suelo, con un charco de sangre donde no pudo descifrar si estaba vivo o no. Sin embargo su respuesta llegó a sus ojos al ver un cuchillo atravesar la cabeza de su primogénito.
Sus ojos se abrieron a más no poder.
¡No! ¡No! ¡No!
«Se a ido»
¡No podía estar todo eso en su presencia!
•×•×•
Abrió sus ojos de golpe y apretó en sus manos la cobija, sintió sus mejillas húmedas y termino por romper en llanto.
Paso su antebrazo en sus ojos mientras la respiración se le dificultaba.
Después de llorar y meterse en su cabeza que lo dejara a un lado, se levantó de su cama dispuesto a que el agua pusiera borroso sus recuerdos. Y si se podía también el dolor de cabeza intenso que cada mañana del recuerdo le aparecía.
Al salir del baño tomo su mochila dirigiéndose a la sala donde miro el reloj que estaba en su mesita de café.
6:56 a.m.
Dio un suspiro de frustración y miro a la cocina donde su hermana mayor Renata; la cual le ignoraba como todos los días ya era habitual desde el accidente o mas bien asesinato.
Dio un suspiro para tomar valor para dirigirse a la cocina.
—¿Ya está el desayuno? —Preguntó al sentarse en la barra donde un plato vacío yacía.
—Solo hay cereal —indicó, pasándole la caja de cereal y leche.
Dio un suspiro de tristeza bajando su cabeza ante la mirada de su hermana.
—Te odio —recito Renata con amargura.
Él tan sólo aguantó las lágrimas y término asintiendo, la misma rutina de odio y aun dolía como al inicio.
—Papá murió por tu culpa, mamá murió ¡por tu culpa! —Le recrimino con odio y el tan sólo trago saliva.
—Se lo qué...
—¡Ni te atrevas en hablar! —Interrumpió con ira y agarrándolo de su camiseta naranja; haciéndolo que mirara a esos orbes negros inyectados de odio —. Cuando llegue a casa no quiero verte rondar por aquí. ¿Entendido?
Sus lágrimas las dejo que se deslizaron por sus mejillas y miro a su hermana con seriedad.
—¿Crees qué miento? —Preguntó el chico con lágrimas en sus ojos.
—Jamás inventas cosas, pero ahora te has pasado — dijo su hermana mayor viéndolo con decepción —. Estas mal, Orlando.
—Estoy perfectamente... —indico con la voz quebrada, mirando a su hermana con odio —. Y lo qué paso no es mi culpa.
—¿Y por qué tuviste que inventar tal cosa? —Le interrogo con rencor.
—¡Yo no invente nada! —Se defendió con la voz ya quebrada —Es verdad.
—¡¿Verdad!? —Dijo Renata con desesperación —. ¡Santo Dios! ¡Yo vivo por mi cuenta no por ti!
Sentenció saliendo del lugar y dando un portazo.
Él no le había salvado nada, su padre lo había hecho y a él lo atacaron por estar cerca de la puerta de la habitación de Renata y no quitarse.
Que idiota fue.
Su hermana lo odia.
Aún no encontraban quien había asesinado a su padre y él no sabía quién era por estar drogando a tal magnitud que incluso alucinó, nadie, ni el mismo, sabían que era verdad o cual era la mentira.
•×•×•
—Crazy... —«loco» indicó Adán, él lo miro con irritación y le dio un empujón. —¡Ay! Agresivo.
Adán era su amigo desde tercero de primera, un chico de cabello negro con ojos obscuros, con tez blanca y un poco mas alto que el. Lo miro con irritación.
—Deja de llamarme así — exigió alejándose de su supuesto amigo —. ¿Qué clase de amigo eres?
—Uno que quiere hacerte sentir mejor —justificó Adán, poniéndose a un lado de él y pasando una mano por su hombro.
—¿Mejor? —Indagó de mal humor y quitando la mano de su amigo —. Mejor dicho, peor.