Al instante de lo ocurrido Rosario vio una sombra de lejos alejándose, su cuerpo sintió un miedo intenso.
Y dándose la vuelta rápidamente viendo castaño, quien la estaba mirando con nervios, sospechando que no estaban solos, sino que había una criatura más en su entorno.
-Qué pasa porque me miras así?- cuestionó nerviosa por el miedo.
-Es que creo que viste algo.
-mmm no, solamente sentí la presencia de alguien, tal vez es nada más mi imaginación jugando en contra porque aquí está oscuro.-dudando de sí misma.
El mayor la vio algo aturdida proponiendo irse del lugar pues se notaba que no le estaba haciendo ningún bien a los dos, ya que él también se estaba empezando a asustar. Su imaginación le estaba haciendo ver cosas que no era, las ramas de los árboles parecían manos con dedos largas tratando de atacarlos, la luz de la luna penetraba los agujeros de los arbustos haciéndolo ver como tenebrosos ojos y además de algún que otro escurridizo animal del bosque que transcurrían por ahí, los ponía más nerviosos. Además, que Rosario se sentía observada y estaba casi segura que no era ningún animal que lo estaba haciendo, pues llevaba un buen rato sintiendo aquella presencia por un largo tiempo.
-¡Oye¡, ¡Rosario!-soltó un tanto fuerte sacando de sus escalofriantes pensamientos.
-Sé cómo te sientes ahora mismo, también puedo sentirlo, mi hogar queda un poco lejos de aquí, te molestaría que vayamos a la tuya, me da un poco de temor irme solo y además también estaría preocupado por ti- Un pequeño rubor se notó en sus mejillas- bueno ya sabes, a mí me educaron con caballerosidad, no puedo dejar que una mujer se vaya sola.
Rosario dudó unos segundos por las palabras de Luis.
-¿No decías que eras muy delicado como una flor? Alguien así no podría cuidar de una mujer en su vida.-alzando una ceja luego de cuestionarlo y verlo con los ojos entrecerrados.
- !Oye! Lo dije de broma, pero ahora siento que la situación va en serio, al igual que tú, yo siento la presencia de alguien aquí y creo que por tu bien y el mío será mejor que nos vayamos juntos.
Las palabras de Luis ahora eran serias, se veía decidido y un poco nervioso, estaba asustado. La pelinegra analizó la situación y se dio cuenta de que era lo mejor.
-Tienes razón Luis, vamos pues, sin embargo, te comportas bien porque mi casa no es un lujo, pero se respeta- Mirándolo seriamente, esperando una respuesta por parte del él.
-¿Qué? Obviamente, me voy a comportar bien como un caballero que soy, ya te dije que así me educaron, mi abuelita me crío muy bien. Mostrándose seguro y orgulloso, a lo que Rosario se tranquilizó demostrándolo a través de un suspiro.
Antes de llegar a casa Rosario se sintió algo nerviosa pues es la primera vez que llevaba un chico a su casa. Y además tampoco se cuestionó si el tipo se pasaría de la raya, solo por la adrenalina y el miedo de ese momento tuvo que aceptar sin protestar.
Rosario lo invitó a entrar a su casa a Luis, le pidió que se sentara en la silla de una pequeña mesa de madera, era fina y rústica, lo que llamó la atención del castaño.
Para luego Rosario antes de sentarse junto a él, ofreciéndole un vaso de agua y por su puesto ella se trajo también uno a sí misma.
-Dime, como se te ocurrió entrar al bosque, sabiendo lo tenebrosas que son.
-Pues siempre iba, pero nunca me pasaba nada interesante a excepción de hoy- alzando la mirada, para luego conectarla con las de ella. - ¿Y tú? ¿Qué hay de ti?.
Rosario se puso un poco nerviosa, ahora con la luz de hogar, podía ver más claro y perfectamente las facciones de su rostro, pudo notar la profundidad e intensidad con la que sus ojos negros la miraban, mientras esperaba una respuesta de parte suya. Carraspeo un poco la garganta al no ser respondido y haciendo que la chica salga de sus pensamientos.
¿Qué vergüenza, se habrá dado cuenta de que lo estuve observando mucho? Pensó para luego abrir la boca y contestar la pregunta rápidamente.
-Yo solo supe que eran algo tenebrosas, lo visualice mediante mi imaginación, ya que solo lo oía de mi madre, al advertirme que no entrará ahí, pero yo siempre tenía curiosidad y ella lo intensificaba al no permitirme el paso a ese lugar.
-Ya veo.-soltó bajito para luego apoyar su cabeza sobre sus manos, con los brazos sobre la mesa. Haciendo que sus mejillas se abulten un poco por la presión hacia arriba.
Mirándola fijamente a los ojos a Rosario quien seguía tomando su agua. La muchacha volvió a ver sus facciones, su piel era muy blanca, y su cabello se veía tan suave y algo revuelto por el aire del camino mientras venían a su casa, sus labios eran algo delgados, pero carnosos y su nariz era algo respingada. Y al verlo en la posición que estaba ahora mismo le parecía algo tierno y gracioso. Al ver sus cachetes un poco rojos por la presión que hacían sus manos al sostener su rostro por primera vez le pareció
hermoso.
Pero ella no se sentía así, ella rara vez se sentía linda, pero eso no le quitaba lo sociable.
-Qué tanto me ves?-pregunto sacándola de su mundo y provocando nerviosismo en ella.
-No-no te estaba viendo- balbuceo, cubriendo su rostro, por la vergüenza.- solo estaba pensando en mí, y cuando hago eso miro a la nada, en este caso tú.
Saltándose ambos a carcajadas. Si vas a mentir hazlo bien- dijo en medio de la risa con ella.
Se sentía rara, ella nunca se había dejado intimidar de este modo por alguien y él lo estaba haciendo.
-Oye, creo que ya es muy tarde, tus padres no se enojaran contigo? Estarán muy preocupados por ti- El joven la miró porque hasta ahora no había dicho algo sumamente importante para el momento, se levantó de su asiento y se exaltó, maldiciendo para sí mismo y en susurros, ¡tenía razón!, estarían enojados con él más, que preocupados, lo castigarán otra vez.
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Editado: 07.01.2022