La atmósfera dentro de la Academia de Bestias Mágicas de Rhyllan estaba cargada de tensión. Los pasillos resonaban con murmullos y risas nerviosas. Hoy era el gran día. El día en que todos los estudiantes de segundo año recibirían su huevo de bestia, el cual sería su compañero durante toda su carrera. La ceremonia de selección de huevos no solo era una tradición; También marcaba el destino de cada joven que se atrevía a caminar por los senderos de la magia y las bestias.
Aleron, sin embargo, no compartía el mismo entusiasmo que el resto de sus compañeros. Su energía mágica era débil, demasiado débil para siquiera generar una chispa de fuego. Mientras los demás estaban seguros de que recibirían bestias poderosas, él ya se había hecho a la idea de que su mascota sería una más bien... inofensiva. Una mascota débil, la clase que no se esperaba de un futuro dominador de bestias.
"Seguramente recibirás una criatura tan débil como tú, ¿eh?" Se escuchó una risa burlona desde atrás. Aleron giró levemente la cabeza para ver a Galen, uno de los estudiantes más populares de la academia, quien estaba rodeado de sus amigos. Con su energía mágica de rango A, Galen estaba seguro de que recibiría un huevo de una bestia épica, tal vez hasta legendaria.
Aleron no respondió. Sabía que, por mucho que intentara ocultarlo, su energía mágica estaba por debajo de la media. Aun así, no era el primero en la fila, por lo que al menos tenía algo de tiempo para prepararse mentalmente para lo inevitable. Se quedó en silencio mientras el proceso comenzaba.
La ceremonia se llevó a cabo en el Gran Hall, una enorme sala circular donde los estudiantes se alinearon frente a una gran mesa de piedra. En la mesa, cientos de huevos de bestia descansaban, cada uno brillando con un tenue resplandor. Algunos de ellos emanaban una energía tan densa que era casi tangible, mientras que otros parecían casi opacos.
Cada estudiante debía acercarse al huevo de su elección, colocar sus manos sobre él y transferir su energía mágica. Cuanta más energía lograran transferir, más fuerte sería la bestia que emergiera. Si la energía era débil, el huevo simplemente produciría una criatura pequeña y débil, ideal para aquellos con poco potencial.
Aleron observó cómo los demás estudiantes se adelantaban con confianza, cada uno dando un paso hacia su futuro compañero, mientras los profesores observaban atentamente. La mayoría de los estudiantes parecían nerviosos, pero emocionados. Galen, como se esperaba, había recibido un huevo que resplandecía con una intensidad cegadora. Al colocar sus manos sobre el huevo, se emitió una onda de energía de él, y el huevo comenzó a agitarse con fuerza.
"¡Esto es lo que me merezco!" exclamó Galen, una sonrisa de satisfacción dibujada en su rostro mientras el huevo se agrietaba, revelando una imponente criatura con alas doradas, un dragón de dos estrellas, tan grande como un caballo.
"¡Felicidades, Galen!", gritaron sus amigos mientras lo rodeaban. Aleron no pudo evitar sentir un nudo en el estómago. Había algo intimidante en la criatura, pero también algo envidiable. Quería tener ese tipo de poder. Pero sabía que no era el tipo de persona que recibiría algo tan formidable.
Finalmente, llegó su turno. Aleron respiró hondo y se acercó lentamente a la mesa de huevos. El brillo de los mismos lo cegaba un poco, y podía sentir las miradas de los demás estudiantes sobre él. Todos sabían que su energía era insuficiente, que solo un milagro podría hacer que recibiera algo útil.
Colocó las manos sobre el huevo, sus dedos apenas tocando la superficie fría y rugosa. Sentía la energía de la bestia dentro de él, pero al principio no pasó nada. Aleron cerró los ojos, intentando concentrarse. Un pequeño destello de magia se filtró desde su interior, pero era tan débil que ni siquiera agrietó el huevo. La sala se sumió en un silencio incómodo.
De repente, algo extraño ocurrió. Un calor repentino emanó desde su cuello, donde llevaba un antiguo amuleto, un regalo de su difunto abuelo, el antiguo maestro de domadores de bestias más famoso de la región. El amuleto resplandeció con un brillo suave, una energía que no era suya, pero que de alguna manera se conectó con el huevo frente a él.
La energía mágica de Aleron se vio absorbida y amplificada. La energía que emergió no era la suya, sino una fuerza ancestral, una magia que había estado dormida dentro del amuleto durante generaciones. La sala comenzó a llenarse con una vibración profunda, como si algo realmente monumental estuviera sucediendo. Los murmullos de los estudiantes cesaron al instante.
Aleron sintió cómo una conexión invisible lo unía al huevo. Era diferente a todo lo que había experimentado antes. El huevo comenzó a agrietarse con una velocidad increíble, y una brillante luz blanca surgió desde su interior.
Los profesores se adelantaron, sorprendidos, mientras el huevo finalmente se rompió por completo, dejando al descubierto una majestuosa criatura que dejó a todos sin aliento.
Era un Grifo Mítico de Tres Estrellas. Su plumaje era de un blanco plateado brillante, sus ojos brillaban con una intensidad dorada, y sus alas se extendieron como si pudieran cubrir toda la sala. La energía que irradiaba era sobrecogedora.
Aleron retrocedió, asombrado. Era más grande de lo que había imaginado, pero también más impresionante de lo que había esperado. Sus compañeros estaban en completo silencio, incapaces de creer lo que veían. El profesor principal, el maestro Kael, se acercó a él, con los ojos abiertos en asombro.
"Imposible... nunca antes había visto algo como esto. Un Grifo Mítico... ¿de tres estrellas?", murmuró el maestro Kael, casi sin poder creerlo.
En ese momento, Aleron sintió una vibración en su pecho. Un panel apareció ante él, flotando en el aire, con una interfaz brillante que solo él podía ver.
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