Domus La maldición de la rosa(puro romance medieval)

Cap 1

 

El monarca no vaciló ni por un instante antes de decretar la suerte de la bruja, le sentenció a sufrir la severidad de la justicia por su felonía. Paralelamente, el príncipe permanecía encerrado en la fortaleza, recibiendo un trato injusto, similar al de un vulgar ratero.
—Alteza, la muchacha encadenada a la estaca es inocente de causar mal alguno —se aventuró a decir un criado de la corte, cuya voz temblaba en un murmullo arriesgado.
—¡Es una bruja! —bramó el consejero del reino, inflando su pecho—. Ha hecho uso de artes oscuras en su vil intento de usurpar la corona, ultrajando así nuestros sacrosantos estatutos y el honor de nuestra majestuosa diadema.
—Vuestras descendencias sufrirán la maldición; se desplomarán bajo la miseria. Este reino no os pertenece. El porvenir os reserva muerte, sufrimiento y un duelo perpetuo. Todo lo que atesoráis, lo perderéis mientras un cárdeno capullo se abra... —articuló la bruja, su voz resonando en un susurro amenazante que se zambraba en lo profundo— ¡Vuestra propia sangre! —amenaza que brotaba con una sonrisa macabra en sus labios.
—¡Encended la pira! —exclamó el rey, su orden tan firme que las venas de su cuello parecían a punto de estallar.
Las llamas se alzaron, saetando el mortaja de la acusada; aun cuando las brasas se avivaban, la mirada de la bruja destilaba firmeza y serenidad, fija en la inmensidad del más allá. Los aldeanos presenciaban mudos, atravesados por un insólito torbellino de temor y maravilla. Las profecías de la bruja sembraron un vendaval de caos en sus almas, las cuales se inundaban de incertidumbres y sobresaltos. Surcaba la pregunta: ¿Eran acaso verídicas sus palabras? ¿Existía un amor tan poderoso como para condenar a tantos?
Murmuran las crónicas de los aldeanos que de la tierra árida, en aquel exacto lugar de ignominia, emergió una rosa de tono carmesí, efusión de la vida misma. Se cuenta que fue el amado quien, con reverencia, la desgajó del suelo y la resguardó cual reliquia del amor inmarcesible.

Capítulo 1

Enclavada en el crisol de la villa Domasco, entre los bosques circundantes, se encuentra el Palacio Real, trono del "Rey justo", cuyo gobierno ilumina con sabiduría y una profunda empatía. Los domasinos, al considerar una bendición la vecindad regia, se regocijan, pues el liderazgo sapiente infunde en el espíritu de la villa una corriente de oportunidades y bienestar, avivando en cada alma la convicción de que sus más ansiados sueños están al alcance. La arquitectura de la villa y de sus estrechas calles torcidas y adoquinadas cubiertas de niebla siempre marcan una imagen misteriosa e impresionante. A lo largo de las calles principales se pueden ver hermosas casas de piedra con detalles en madera y entramados finamente tallados junto a enredaderas que trepan por las fachadas creando una imagen idílica. La plaza principal es un lugar peculiar donde hay retorcidos árboles con ramas largas y esqueléticas. 
El zumbido constante del mercado mientras los vendedores entusiastas ofrecían sus mercancías en tiendas de madera y toldos de colores como el marrón y marfil entregaban una hermosa vista al mercado. Aunque se tratara de un lugar próspero, la suerte siempre es una moneda de dos caras capaz de voltearse en cualquier momento. Asia, una joven de abundante cabellera rizada de color café que caía voluminoso en capas sobre sus caderas, ojos ojerosos y oscuros, además de una piel pálida de tono ligeramente grisáceo que contrasta perfectamente con la suavidad de su rostro, recordando a una delicada muñeca de porcelana. Desde muy temprana edad, Asia aprendió el valor del trabajo, por lo que sus manos, aunque pequeñas, eran fuertes, la joven de 21 años y su familia, compuesta por Stavros, su padre, un hombre robusto, alto y con una gran melena y barba, sus dos hermanos mayores, Ramiro y Rodrigo, además de su hermano menor de once años, George, se encontraban en una situación desafortunada. Tristemente, la familia se vio obligada a abandonar su hogar debido a las deudas. Su preciado negocio familiar, la taberna que habían heredado por generaciones, había sido embargada. Como último recurso, se vieron forzados a mudarse con lo único que habían logrado rescatar: sus dos caballos y un anticuado y viejo carruaje que había sido testigo de mejores días. Empacaron todo lo que podían, sin tener un destino claro y sin saber qué les depararía el futuro.
En medio de la confusión, el frutero Gómez se acercó apresuradamente, asustando a las gallinas que corrían despavoridas a su paso. Con voz temblorosa y jadeante, Gómez dijo:
- Espera Stavros... el Rey... el Rey quiere verte.
Stavros frunció el ceño, confundido - ¿A qué debo tal honor?
Gómez respiró hondo antes de responder - Su Majestad ha visto la espada que le confeccionaste a mi sobrino, el de la Guardia Real.
Stavros se encogió de hombros, modesto - Pero soy solo un humilde tabernero.
Asia, sin poder contenerse, interrumpió emocionada - ¡Papá! ¡Claro que iremos! Llévanos Ramiro.
- A tus órdenes, hermanita- Respondió con un toque de sarcasmo en su voz, 
De camino a Palacio, la emoción y los nervios eran palpables en los rostros de todos. Fueron recibidos en la puerta por uno de los consejeros reales, quien esperaba impaciente. La familia ante un castillo majestuoso de arquitectura ennegrecida en medio de un jardín expansivo, lleno de hermosos árboles verdes que se entremezclan con otros llenos de ramas secas y hermosos rosales. El interior es una mezcla cuidadosa de opulencia y lujo, pasillos largos y oscuros con exuberantes alfombras color vino, iluminados por antorchas parpadeantes, las paredes están cubiertas con cuadros antiguos que representan batallas épicas y escenas mitológicas forjando un entorno lúgubre y románticamente gótico.

Luego de la visita al castillo, Stavros es nombrado Herrero Real, lo que le obliga a separarse de su familia. Mientras la guerra estalla, los hermanos se preocupan por el posible alistamiento de su padre, sin embargo, reciben una carta en la que les explica que está trabajando para unos nobles. A pesar de la preocupación, Rodrigo decide alistarse, dejando a sus hermanos preocupados por su seguridad. En ese momento, su principal preocupación es que regrese sano y salvo, más que cualquier recompensa que puedan obtener.




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