Domus La maldición de la rosa(puro romance medieval)

Cap 6

En la mañana, la reina disfrutó de su desayuno en la cama. Asia se dirigió hacia allí con una bandeja, acompañada por Gisel quien llevaba otra. Pronto, tocaron a la puerta.
¡Adelante!— exclamo  la reina.
Con permiso, Alteza— anunció Gisel.
Ambas colocaron las bandejas sobre una mesa que los otros trabajadores habían traído previamente para el desayuno real. La reina preguntó de manera molesta pero calmada:

— ¿Por qué no ha venido Leonor?—
—Leonor está ocupada preparando todo para el desayuno solicitado por el Rey y sus invitados— respondió Asia.
— ¿han escuchado la tontería esa de que tengo una hija?, los plebeyos ya no saben que van a inventar para hacerme enfadar —objetó mientras las chicas escuchaban con atención a sus palabras — Bueno... deberé buscar una acompañante adicional junto a Leonor para futuras ocasiones como esta, una dama de compañía, sería más conveniente tener a dos personas, quizás si hubiese tenido un par de hijos competentes para estas situaciones— prosiguió la reina con indiferencia.
— ¿Dos personas para qué?— preguntó Gisel muy molesta.
—Gisel, ¿qué estás haciendo? ¿Qué te sucede?— preguntó Asia, alarmada.
— ¡Ya váyanse las dos, no tengo tiempo para tonterías me duele mucho la cabeza!— exclamó la reina mientras volvía a hundir su cabeza en la almohada.
—Vamos, Gisel— murmuró Asia mientras intentaba llevarla fuera de la habitación.
Cuando llegaron a la cocina, Asia estaba histérica.
— ¿Qué te pasa? ¿Es que Acaso te volviste loca?
— ¡Es una grosera y una mal encarada! — gritaba Gisel alterada.
— Cálmate, sé que ella no es una persona muy especial, pero tienes que tenerle paciencia. Es la reina.
— Sí, sonrió de manera sarcástica, como no. La reina.
— ¿Quieres un té?
— No, sólo quiero, suspiró, vivir otra vida, la verdad —manifestó sentándose en una de las sillas de espalda a Asia.
— ¿Y por eso estás con el impresentable ese? — preguntó Asia.
— ¿Hablas de Turner? — Inquirió girando su cuerpo hacia Asia con emoción — Al principio, sólo me interesaban las joyas.
— ¿Las joyas?
— Sí, me dijo que si me acostaba con él, me daría muchas joyas.
— ¿Pero qué dices? ¿Te estás escuchando?
— El caso es que me las dio, pero quería más y ahora se ha vuelto un dilema porque me he enamorado de él.
— No puede ser — comentó Asia indignada.
— Quiero volverme rica, tengo que hacerlo — respondió Gisel.
— Bien, haz lo que quieras, pero te lo aconsejo  ese chico no es de fiar. Solo no te ilusiones demasiado. Los marqueses suelen tener muchas mujeres y acostarse con muchas plebeyas como tú.

Mientras Turner avanzaba firmemente por el corredor, Asia se encontró de frente con él. Deseando esquivar el encuentro, se deslizó sigilosamente detrás de una imponente escultura que mostraba a una mujer, las lágrimas de mármol marcadas en su rostro, ocultando su pena con las manos. Desde su escondite, ella observó cómo Turner se detenía ante la majestuosa puerta de la reina, abriéndola con un gesto que denotaba deferencia y discreción, con el ahora apartado, ella reanudó su trayectoria hacia la cocina, al llegar, se encontró con la presencia cálida de Gisel, quien estaba inmersa en el trajín culinario.

—Tu novio acaba de entrar a los aposentos de la reina— mencionó Asia.
—Sí, lo sé—afirmó Gisel con calma.
— ¿Estás bien con eso?— preguntó Asia.
No, por supuesto que no, pero ella es la reina y no puedo hacer nada al respecto— respondió Gisel.
La verdad es que parece que no te importa— sugirió Asia.
¡Asia, basta! Déjame en paz— gritó Gisel enfadada. Luego, suspiró y se calmó —Lo siento, solo deja de preguntar tonterías—
Está bien, como quieras— concluyó Asia frunciendo el ceño.
— Asia, ve a mi habitación en la noche te tengo que decir algo
— Está bien, iré, sólo controla esa ira amiga, antes no eras así, a veces pienso q todo es culpa de ese Turner.
En la habitación, Gisel y Asia conversaban en voz baja, asegurándose de que nadie las escuchara. Gisel comenzó a hablar con un tono de preocupación en su voz.
— Lo que tengo que contarte es sumamente confidencial, Asia. No puedes repetir ni una palabra de esto a nadie, ¿entendido?
Asia se sintió asustada por la seriedad en el tono de Gisel.
— Me estás preocupando, Gisel. ¿De qué se trata?
Gisel suspiró y continuó:
— Resulta que Turner es el hermano de la duquesa que se casará con el príncipe. Los Turner y el Rey tienen planes de unirse como una familia política, pero el príncipe no está de acuerdo y se está resistiendo al matrimonio. Si él se casa, asegurará su posición en el trono.
Asia estaba confundida y le pidió a Gisel aclarar sus palabras.
— ¿Y bien? No entiendo a dónde quieres llegar con esto.
Gisel se dio cuenta de que alguien llamaba a la puerta y se levantó apresuradamente para abrir. Era Turner, quien había interrumpido la conversación. Asia quedó perpleja ante su presencia.
— ¿Qué estás haciendo aquí? Necesito hablar contigo.. — Turner se detuvo al notar a Asia — ¿Y ella qué hace aquí?
— Iba de salida, señor. Solo quería hacerle a Gisel unas preguntas sobre cosas de chicas — Asia respondió rápidamente, apresurándose hacia la puerta, sintiendo la mirada penetrante de Turner mientras este cerraba la puerta bruscamente.
Asia, preocupada y curiosa, decidió quedarse y escuchar la conversación tras la puerta. Desde allí, pudo escuchar la voz enfurecida de Turner.
— ¿Qué estabas haciendo? ¿Qué le estabas contando? — Turner gritó, dejando a Asia estremecida.
— No le dije nada, señor, lo juro — Gisel declaró entre sollozos, su voz entrecortada.
— Mas te vale no decir nada o me iré con la primera fulana como tu que se me curse en mi camino — Turner amenazó.
— ¡Ya basta! — Gisel gritó, su voz temblorosa y llorosa — Soy la hija de la reina, la hija de la que todos murmuran por ahí.
— ¿Qué estás diciendo? — Turner respondió enfadado.
— Soy la hija de la reina, es mi madre. Solía ser la esposa del panadero.
— ¿Cómo puedo estar seguro de que no estás mintiendo?
—porque te amo.
— ¿Pero qué idiotez es esa mujer?, grito enfadado.
— Mírala, ella debe tener la misma marca de nacimiento debajo del tobillo —insistió Gisel nerviosamente.
— Sí, ya me había dado cuenta de eso. También te pareces muchísimo a ella. Si no eres alguna impostora, quizás podamos usar esto a nuestro favor. Siempre tuve esta sospecha luego de ver esa marca sólo quería que me dijeras algo al respecto, por un momento pensé q las cosa no serían tan fáciles para mí, pero veo que si lo es.
Asia, en estado de shock, se retiró a su habitación deseando no haber escuchado nada de aquella conversación.




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