Días después, mi madre me convocó para planear la fiesta de compromiso. Sinceramente, no tengo ganas después de lo que pasó, pero necesito que todo salga perfecto. Esta vez estaré lista para lo que se avecina
Me alisto rápido y me dirijo al salón, donde veo a un montón de empleados y encargados de cosas que no tengo la menor idea. También está mi hermana tomando una merienda.
—Buenos días, madre, hermana. Provecho.
—Gracias. ¿Estás emocionada por el compromiso?
Estás muy joven para saber la crueldad del mundo, pero en unos años vas a conocer la realidad oscura.
—Por supuesto, es un sueño hecho realidad —mi tono debió sonar con ironía, porque mi madre me volteó a ver con reprimenda.
—Tienes suerte. Hay muy pocos hombres como Vladimir. Además, es apuesto, será un buen esposo.
—Qué suerte tiene el mundo entonces. Aunque siento lástima... con uno ya es un tormento —susurré, más para mí que para mi madre, pero aun así se lo tomó como una ofensa.
—¿Desde cuándo eres así? Has cambiado mucho. Mi hija, la que conocía, amaría este compromiso y adoraría al príncipe.
—Eso podría ser antes. Ahora no hay motivos para emocionarme. Mejor empecemos, no quiero discutir.
Mi madre suspira y toma un trago de limonada fresca. Me ofrece, pero rechazo.
—El compromiso será muy pronto, hay que planear todo con tiempo.
—¿Por dónde empezamos?
—No te preocupes, para eso están los empleados. Tú solo necesitas planear y, en realidad, solo aprender lo que te diga.
Asiento como la obediente hija que solía ser. Lo hago porque quiero irme de inmediato, acabar con esta tortura de una vez por todas.
—Dime, ¿qué tengo que hacer?
—Primero que nada, ya tengo tu vestuario listo. Y necesito que aprendas o practiques estos bailes. Algunos no son familiares, ya que son de la familia Volkov.
Me entrega una lista. Es un poco larga, pero nada que no pueda soportar.
—Tienes que ser amable con todos, comportarte con decencia, no provocar a Vladimir... y te pido que finjas estar feliz.
Eso sí que será un desafío.
—Como quieras. Haré lo que pueda, pero asegúrate de que no dejen entrar a la conserje de los Volkov. Si no, no me presentaré.
Me levanto de la mesa y voy al jardín, para recordar lo que él ha hecho, aunque no sea necesario. Es el único lugar donde puedo ser yo, a pesar de estar destruido.
Solo deseo descansar...
Ahora mis manos están llenas de sangre, haciéndote sufrir.
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Es hoy.
El día del compromiso.
En unos minutos tocarán la puerta buscándome para bajar y ver a todas las personas importantes de la sociedad. Para anunciar que me caso con Vladimir, con ese ser tan insoportable, y no poder hacer nada. Pero está bien. Lo voy a destruir desde adentro.
Solo espero no ver a la conserje, porque si aparece, me largo de la fiesta y el honor se va a la basura. Eso lo haría muy feliz, tanto que provoca que haga el esfuerzo de quedarme.
Toc,toc.
Es el momento de salir reluciente, la hora de brillar.
—Estás preciosa. Me aseguré de todo. Espera unos dos minutos después de que yo baje. Necesito una entrada perfecta.
Asiento y espero los dos minutos que me dijo. Después bajo las gradas hasta que veo a todo el mundo atento a mi presencia.
Me relajo y actúo como toda una princesa: carismática y elegante.
Localizo a Vladimir. Está hablando con la conserje Drizella, un nombre igual de feo que ella. Me dan ganas de vomitar de la impotencia, pero no me dejo vencer. Localizo a Dimitri y le sonrío, lo que provoca que se acerque.
—Qué guapo estás, opacando toda mi atención como siempre.
—Gracias… tú estás encantadora.
Se sonroja, pero mueve la cabeza, dándose cuenta del lugar donde estamos, y vuelve a su estado normal.
—¿Quieres una bebida?
—Te lo agradezco, pero no. Creo que es mejor que te reúnas con tus padres y con Vladimir... Yo debería ir a despejar mi mente. Si me ocupas, estaré en el balcón
Veo a Dimitri alejarse mientras mi madre saca a la conserje. Me alivia. Por lo menos cumplió su palabra, aunque tarde.
Vladimir empieza a acercarse apenas ella se va. Le sonrío con "felicidad".
—Maravilloso día, ¿no crees? Lástima que Dimitri no esté en tu lugar, sería aún más perfecto... pero qué se le va a hacer.
—Aléjate de él. Y no se te vuelva a ocurrir echar a Drizella.
—¿La eché? No sabía. Solo vi a mi madre hablarle.
—No te hagas la ignorante. Sé que se lo pediste, pero esto no va a quedar así.
Se fue directo donde estaba el rey y le susurró algo al oído que lo hizo soltar una risa. Vi a Vladimir sorprendido... y suspiró. No deseo saber qué le habrá causado gracia, porque sé que es algo sobre mí.
Veo a mi madre llamarme. Me dirijo hacia ella sonriendo a las demás personas. Tengo que lucir encantadora. Qué ridículo.
Se apaga la música. Mi padre capta la atención de los presentes al sonar una copa.
—Gracias por su atención. Quiero informarles el compromiso de mi hija, la princesa Helena, con el príncipe Vladimir Volkov.
Se escucharon murmullos y aplausos. También algunas reacciones de sorpresa. Falsa, pero sorpresa al fin. Esta sociedad es así.
Todos nos felicitan y nos desean un compromiso próspero. Sonrío y agradezco como la dama que soy. Vladimir también finge felicidad. Es bueno fingiendo…
Suena la música y llega el momento de bailar. En estas fiestas siempre bailan los prometidos dos canciones, y después todos bailan. Odio que Vladimir tenga que tocarme, pero no puedo hacer un escándalo.
Nos acercamos y empezamos a bailar. Para mi desagrado, él aprieta su agarre. Trato de zafarme, pero no me lo permite.
Y me susurra algo al oído.
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Me quedo inmóvil, sorprendida.
Veo mi vestido... lleno de sangre.
Quiero gritar. Quiero correr. Quiero correr. Alejarme de este lugar.
Pero no lo voy a hacer.