La llegada a Frankfurt fue toda una odisea, tres Andaluzas en un sitio que no conocían fue toda una aventura.
Al bajar del avión las tres amigas estaban bien perdidas. —¿Adónde hay que ir?— Preguntó Marta toda preocupada.
Vamos a seguir a toda esta gente. —Le aconsejo Ana.
En ese momento a Marta se le cae el bolso y pierden la vista del grupo que estaban siguiendo.
—Marta, hija de mi vida, pero qué torpe eres— Le suelta Ana enfadada. —No te enfade, Ana, que el grupo está ahí— Le dice Katy.
En ese momento se abre la puerta y aparece un policía rubio que estaba pidiendo los pasaportes.
—Ana por favor cierra la boca que te va a entrar una mosca— Dijo Marta riéndose antes la situación de su amiga.
Ana enseguida saco su DNI para enseñárselo al policía, el chico rubio le hizo un gesto con la mano para decirle que no hace falta.
Ana ya estaba lista para sacar su DNI no quería irse, sus amigas tuvieron que sacarle de ahí a la fuerza. —Vamos, desesperada— Le dice Katy riéndose.
—Chicas, ¿pero habéis visto lo guapo que es?— Dijo en ese momento Ana.
—Si hemos visto lo guapo que es y tu reacción también, de seguro que has dejado un charco de babas— Le dijo Marta riéndose ante la situación.
Cuando llegaron a la sala para recoger el equipaje se equivocaron de sitio, las tres estaban ahí como tontas esperando sus maletas.
—¡Pero seremos tontas!— Dice Katy —Mirar ahí, están las personas que estaban en el avión con nostras.—
—Es verdad— Dijo Ana dándose un golpecito en la frente.
Fueron hacia allí corriendo antes de que sus maletas se pusieran a dar más de una vuelta.
Recuperada sus maletas, se fueron para la salida, que sería otra odisea, pues no sabían por dónde ir —Más vale que hubiéramos ido a un aeropuerto más chico— Soltó Katy ya cansada.
Cuando por fin ya salieron afuera, se sintieron perdidas, aquello era muy grande y encima Sonia aún no había llegado, estuvieron esperando un rato adentro, ya que no conocían el aeropuerto y hacía mucho frío.
—Tengo ganas de ir al servicio y no sé donde está y Sonia aún no ha venido— Dijo Marta ya desesperada.
En ese momento llego Sonia, las cuatro amigas se dieron un abrazo
—Siento llegar tarde, pero no encontraba aparcamiento— Le comento Sonia apenada de saber que sus amigas estuvieron un rato esperando.
—Sonia, ¿dónde está el servicio?— Le dijo Marta que ya no podía esperar.
Sonia la miro riéndose y la acompaño al servicio, sabía que dado la emergencia su amiga no iba a poder esperar una hora y media de trayecto.
Al salir Marta del servicio vio algo que jamás pensó que iba a ver, antes sus ojos vio a una fila de cuatro coreanos de 1,90 m y morenos, iban vestidos con uniforme de pilotos, se fue para sus amigas con la boca abierta. —¿Habéis visto esos cuatros monumentos?— Soltó Marta. —Si los hemos visto—Dijeron las dos a la vez. —Son guapísimos— Volvió a decir Marta. —Yo pensaba que eso solo se veía en los k-dramas— Volvió a decir Marta.
—Venga vámonos antes de que de se haga más de noche— Soltó Sonia riéndose antes la situación que acaba de ver.
—Más de noche de lo que es ahora— Exclamo Katy.
—Esto es Alemania, ya os iréis acostumbrando, aquí en invierno anochece muy pronto— Le comentó Sonia.
Al llegar afuera las tres soltaron una maldición no se esperaba que hiciera tanto frío y encima tenían que esperar a que Sonia fuera por el coche.
—Que frío hace, tengo hasta los dedos congelados— Empezó a quejarse Ana.
—No siento ni las orejas— Comento Marta.
—Bueno ustedes queríais venir aquí, así que adaptarse a este frío— Le soltó Katy temblando de frío.
Sonia llegó con el coche guardaron las maletas, iban por la carretera las cuatro poniéndose al día y contando la anécdota de Ana con el policía.
Sonia estaba riendo a carcajadas, imaginándose a Ana antes la situación del policía.
—Me alegro de que hayas dejado a Luis, antes tenía que haberlo dejado— Le dijo Sonia a Katy.
—Ya, pero bueno de los errores se aprende—Comento Katy mirando el oscuro cielo.
Cuando llegaron a Heidelberg las tres amigas se quedaron alucinadas, no se imaginaba que lo poco que estaban viendo fuera tan bonito, lo que más le llamaron la atención fue el castillo, ese castillo tan grande e iluminado.
—Es precioso, no sabía que aquí también hay castillos— Dijo Katy todo ilusionada.
—Anda mira, con lo que te gustan los castillos y aquí hay uno— Soltó Ana toda contenta por su amiga. —Ya que sabía lo mucho que katy le gustaba los castillos.
—Oye, pelirroja, ¿Vives aquí en Heidelberg?— Le pregunto Marta a su amiga Sonia.
—No, Marta, aquí es muy caro vivir— Le contesto.
—Vivo en los alrededores, que por cierto, Katy, el pueblo donde yo vivo también hay un castillo— Le comento Sonia a katy.
—¿En serio?— Le pregunto a su amiga.
Katy estaba feliz de saber que había Castillos, una de las razones por la que quería ir a Escocia era para conocer Eilean Donan, aunque estaba todavía en sus planes, pero por lo pronto estaba en Alemania y sus planes ahora sería conocer los castillos que haya en su nuevo país.
Casi dos horas después llegaron al pueblo que sería su nuevo hogar, cuando vieron el pueblo su reacción no fue la misma que cuando vieron Heidelberg, pero no tenían otra opción.
Llegaron a casa de Sonia, cuando entraron se quedaron con la boca abierta, la fachada de su casa era tipo medieval, el apartamento por dentro estaba muy bien, tenía dos habitaciones grandes, era acogedor.
—Ven Katy, mira estás vista— La llamo Marta.
Al asomarse a la ventana, Katy no creía lo que estaba viendo, desde su nueva habitación de veía el castillo. —Qué bonito es, en Hirschhorn también hay un castillo— Dijo Katy ilusionada.
—Bueno, chicas, vamos a cenar y a descansar, mañana iremos a ese Castillo y os voy a llevar a conocer Heidelberg.—
En la noche, sus tres amigas estaban durmiendo, Katy estaba mirando el castillo y preguntándose si le irían bien en Alemania.