Después de vestirse y despedirse de sus amigas, se fue para buscar su cita; allí estaba Andreas esperándolo en el coche.
—Siento no haberte escrito en toda la semana, pero estaba muy ocupado. —Se disculpó al verla.
—No te preocupes, yo también he estado muy ocupada —dijo, sentándose en el asiento delantero.
—Hoy vamos a ir a un pueblo que está cerca de aquí; te va a buscar —le decía mientras arrancaba el coche.
En el camino estuvieron hablando de lo que hicieron en la semana y escuchando algo de música. Cuando llegaron a su destino, Katy se maravilló del pueblo.
—Este pueblo es chico, pero es precioso y pensar que en tren se llega enseguida —comentó Katy al ver lo bonito que era el sitio.
Estuvieron dando una vuelta por el pueblo; cada cosa que veía a Katy más le gustaba.
—¿Tienes hambre? —quiso saber Andreas.
—Un poco —dijo ella.
Él la llevó a un restaurante chino; mientras pedían su comida, Andreas le preguntaba cosas de ella.
Él le contó lo que estuvo haciendo en toda la semana y también le contó cómo se enteró de por qué dejó a su novia; ella le contó por qué se fue de España y lo que le pasó con su ex.
—No entiendo cómo a una chica tan guapa como tú le pueden hacer eso —dijo un poco indignado.
—Yo nunca le haría eso a mi pareja —volvió a decir.
Katy levantó una ceja y se le quedó mirando; en el fondo Katy no creía mucho en sus palabras.
Katy disfrutó de la comida y de la compañía. Después de comer, Andreas sugirió ir a otro pueblo que estaba cerca; ella aceptó encantada.
Visitaron otro pueblo que había cerca; ella se maravillaba con lo que veía y hacía fotos para que sus amigas vieran los sitios donde había ido.
—¿Cómo lo pasaste ayer en Frankfurt? —quiso saber él.
—Muy bien, Frankfurt es bonito y las tiendas muy caras —dijo riéndose.
—Lo de buscar piso, ¿cómo va? —volvió a preguntar.
Katy le dijo que no lo tenían tan fácil, que en la semana habían visto 8 casas y ninguna daba el perfil que ellas buscaban.
Andreas se ofreció a ayudarle, pero ella amablemente declinó la ayuda.
—Katy, te gustaría que nos viéramos otra vez, lo malo que solo sería los fines de semana —le dijo sin rodeo.
—Claro, yo también veo bien lo de vernos el fin de semana; con el trabajo y las clases es complicado vernos —le dijo sin dar importancia el verse los fines de semana.
El resto de la tarde, estuvieron visitando los pueblos que había cerca, pueblos chicos, pero que a Katy acabaron gustándole.
Mientras iban caminando cerca del río, Andreas se paró y la miró a los ojos. En ese momento él se acercó a Katy y le dio un dulce beso en los labios. Ella le correspondió al beso, pero cuando sus labios se separaron, Katy se sintió un poco decepcionada; no sentía esa sensación como cuando Luis la besó por primera vez.
—¿Te ha molestado el beso? —le pregunto al verla distraída.
—Me ha gustado, es que no me lo esperaba. —No sabía qué decirle.
—Me quedo más tranquilo. —Sonrió.
Él miró el reloj y Katy vio su cara de preocupación.
—¿Te importa que nos vayamos? —Es que mañana tengo que ir al juzgado y tengo que preparar los papeles que tengo que llevar —le dijo mirando su reloj y viendo lo tarde que era.
—Sí, vámonos, mañana yo también trabajo y estoy un poco cansada —dijo Katy, queriéndose ir ya.
En el camino de vuelta estuvieron en silencio; solo se escuchaba la música. De vez en cuando él la miraba y se sonreían.
—El domingo o el sábado podemos quedar; puedes mirar el día que te venga bien —le dijo Andreas.
—También puedes mirar donde te gustaría ir —siguió hablando.
Katy asintió con la cabeza; tenía ganas de llegar a su casa, estaba muy cansada y confusa con el beso.
Andreas aparcó el coche cerca de la casa de Katy. Antes de irse, él le acarició la cara, con su mano agarró la nuca de Katy y se acercó a ella y le dio otro beso. Esta vez el beso fue más largo; ella se dejó besar, puso sus manos en su cara mientras sentía como la lengua de él entraba y jugaba con su lengua. Cuando se separaron, él le sonrió y ella tímidamente le devolvió la sonrisa.
—Nos vemos este fin de semana —decía mientras Katy se bajaba del coche.
Cuando llegó a su casa, Ana acababa de llegar y estaba contando su cita.
—Se te ve muy ilusionada —decía mientras cerraba la puerta.
—Siéntate y cuenta cómo te ha ido —decía una Ana entusiasmada, dando golpecito en el sofá cerca de ella.
Katy se sentó cerca de ella y escuchaba la cita que había tenido Ana.
Se enteró de que Klaus era arquitecto, que hacía un año que había roto con su pareja.
—Has vuelto a quedar con él —quiso saber.
La aludida dijo que sí con la cabeza; toda sonriente, Katy se alegró mucho por ella.
—Cuéntanos, cómo te ha ido? —quisieron saber las tres.
Katy le contó dónde habían ido y le enseñó las fotos;también le contó lo del beso.
—¡En serio te beso! —exclamaron las tres.
—Sí, pero queréis saber algo, no sentí esas mariposas; pensaba que en el segundo beso iba a sentir algo, pero nada —contaba muy apenada.
—Katy, tal vez estabas muy nerviosa —dijo Ana, consolándola.
—Puede ser, a ver la próxima vez —dijo un poco triste.
—Dale una oportunidad, dásela a ti también, te lo mereces. —Fue esta vez Sonia la que habló.
Ella miró a sus amigas; tal vez ellas tenían razón de darse una oportunidad.
—Pero, ¿y si sigo con él y no siento nada? —se decía.
—Pues lo deja —escuchó de pronto.
Miro hacia atrás y vio a su amiga Ana.
—¿Me has leído el pensamiento? —dijo sorprendida.
—Te conozco muy bien; si él no es, ya llegará esa persona indicada —le dijo acercándose a ella.
—Yo me pregunto dónde está esa persona —le dijo, mirándole a la cara.
—No sé, Katy .