Al día siguiente se levantaron bien
temprano,Andreas quería salir antes de tiempo porque quería llevarla a otro pueblo antes de volver a Heidelberg. Mirando la distancia de donde estaban, tenían que salir antes de las nueve de la mañana, para así poder llegar a Heidelberg antes de la noche. Recogieron todo y se fueron al coche. Andreas quería llegar lo antes posible, así que decidieron desayunar en otro sitio.
—¿qué tanta prisa? —preguntó Katy.
—Es que antes de ir a Heidelberg quiero llevarte a otro pueblo —le dijo al montarse en el coche.
Andreas estuvo conduciendo dos horas hasta llegar a su destino; Katy no sabía a dónde iban y eso la tenía muy inquieta.
—¿A dónde vamos? —quiso saber.
—A Nördlingen has oído hablar de él —quiso saber.
—¡Me estás diciendo que vamos a ir al pueblo donde se inspiró Attack on Titan! —exclamó Katy.
—¿En serio? No sabía que ese pueblo estaba inspirado en un dibujo —dijo Andreas.
—Es un animé y mi hermana pequeña es fan de esa serie —le dijo Katy.
—Cuando lleguemos tengo que hacerle una videollamada a mi hermana para que lo vea —dijo Katy pensando en lo feliz que se va a poner su hermana.
A las doce llegaron a Nördlingen y Katy, nada más bajar del coche, le hizo una videollamada a su hermana, cuándo su hermana pequeña vio el pueblo, empezó a chillar de alegría.
—Katy, quiero también fotos —dijo su hermana toda feliz.
—Sí, no te preocupes, ahora Andreas te hace las fotos —le dijo Katy a su hermana.
Mientras Katy le enseñaba a su hermana el pueblo, Andreas hacía las fotos que Katy le iba diciendo.
Cuando ya Katy dejó la videollamada, siguieron viendo el pueblo; Katy ya pudo verlo mejor. Luego fueron a comer.
—Tu hermana es toda una loca —dijo un Andreas riéndose.
—Está obsesionada con el animé ese; su ilusión es venir a este sitio —le comentó Katy.
—Cuando venga de vacaciones, podemos traerla —le dijo Andreas.
—Tú haces eso y te va a querer toda la vida —dijo Katy riéndose.
Después de comer, visitaron más sitios del pueblo; a las tres de la tarde se montaron en el coche.
—Si no hay tráfico, puede que lleguemos sobre las siete o seis de la tarde —dijo Andreas.
—Perfecto, así me da tiempo de preparar todo para ir mañana a trabajar —le dijo Katy.
En el camino a Heidelberg, Katy estuvo mirando las fotos que estuvo haciendo y mandándole las fotos a su hermana que Andreas había hecho.
—Katy,dónde te apetece ir este sábado? —quiso saber Andreas.
—El sábado es mi cumpleaños y las chicas quieren hacer una barbacoa en la casa nueva —le comentó Katy.
—¿Quieres venir? —le volvió a preguntar.
—Voy a mirar, si no quedamos el domingo y celebramos tu cumpleaños los dos solos —le dijo Andreas.
Katy se le quedó mirando; se extrañaba que no quisiera estar con ella y sus amigas, pero aun así no le hizo mucho caso a ese comentario.
—No, hay problema —le dijo sin más.
—Podemos quedar el domingo —le dijo mientras seguía mirando el móvil.
—De acuerdo, podemos quedar el domingo —le contestó.
Andreas, antes de irse, le dio un beso en los labios; fue un beso ligero.
—Me lo he pasado muy bien contigo —le dijo acariciándole la cara.
—Andreas, yo también me lo he pasado muy bien y gracias por llevarme a esos sitios —le dijo antes de irse.
Cuando abrió la puerta de su casa, ya estaban las tres amigas esperando para el chisme.
Katy les contó todo con detalle y les enseñó vídeos y fotos.
—¿Me estás diciendo que durmieron juntos y no pasó nada? —preguntó Sonia.
—Exactamente, no pasó nada; él dice que va a esperar cuando yo quiera —le dijo antes de irse a la habitación.
—Katy, no huyas y sigue contando —le dijo Marta.
Katy cerró la puerta para no seguir escuchando, se metió en la ducha y se acostó; se quedó dormida enseguida.
Al día siguiente fueron para el trabajo;allí pidieron el martes libre, querían ir a Frankfurt a comprar cosas para el cumpleaños, repartieron las invitaciones a las personas con quienes se llevaban bien. Por suerte, su jefe le dio el día libre. A la tarde, ya en la casa, se pusieron a empacar sus cosas para llevarlas a la casa nueva.
—Si seguimos a este ritmo, el viernes podemos dormir en la casa —dijo una entusiasmada Sonia.
—Menos mal que esta casa no tiene muchos muebles —dijo Ana.
—Sí, así la mudanza se nos hace más fácil —continuó Sonia diciendo.
Por suerte encontraron a una empresa que les llevaban los muebles.
—El miércoles vienen por los muebles, así que la casa se quedaría vacía el viernes —dijo Sonia.
—¿Entonces el jueves es nuestra última noche aquí? —preguntó Marta.
—Así es, se acabó de coger tanta carretera —dijo una entusiasmada Katy.
El resto de la semana fue muy agobiante para las chicas; fueron a Frankfurt a la tienda española a comprar las cosas.
El miércoles los chavales llegaron por los muebles; el viernes ya Sonia entregó las llaves de su casa, la casa que alquiló cuando vino por primera vez.