La semana fue pasando enseguida, al igual que los meses. En ese tiempo, Katy vio muy pocas veces a Andreas y, de lo poco que lo veía, no estaban más de cuatro horas; rara vez estaban casi el día entero o, cuando fueron a colmar un fin de semana, el resto de la semana no sabía nada de él.
En ese tiempo también Sonia empezó a simpatizar con el vecino, un chico alto y moreno que tambien, por casualidad del destino, trabajaba en el mismo hospital, pero nunca habían coincidido.
La relación de Ana con Klaus iba muy bien; en el trabajo las chicas estaban muy felices. Lo malo era que a Katy el idioma aún le costaba, tampoco tenían tiempo de estudiar y con Andreas hablaba en inglés.
Luis seguia mandando los mismos mensajes, aunque Katy seguia ignorandolo.
Ese fin de semana Andreas la llamó para hacer planes;él quería ir a Suiza y Katy estuvo de acuerdo.
—Nos quedaremos el fin de semana. ¿Te parece buena idea? —le preguntó Andreas.
—Me parece muy buena idea, así veremos algo de Suiza —le dijo Katy.
—¿Dio señales de vida al fin? —dijo irónicamente Ana.
Katy la miró sorprendida; no se había dado cuenta de que estaba detrás de ella.
—Si quiere ir este fin de semana a Suiza —le contestó.
—Katy, ¿es igual de bueno en la cama que dando excusas? —quiso saber Marta.
Katy se quedó con la boca abierta, no se esperaba esa pregunta, luego soltó una risa.
—Es bueno en la cama, pero no es para tirar cohetes —le contestó.
Sus amigas se rieron ante esa respuesta.
—Katy, me da pena contigo, con los chicos que te has acostado, por lo que nos cuentan, no te dejan satisfecha —le dijo Ana riéndose.
—Espero que algún día aparezca ese que te haga temblar las piernas —le dijo Marta antes de irse.
—Bueno, ¿qué os pasa hoy con ese tema? —quiso saber Katy.
—Andreas es bueno; en la cama es cierto que no es para tirar cohetes, pero no es tan fantasma como Luis —dijo Katy.
—Y el primer chico con el que me acosté es algo que no quiero recordar —dijo queriendo zanjar el tema.
Sus amigas pillaron la indirecta y cambiaron el tema; sabían cómo era Katy con este tema y lo incómoda que se sentía. Ella era muy tímida para hablar de estos temas con sus amigas.
—¿Dónde vais a ir? —quiso saber Ana.
—Me ha dicho que quiere ir a Basilea, que está en la frontera de Alemania, y el último día quiere ir a Mainfeld —dijo Katy.
—¿Ese no es el pueblo que se inspiró para ser Heidi? —preguntó Marta.
—Le dije que cuando chica eran mis dibujos animados preferidos y me quiere llevar allí —le contestó Katy.
—Voy a mirar si no está muy lejos de aquí y podemos ir un fin de semana, para que tú conozcas el pueblo —le dijo a Marta.
Marta aceptó encantada; ella quería desde chica ir al pueblo donde se inspiró esos dibujos animados. Estuvieron hablando y diciéndole a Katy lo que querían que le trajera de Suiza.
En ese momento llegó Sonia del trabajo y se unió a la conversación.
—Nos tienes que traer chocolate y yogurt de allí, que en Suiza están los mejores chocolates —le dijo Sonia.
Katy iba apuntando lo que sus amigas querían y asintiendo con la cabeza.
Después de decirle todo lo que querían, bajaron a comer, aunque no tenían ganas de cocinar y, como la noche estaba buena, decidieron vestirse e ir a una pizzería a comer. Estuvieron un buen rato en la terraza de la pizzería hablando de sus planes de verano. Katy estaba deseando ir a España y, aunque quedaba un mes, se le estaba haciendo largo.
—¿Al final va a ir Andreas contigo? —le preguntó Ana.
—Él dice que sí, pero vamos a ver —le dijo Katy no muy convencida.
—A ver la excusa que se inventa —le dijo Marta.
Sonia la miró y le hizo señal para que se callara y no metiera más la pata. Katy la miró y le dijo que ya sabía lo del pub, pero que estaba segura de que no era él, ya que Andreas se lo confirmó.
—Eso es lo que él te dice —siguió insistiendo Marta.
—Katy, lo siento, pero no quiero que te vuelvan a hacer daño —le volvió a decir a Katy.
Katy la tranquilizó, le dijo que si eso pasara le daría permiso para que le diera una patada en los huevos. Al escuchar ese comentario, Marta se puso contenta, ya que realmente le quería dar la patada.
Se fueron para la casa, ya que al día siguiente tenían que madrugar para ir a trabajar.
Llegó por fin el viernes. Por la tarde Andreas fue a recoger a Katy para ir a Suiza. Se montó en el coche; Andreas le recibió con un dulce beso en los labios. Durante el trayecto, Andreas le estuvo explicando lo que iban a hacer esos dos días. El trayecto de Heidelberg a Basilea fue de casi tres horas. Katy nunca había estado allí y le encantó lo bonito que era. Fueron al hotel, dejaron las maletas en la habitación, se ducharon y se fueron a dar una vuelta por la ciudad. Katy alucinaba por todo lo que veía; se enamoró del centro del casco antiguo, ya que era medieval, y de la catedral gótica. Entraron adentro y Katy estaba maravillada con todo; luego fueron a comer.
Después de ver un poco la ciudad decidieron irse al hotel a descansar. Llegaron a la habitación; estaban cansados del viaje y del paseo que habían dado.
Ya en la cama, Katy aprovechó y le dijo a Andreas lo del viaje a España. Él le dijo que sí iba a ir. Antes de que pudiera hablar, ya tenía a Andreas encima de ella, besándola apasionadamente. Cuando quiso darse cuenta, ya estaban desnudos y a Andreas besándola por todo el cuerpo. Katy se dejó llevar, sintió como Andreas la penetraba lentamente para luego acelerar sus embestidas. Katy sintió como si tuviera prisa de terminar. Cuando terminó, Andreas le dio un beso y le pidió perdón por haberse corrido tan pronto, pero puso como excusa que estaba cansado del viaje. Katy no le dijo nada; él la abrazó y se quedó dormido, dejando a Katy toda decepcionada.