Donde el desamor me llevó

Capitulo 28

—¿Entonces al final te vas a ir a Escocia? —dijo una entusiasmada Ana.

—Sí, pero me voy en enero —dijo Katy.

—Puedes irte ya, si quieres —volvió a decir Ana.

—Ya lo sé, pero sería todo muy precipitado, así que es mejor en enero, y que la empresa de allí me vaya mandando fotos de los apartamentos y así yo puedo decidir mejor qué apartamento quiero —le contestó Katy.

—Esto hay que celebrarlo, Katy se va al país que a ella le encanta —dijo Marta.

Katy miró a Marta. Ella pensaba que no era motivo de celebración. Ella deseaba conocer Escocia, pero no de esa manera, huyendo de Alemania para así poder olvidarse de Andreas, pero no quiso entrar en más detalles. Aceptó la salida, pero con la condición de no celebrarlo como una gran cosa.

Salieron a un pub, estuvieron un rato y, lamentablemente, el destino, como es caprichoso, Katy vio a Andreas con su mujer. Ella los vio de lejos; por suerte, él no la vio a ella. Quería irse de allí, pero sus amigas se lo impidieron.

—Katy, tú no hiciste nada malo, no tienes por qué irte —le dijo Sonia.

—¿Sabéis lo más gracioso de todo esto? Que no sé por qué me duele si no estaba enamorada de él—dijo Katy.

—Pero le querías y a ti lo que más te dolió fueron sus mentiras —le dijo Ana.

Las semanas pasaban igual que los meses; Katy hacía su vida normal, no salía mucho del trabajo a la casa y a veces se quedaba sola en la casa, ya que sus tres amigas salían con sus respectivas parejas. Se alegró de que Marta estuviera saliendo con un compañero del trabajo. Mientras tanto, la empresa de Escocia le mandaba fotos de apartamentos; la mayoría no le gustaba y los otros le parecían caros. Al final le gustó uno con dos habitaciones; los trámites se hicieron por internet y cuando ya todo estaba listo, mandó la transferencia.

Luis, a pesar de la advertencia, no hacía caso y Katy no tuvo más remedio que denunciar. Una tarde que estaba en su casa, recibió una llamada.

—Katy, ¿te has atrevido a denunciarme? —le preguntó Luis.

—No me diste otra opción, se te advirtió y no hacías caso —le contestó Katy.

—Yo solo quería volver contigo —le dijo fingiendo un llanto.

—No, Lui, tú solo quieres que alguien te mantenga, que te compre tus tonterías y, como yo era la única tonta y nadie te aguanta tu flojera, creías que volvería contigo —le contestó Katy.

—Te vas a arrepentir de todo esto, Katy —dijo un Luis ofendido.

—Cuidado, que puede ser que ahora te caiga una denuncia por amenaza —le dijo antes de colgar el teléfono.

Llegó diciembre. Katy ya tenía casi todo preparado; su jefe mandó todos los datos de Katy a la compañía que tenía en Escocia y ya la estaban esperando para enero. Katy, aunque se quería ir, le daba pena dejar a sus amigas, pero ella necesitaba irse un tiempo de allí. De vez en cuando se encontraba con Andreas y ella lo veía feliz con su familia y a su mujer ya con una barriga bien grande. Una tarde que estaba mirando cosas para llevarse, no se dio cuenta de quién estaba detrás de ella.

—Hola, Katy ¿cómo te va? —dijo una voz detrás de ella.

Ella se quedó paralizada, no podía salir de allí corriendo; tenía que afrontar las cosas.

—Hola, Andreas, pues me va bien —mintió.

—Sabes, me he acordado de ti todo este tiempo. Siento haberte mentido, pero mis sentimientos hacia ti eran sinceros —le dijo Andreas.

—No quiero hablar de ese tema. Yo te quise, pero ahora cada uno tiene que seguir con su vida, tú con tu mujer y yo me voy a Escocia a trabajar —le soltó.

Andreas, a pesar de que esa noticia fue como un jarro de agua fría, no podía hacer nada; no tenía derecho a decirle que se quedara.

—Me alegro por ti, te mereces lo mejor —le dijo antes de irse.

Katy le vio marcharse. Le dolió verlo; en el fondo, aunque no estuviera enamorada de él, ella lo echaba de menos.

La Navidad llegó; las chicas hacían sus planes, pero Katy no quería saber nada, quería estar sola. Una tarde, las chicas se reunieron con sus parejas para hablar de la situación.

—Estoy preocupada por Katy, no quiero dejarla sola en Navidad ni en Año Nuevo —dijo Ana.

—Katy, me cae bien, es mi cuñada, aunque no sea tu hermana Ana. He pensado, ¿por qué no lo pasamos todos en tu casa? —Así ella no está sola —le dijo Klaus a Ana.

—Es una idea muy buena —dijo Marta.

Todos estuvieron de acuerdo en pasar las Navidades y el Año Nuevo con Katy, pero acordaron no decir nada ya que ella se negaría.

En los días siguientes a la Navidad, las chicas hacían sus planes como si nada. Katy, por una parte, era consciente de que podía pasar las Navidades sola; le daba un poco de pena, pero también quería estar sola. Después de su encuentro con Andreas, no tenía ganas de nada y no quería estropear las fiestas a sus amigas.

El 24 de diciembre llegó y Katy vio a sus amigas en la cocina, todas ajetreadas.

—¿No vais a salir esta noche? —preguntó viendo todo el caos en la cocina.

—No, Katy, hemos decidido pasar aquí todas las Navidades contigo y no aceptamos un no por respuesta —dijo Ana.

A Katy se le llenaron los ojos de lágrimas; aunque quería estar sola, se dio cuenta de que sus amigas realmente la valoraban.

La noche llegó, los novios de las chicas fueron llegando, pasaron una buena velada, cantaron y bailaron. Katy sonrió y se lo pasó bien.

La semana siguiente, antes de Año Nuevo, Katy ya lo tenía todo preparado porque el día 2 de enero ya se iba.

—Te voy a echar mucho de menos —le dijo Marta.

—Yo a ti también, pero tienes a las chicas y ahora estás con David —le dijo Katy.

—Sabes que puedes venir a visitarme —le dijo, viendo cómo Marta sonreía.

Llegó año nuevo; las chicas también la pasaron juntas. Katy se iba en dos días y quería estar con ella.

—Katy, feliz año nuevo, que cuando estés en Escocia te vaya muy bien y encuentres allí a tu amor verdadero —dijo una Ana muy emocionada.

Katy se abrazó a las chicas y más de cuatro se pusieron a llorar, pues sabían que se iban a echar de menos.




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