Llegó el día en que Katy se tenía que ir. Sus amigas las acompañaron al aeropuerto de Frankfurt; salieron bien temprano para poder registrar las maletas de Katy. En el camino, las chicas estaban tristes.
—Chicas, no pongan tristes porque solo va a ser un año —le dijo Katy.
—No, Katy, a ti te gusta Escocia, era tu sueño vivir allí y creo que tú no vas a volver —le dijo Ana.
—No digas eso, ustedes son mi familia y yo voy a volver —le contestó Katy.
Ana la miró, sabía en el fondo que cuando Katy pisara Escocia ya no volvería, ojalá se equivocara. Llegaron al aeropuerto; su vuelo salía en dos horas. Entregó su billete y se sentó con sus amigas, esperando su vuelo.
—Katy, llámanos cuando llegue —le dijo una preocupada Sonia.
—Chicas, tranquilas, que cuando llegue os aviso y os haré una videollamada para enseñaros mi nuevo apartamento.
—¿Cómo vas a saber llegar allí? —le preguntó Marta.
—He estado hablando con mi nuevo jefe, él va a recogerme al aeropuerto y llevarme a mi nueva casa —le dijo Katy para tranquilizar a las chicas.
Katy miró su reloj: faltaba media hora para que su vuelo saliese. Abrazó a sus tres amigas y, con lágrimas en los ojos, se despidieron. Katy entró en el avión, se sentó en su asiento y se permitió llorar. Iba a echar de menos a sus amigas. Antes de apagar el móvil, recibió un mensaje de Andreas.
—Katy, te deseo de todo corazón que te vaya muy bien en Escocia, te mereces todo lo mejor —le escribe Andreas.
—Gracias, yo también te deseo todo lo mejor —le contestó Katy antes de apagar el móvil.
El avión despegó rumbo a Escocia. Katy estaba nerviosa, no sabía lo que se iba a encontrar; lo que sí tenía claro es que iba al país al que siempre había soñado ir.Cerró los ojos y se quedó dormida. El avión aterrizó en Glasgow. Katy recogió sus maletas y, cuando salió del aeropuerto, había un hombre esperándola con un cartel con su nombre. Ella se acercó a él.
—Hola, soy Katy, encantada de conocerlo —le dijo
—Hola, Katy, me llamó Sam, espero que hayas tenido un buen vuelo —le dijo el que sería su jefe por un año.
Se montaron en el coche rumbo a Inverness. En el trayecto, Sam le estuvo hablando de la función que ella iba a tener en la empresa; también le dijo que su apartamento está cerca del trabajo, que solo había que coger un autobús.
—Te he buscado un apartamento cerca, porque no conoces la ciudad —le dijo Sam.
Katy le agradeció ese gesto; ella no quería perderse en su primer día de trabajo buscando la oficina. Llegaron a Inverness; antes de llevarla a su apartamento, Sam la llevó al edificio de su nuevo trabajo para que supiera dónde estaba. Luego le dijo el número del autobús. Llegaron al apartamento. Katy, cuando lo vio, le gustó la fachada; su apartamento estaba en una tercera planta. Su jefe la acompañó hasta la puerta.
—Bueno, Katy, ha sido un placer. Mañana nos vemos en el trabajo; ven antes a mi oficina para hablar de tus funciones —le dijo Sam antes de irse.
Katy entró en su nuevo apartamento; lo que vio le gustó: era acogedor y no era chico el apartamento. El salón no era muy grande, pero tampoco muy chico; la cocina estaba bien. A Katy le gustó; la veía muy coqueta, al igual que el baño y los dormitorios. Por suerte, el apartamento estaba amueblado, algo en que se ahorraría de comprar muebles. Katy hizo una videollamada a sus amigas para enseñarles la casa.
—La casa es preciosa, me gusta ese balcón que hay en el salón —dijo Marta. Las dos amigas coincidieron con lo de Marta.
Estuvieron un rato hablando, hasta que Katy colgó, sacó todas las cosas de la maleta y las fue guardando en el armario. En una hora y media ya tenía todo metido en el armario y las cosas que se había traído guardadas en sus sitios.Miró el reloj y vio que era la hora de comer, pero como no había nada, fue al supermercado que le indicó antes su nuevo jefe, compró algunas cosas que necesitaba, llegó a su nueva casa, se duchó y se puso a comer en la mesa de su nueva cocina.
Se acostó; estaba nerviosa por empezar su nuevo trabajo. Al día siguiente se levantó temprano, se arregló y se dirigió a la parada de autobús. Llegó a su nuevo trabajo, respiró hondo y entró al edificio. Preguntó a la secretaria dónde estaban las oficinas donde ella iba a trabajar; la secretaria, muy amablemente, le indicó la planta. Katy llegó a su destino; estaba nerviosa, abrió la puerta y entró a lo que sería su nueva aventura.
Jamie estaba hablando con Malcom y Niall cuando notó que sus dos amigos se quedaron con la boca abierta.Él miró hacia donde sus amigos estaban mirando y allí la vio; se quedó embobado mirándola. Al verla, sintió una sensación rara, pero no sabía qué es lo que era; sus amigos seguían mirándola.
—Oye, Malcom, ¿esa chica no es la del año pasado?, la que el tipo ese la quiso humillar —le preguntó Niall.
—Si es… Pero qué hace aquí? —se preguntó Malcom.
—Mira, nuestro amigo está embobado con ella —dijo Niall.
—Si supiera que esa chica es la que él tenía curiosidad por conocerla —le contestó Malcolm.
—Yo no le voy a decir nada, ni tú tampoco —le advirtió Niall.
Malcom levantó las manos, en señal de que está de acuerdo. Katy se iba acercando a ellos y Jamie se adelantó para saludar a Katy.
—Hola, estás buscando a alguien. Soy Jamie —le dijo sonriendo de forma sexy.
—Hola, ¿la oficina de Sam, por favor? —le dijo Katy toda seria.
Jamie le indicó el sitio, le sonrió, pero ella pasó por delante de él sin hacerle caso; sus amigos, al ver eso, se rieron.
—Anda, mira la primera chica que te mira y no suelta una risa tonta —dijo Niall dándole un codazo y aguantando la risa.
—Jamie, esa chica me cae bien; esa no va a caer en tus brazos tan fácilmente —dijo Malcom riéndose.
Jamie soltó una risa fingida; no le había hecho gracia la forma en que le habló Katy. Esa chica no
era como las que había estado y eso lo motivó para querer conocerla.