Katy se fue directamente al coche de Malcom, dejando a Jamie atrás . Iria y Malcom empezaron a seguirle. Al llegar al coche, se dejó caer en la puerta y maldijo para sí, maldijo por haber dejado que Jamie la besara y aceptar comer con él. Sentía que él solo se había reído de ella por haberle llamado mujeriego y que no tendría nada con él. Tuvo que tragarse sus lágrimas; no quería que nadie la viera. Iria y Malcolm llegaron en ese momento, muy preocupados por ella.
—Katy, ¿estás bien? ¿Qué ha pasado? —le dijo Malcolm.
—Tu querido amigo me invitó a comer, pero no le bastó que yo le dijera que sí, que ya estaba tonteando con otra y aceptando su número de teléfono —le dijo Katy.
—Katy, es mi amigo, sé que está mal lo que hizo, pero deberías de escucharlo; él no tenía ningún pensamiento de llamarla —dijo Malcom, intentando arreglar todo.
—Claro, y yo me lo creo, si es así, ¿por qué no rechazó el papel con el número? —le preguntó Katy.
—¿Sabes por qué? —Porque si yo no acepto acostarme con él, la busca a ella; tiene que tener una segunda opción —dijo Katy, irritada.
Malcom no sabía qué decir, no sabía cómo defender a su amigo. No había hecho nada malo, pero no estaba bien que hubiera aceptado el número de teléfono si había quedado con Katy. Malcom se puso triste; pensaba que su amigo le gustaba Katy, pero no había cambiado.
—No intentes que hable con él, ya estoy cansada de mujeriego; viví con uno durante siete años, no quiero más tíos así en mi vida —le dijo Katy.
Malcom solo se limitó a asentir; su amigo no tenía defensa. Se montaron en el coche, mandó un mensaje a Niall, que estaba con Jamie, diciendo que se iban. Cuando llegaron a casa de Katy, ella bajó del coche y se fue directamente para su casa; no tenía ganas de nada. Los recuerdos de Luis engañándola y las mentiras de Andreas volvieron a su mente. Necesitaba salir corriendo antes que Malcom e Iria la vieran llorar. Al abrir la puerta de su casa, recibió un mensaje.
—Katy, Niall me ha dado tu número, por favor, déjame explicarte lo que ha pasado hace un rato. —Leyó lo que Jamie le había escrito.
Ella ignoró el mensaje, no quería saber nada, se metió en la cama y allí por fin pudo llorar.
Los días pasaban y Jamie intentaba hablar con Katy de lo ocurrido, pero ella no quería saber nada; se limitaba a hacer su trabajo, el proyecto e irse a su casa. Una tarde que estaban en el proyecto, Jamie intentó hablar otra vez con Katy, pero ella, al verlo que insistía, decidió terminar e irse a su casa.
—Jamie, estoy cansada, es mejor que nos vayamos y, por favor, deja ya de justificarte —le dijo mientras recogía todo.
Al salir del edificio estaba lloviendo, se lamentaba no haberse llevado el paraguas; ahora le tocaba correr hasta la parada. Cuando fue a irse, Jamie le llamó, pero de pronto maldijo para sí al mirar su coche. Katy también miró hacia donde Jamie miraba y sintió un vuelco en el estómago.Allí estaba apoyada en la puerta del coche la chica de Culloden. Katy fulminó con la mirada a Jamie.
—Has intentado excusarte por lo que pasó, que no tenías nada con ella. —¿Qué hace ella en tu coche? —le dijo Katy.
—Katy, te juro que no la he llamado, no sé qué hace ahí —se justificaba Jamie.
—No me tienes que dar explicaciones y yo no tengo por qué reclamarte nada; no eres mi novio, que disfrute de tu noche —le dijo al marcharse corriendo.
Jamie se quedó ahí parado mirando cómo Katy corría hacia la parada del autobús. Se fue hacia su coche, enfadado por ver a la chica allí.
—¿Qué haces aquí? ¿ Cómo has dado con mi sitio del trabajo? —le preguntó enfadado.
—Cuando nos vimos por primera vezen el pub, estabas hablando de lo cerca que estaba tu trabajo del pub y en lo que trabajabas —le dijo haciéndose la inocente
—Siento decirte que no te he dado la confianza suficiente para venir hasta aquí; solo nos acostamos una vez y eso no se va a repetir —le dijo Jamie irritado.
—Bueno, pero al menos llévame a mi casa me vas a dejar aquí con esta lluvia? —le preguntó poniendo puchero.
Katy desde la parada de autobús vio cómo Jamie se iba con la chica y se dijo a sí misma que no tenía que importarle. Estuvo un rato esperando el autobús, pero no llegaba;había perdido el autobús en el cual siempre se subía y tenía que esperar media hora.Decidió ir andando; solo era media hora. Estaba lloviendo mucho, pero eso no le importó. Empezó a andar hacia su casa. La lluvia fue apretando más. Jamie, desde su coche y al ver que cada vez llovía más fuerte, maldijo por no haber podido llevar a Katy a su casa.
Katy llegó a su casa toda mojada; su ropa y su pelo goteaban. Tal como entró, se quitó la ropa, corriendo metió la ropa en la lavadora, recogió su bolsa y el proyecto del suelo. Por suerte, el proyecto no se mojó, pero su bolso estaba muy mojado; lo puso en la mesa y se metió en la ducha. Cuando salió, se metió directamente en la cama; al rato recibió un mensaje de Jamie.
—¿Llegaste bien a tu casa? —leyó.
Katy no le contestó; ella pensaba que estaba con esa chica, pero lo que no sabía es que Jamie la dejó en su casa y se fue.
Al día siguiente, Katy se levantó, se vistió; aún seguía lloviendo, agarró su paraguas y se fue para su trabajo.Allí ya estaba Jamie, que se acercó a ella en cuanto la vio.
—Katy, anoche estaba preocupado, ¿llegaste bien? —le preguntó.
Ella lo miró, no quería hablar con él; la imagen de él montándose en el coche con su citale revolvía el estómago.
—Llegué bien, gracias —le dijo secamente.
El día pasó muy ligero. Katy y Jamie se quedaron para el proyecto, aunque Jamie solo la miraba a ella; Katy se limitaba a lo suyo, no quería mirarlo.
—Menos mal que ya le queda poco al proyecto, y ya solo nos veremos en nuestro horario de trabajo —dijo Katy.
Jamie, al escuchar eso, sintió una patada en el estómago. El tiempo que habían estado haciendo el proyecto estuvo observando a Katy; se dio cuenta de que no es lo que parece. Esa chica pija e ingrata sabía reírse y le estaba empezando a gustar.