Había pasado todo el sábado junto a Eva, tanto para sentir su compañía como para intentar ponerle cara al chico que le gustaba pues, no por nada, habría hecho ese comentario de <<…espero poder verle hoy>>. Sentía muchísima curiosidad, sobre todo porque ambas estaban experimentando los mismos sentimientos y eso le hacía sentirse mucho más cerca de su hermana.
Salieron a la puerta un par de veces y subieron y bajaron la calle, cosa que les llevó muy poco tiempo. Entretanto se asomaba constantemente a la ventana —supuso Alejandra que para verle si por suerte pasaba por allí—. Pero no, no pudo ser, una verdadera lástima. La decepción de Eva por ello se hacía más evidente a cada hora que pasaba y, al final de día, desistió y echó las cortinas de su habitación.
En fin, esperaba poder verle en los próximos días o que, por lo menos, su hermana le diera algo más de información al respecto. Tenía mucha curiosidad de cuándo le vio por primera vez y cómo era que llegaron incluso a saludarse. Esperaba que se lo contara pronto, realmente tenía ganas de conocer más detalles sobre los sentimientos de su hermana y sobre ese chico.
Tras la cena, que Alejandra observó fue algo más alegre que otras veces, los tres se animaron ver una película de estreno en la tele y, como no podía ser de otro modo, ella también la vio. Se trataba de una comedia que hacía unos meses había estado en el cine, recibiendo muy buenas críticas. Lo cierto era que fue graciosa, todos ellos se rieron mucho; pero más allá de lo cómico, la película encerraba también un mensaje muy humano y positivo. Fue bonita, y se alegró de haberla visto con ellos en vez de marcharse para encontrarse con Adrián, cosa que estuvo a punto de hacer. Pero no, esa noche iría a ver a su hermana. Quería estar con ella y esperaba que hoy su sueño fuera bastante más agradable que el de la primera vez que entró en su mente.
Eva no tardó en quedarse dormida. Se había puesto los auriculares para escuchar algunas piezas musicales de esas relajantes que tanto le gustaban. Decía descansar mejor cuando les dedicaba unos minutos antes de dormirse, que se evadía con más facilidad y dejaba de pensar. Alejandra recordaba que empezó a aficionarse a ello la primera vez que fue ingresada, cuando tuvo una recaída, tras enterarse de que estaba enferma.
Fuera como fuese, ahora era su turno para relajarse y tratar de conectar con su hermana. Cerró los ojos y se acurrucó junto a Eva y, poco a poco, fue quedándose dormida.