Donde muere la lealtad

Capitulo 5

Esa noche llovía otra vez. No como aquella vez, la de la ruptura. Esta vez, la lluvia no traía tristeza. O eso quería creer.

La habitación estaba en penumbra, iluminada apenas por las luces cálidas que se colaban desde el ventanal. Afuera, la ciudad parecía callarse poco a poco. Dentro, su corazón gritaba sin hacer ruido.

Noah estaba allí, sentado en el borde de su cama, sin el saco del traje, con la camisa arremangada y la mirada fija en ella. No decía nada. Solo la miraba como si en su piel estuviera escrita una verdad que nadie más había querido leer.

Ella se acercó, despacio. Dudando. Esperando que fuera él quien rompiera el momento… pero él no lo hizo. No esta vez.

—¿Qué ves cuando me miras así? —preguntó ella, con la voz baja, apenas audible.

Noah se puso de pie. Caminó hasta ella. No la tocó de inmediato. Solo acercó su rostro al suyo, a centímetros, respirando el mismo aire, hasta que dijo:

—Veo una herida tan hermosa que no puedo dejar de querer tocarla.

Y entonces lo hizo. Con las yemas de los dedos, le rozó el cuello, lento, como si cada centímetro suyo fuera frágil. Ella cerró los ojos. No por miedo, sino porque por primera vez en mucho tiempo, quería que alguien la tocara así… sin urgencia, sin culpa, con intención.

Su beso fue lento, cargado de silencios rotos, de cicatrices recientes. No hubo prisa, pero sí fuego. La besó como si fuera la única respuesta posible a todo lo que ella callaba. Como si besarla fuera salvarla de algo que solo él podía entender.

Y ella se dejó caer. En sus brazos. En su calor. En su forma de sostenerla sin asfixiarla, de acariciarla sin romperla… al menos no aún.

Se desnudaron sin palabras, como si desvestirse fuera un acto sagrado. Él recorría su piel con una mezcla de ternura y hambre, y cada gesto la desarmaba un poco más. No era solo sexo. Era entrega. Era vacío llenándose con algo que no sabía si era amor… o solo necesidad.

—Eres fuego donde antes hubo cenizas —le dijo él al oído, mientras se movían al ritmo lento del deseo contenido—. Y me quema no tenerte siempre.

Ella lloró, pero no por tristeza. Lloró porque por un segundo creyó haber encontrado lo que tanto buscaba. Un cuerpo donde descansar, un alma donde sanar.

Esa noche se durmió en sus brazos, con la cabeza en su pecho, escuchando su respiración, creyendo que por fin estaba a salvo. Que la tormenta había pasado.

Pero no sabía que Noah no era refugio.

Era el ojo del huracán.

Y apenas estaba empezando a girar.



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En el texto hay: libertad, amor, manipular

Editado: 29.06.2025

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