Donde muere la lealtad

Capitulo 20

Claudia corrió sin mirar atrás, la adrenalina impulsando cada paso, pero su cuerpo ya comenzaba a agotarse. Las calles estaban vacías y oscuras, sus respiraciones se mezclaban con el eco lejano de sus pisadas. El corazón le latía con fuerza, queriendo escapar del pecho.

Intentó buscar un lugar seguro, un refugio donde pudiera esconderse y pensar, pero la sensación de que alguien la seguía la paralizaba. Cada sombra parecía moverse con vida propia, cada ruido era un susurro de amenaza.

De repente, un sonido distinto apareció tras ella: un crujido, más cercano, más firme. Se detuvo en seco, se giró lentamente, y allí estaba: Noah. Su figura oscura recortada contra la tenue luz de un farol. Su mirada era un imán frío, implacable.

—¿De verdad creíste que esto terminaría así? —su voz era una daga—. No hay escape para ti, Claudia.

Antes de que pudiera reaccionar, él se lanzó hacia ella con una fuerza que no esperaba. Sus manos la sujetaron firmemente, pero sin violencia desmedida, como quien controla a un animal asustado.

—No quiero hacerte daño —susurró cerca de su oído, su aliento cálido contrastaba con la dureza en sus ojos—. Solo quiero que entiendas. Que estés conmigo. No porque te ate, sino porque eres parte de mí.

Claudia luchó, pero sus fuerzas flaqueaban. Noah era más fuerte, más decidido. En un movimiento rápido, la envolvió con una chaqueta que llevaba consigo, cubriendo su rostro para impedir que gritara. El mundo se volvió borroso, y el frío del aire fue reemplazado por el calor sofocante del abrazo del que no podía escapar.

Cuando sus ojos se adaptaron, se encontró dentro de un vehículo cerrado, las ventanas oscuras y sin posibilidad de ver afuera. Noah estaba al volante, sus manos firmes en el volante, el rostro imperturbable.

—Esto no termina aquí —le dijo con una calma que helaba—. Aquí es donde realmente comienza. Donde yo me aseguro de que no puedas olvidarme.

Claudia sintió cómo la desesperación intentaba apoderarse de ella, pero también una chispa de resistencia. No sabía cuánto tiempo aguantaría, pero algo dentro de ella le gritaba que esta vez debía ser diferente. Que tenía que encontrar la forma de salir.

Mientras el coche se perdía en la noche, Noah miraba hacia adelante, calculando cada paso, cada movimiento, porque para él, Claudia no era solo un objetivo: era su mundo, su posesión, y estaba dispuesto a todo para recuperarla.



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En el texto hay: libertad, amor, manipular

Editado: 29.06.2025

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